defensa EXPULSA del ejército a una decena de ceutíes por cumplir 45 años

"Tu regalo de cumpleaños es el despido"

Fernando S., Roberto P., Hassan L. y Reduan O. son nombres ficticios de soldados ceutíes que han sido o serán expulsados del ejército a la edad de 45 años. Sus historias, sus quejas, sus inquietudes son, sin embargo, verdaderas. 

Ejercicio Tiro La Legión maniobras ceuta (9) militares
photo_camera Maniobras de la Legión en Ceuta (C.A.)

“Tu regalo de cumpleaños es el despido”. Fernando S. es uno de los más de 2.400 militares españoles que en el transcurso de la próxima década deberán abandonar el ejército cada año. La Ley de Tropa y Marinería de 2006 establece que los soldados que no obtengan una plaza permanente como militar de carrera deberán volver a la vida civil a los 45 años.

“Ingresé porque me gustaba. Desciendo de legionarios. Llevo en el ejército desde 1998”. Fernando se quedará sin empleo dentro de seis años.

Según las estimaciones de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), un millar de soldados profesionales saldrán del ejército a lo largo de 2018. Durante los próximos diez años, este número oscilará entre los 2.400 y los 3.300. En Ceuta, aproximadamente una decena ya está en la calle, pero este número de soldados sin empleo seguirá creciendo.

militaresActo militar en honor al soldado Antonio Güeto, celebrado el pasado julio (C.A.)

Fernando tiene junto a él un espejo en el que mirarse. Roberto P. ya es un exsoldado, el quinto de toda Ceuta expulsado del ejército una vez alcanzados los 45 años.

“Entré en el ejército en 1986. Tuve que falsificar la edad porque tenía 17 años y sin consentimiento paterno no podías hacerlo hasta los 18. Éramos cinco hermanos. Mi padre trabajaba como barrendero. En casa, no teníamos medios”.

El Ministerio de Defensa ha anunciado que este año convocará 191 puestos para que el personal de tropa y marinería pueda acceder a una plaza permanente. Las asociaciones que defienden los intereses de los militares denuncian que ese número, que asigna a cada plaza 340 aspirantes, resulta manifiestamente insuficiente. Además, tal y como subraya la Asociación de Militares de Tropa y Marinería (AMTM), esas plazas ni siquiera son accesibles para todos los afectados. Y aporta un ejemplo: el personal de tropa especialista, cuyo número asciende a unos 30.000 en el ejército de tierra, sólo puede optar a medio centenar de las 191.

 

Un futuro incierto

Los expulsados del ejército se enfrentan a un futuro incierto. Hassan L. tiene certeza de ello desde hace dos años. “Mi padre estuvo en campaña en la Guerra Civil durante tres años, tres meses y 27 días. Pertenecía a las tropas indígenas”.

Hassan y Roberto participaron en la misión internacional de España en Bosnia-Herzegovina allá por los años 90. Veinte años después, sus salarios rondaban los 1.600 euros. Hoy sus ingresos han menguado hasta situarse en los 612 euros de pensión que perciben del Estado.

“Si vas a pedir trabajo lo primero que miran es la edad –explica Hassan- Ven que eres reservista y que cobras 600 euros y piensan: ¿por qué voy a contratar a éste que tiene una pensión y no a otro que no tiene nada? O sea que, en cierto modo, ese dinero es un lastre para encontrar trabajo. Yo prefiero que Defensa se lo quede y me proporcione una salida digna para vivir”.

Hassan tiene una hija. Completa sus ingresos con los 426 euros de la ayuda familiar y haciendo portes con una furgoneta.  

“He ido a servicios sociales a exponer mi situación y lo primero que te dicen es que tienes ingresos. No miran tu situación familiar, ni tus deudas, sólo se quedan en los ingresos, y eso te deja sin derecho a nada”, se lamenta Roberto. La transición desde la vida militar a la civil ha sido para este veterano de Bosnia un duro golpe que ha coincidido con un terrible drama familiar.

“Los que deberían darme trabajo suponen que soy un trabajador con ingresos. Mis dos hijos y yo sobrevivimos con los 426 euros del subsidio familiar porque los 612 los tengo embargados. Mi esposa contrajo un cáncer y tuvimos que afrontar los gastos de la enfermedad. El Instituto Social de las Fuerzas Armadas me pagaba 1.000 euros para la compra de una inyección que mi mujer debía administrarse para su tratamiento, pero cada una de ellas costaba 1.400. Y eran dos al mes. Los 800 euros restantes debían salir de mi sueldo. Pedí créditos. Me embargaron. Mi mujer falleció”.

Fernando asiente mientras atiende al relato de su compañero. Aunque está en activo, la proximidad de su despido no deja inquietarle ni un minuto. “Tengo dos hijos y me voy fuera en seis años. Tengo una hipoteca y uno de mis niños padece una minusvalía cuyo tratamiento le cuesta a mi familia 550 euros mensuales”.

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Ejercicio de tiro de la Legión (C.A.)

Formación para la vida civil

Uno de los compromisos que el Ministerio de Defensa asumió con sus soldados profesionales fue el de proporcionarles una formación para la vida civil y puestos de trabajo acordados con empresas. Los afectados denuncian que, a pesar de las promesas, esa formación no está siendo impartida. A la postre, los exsoldados se encuentran enfrentados a un mercado laboral que ofrece muy pocas salidas a un trabajador de 45 años con una formación limitada.

“Nosotros hemos sido instruidos para lo que hemos sido instruidos –ataja Fernando- Nos enseñaron a ir de maniobras, a hacer prácticas de tiro, a defender la patria… Eso te vale de poco en la calle”.

Roberto apoya la queja de su compañero. “Yo tengo un currículo que es un taco de páginas bastante gordo. Pero si vas a buscar un trabajo de camarero, descubrirás pronto que no sirve de nada. ¿Para qué te sirve un curso de carros de combate en la vida civil?”.

El abuelo de Reduan O., como el padre de Hassan, también anduvo enrolado en las tropas indígenas. Ése es el origen de su vocación militar. Reduan tiene hoy 40 años. Dentro de cinco deberá empezar a buscarse un nuevo empleo.

“Nos sentimos engañados, desamparados, maltratados. Yo, personalmente, estoy psicológicamente mal. Conozco casos de otros compañeros que han visto cómo por culpa de esto su familia se rompía. Es frustrante”.

La AMTM mantiene abierto en la Audiencia Nacional una demanda múltiple contra el Ministerio de Defensa a la que se han adherido unos 70 militares destinados en Ceuta. Con todo, los responsables de la asociación reconocen que, ante los planes del Gobierno, a lo más que pueden aspirar los soldados es a conseguir una reincorporación a la vida civil digna, apoyada por la administración a la que han servido durante años. En ese empeño están.

Roberto esboza una sonrisa cuando le hablan de reinserción laboral. “He hecho dos cursos para la reinserción laboral. Cada uno duraba una semana. Si no lo hacías perdías el paro. Después, nadie me ha llamado para decirme: ‘Eh, ahí tienes un trabajo’”.

Los cuatro soldados ceutíes plantean salidas acordadas con Defensa y recuerdan que en las instalaciones militares de la ciudad existen ocupaciones que bien podrían reservarse a los trabajadores despedidos del ejército. “Hay puestos de trabajo en el Club de Tropa, Infanta Elena o la Residencia Militar que están siendo asignados a guardias civiles en situación de segunda actividad. Eso podría ser una salida”, proponen.

El malestar de los soldados caballas se dirige también a la Ciudad, a la que acusan de no apoyar a los militares ceutíes que atraviesan –y a los que la atravesarán en el futuro- esta difícil situación. “El presidente de la ciudad es legionario de honor, regular de honor, ingeniero de honor… ¿Por qué cuando va a la calle un legionario, un regular, un ingeniero no nos recibe? No tenemos derecho ni al plan de empleo porque ni tan siquiera tenemos antigüedad suficiente en el paro. La Ciudad no da la cara”.