EL CELO DE UN aduanero irrita a las autoridades

El funcionario imperturbable

El celo de un jefe de aduanas del paso de Bab Sebta, cuyo rigurosidad en el control sobre las mercancías que atraviesan la frontera va camino de convertirse en legendario, ha despertado la irritación de los policías y las autoridades españolas. 

fronteracomercial1
photo_camera Paso fronterizo de el Tarajal/ C.A.

Las autoridades españolas y los conductores de los vehículos que trasiegan mercancía a diario a través de la frontera han encontrado un inesperado enemigo común. El destinatario de esta desafección es un funcionario de aduanas marroquí a quien todos ellos señalan como responsable de los últimos grandes atascos que en los últimos tiempos han colapsado el tráfico rodado en la carretera nacional 352.

Lo más notable de esta historia es que el aduanero, jefe de uno de los turnos en Bab Septa, no hace sino cumplir escrupulosamente las leyes marroquíes. La inflexibilidad que sus detractores le atribuyen es congruente con la tesis oficial manejada por los gobiernos de los dos países acerca de los movimientos de mercancías de uno a otro lado de la frontera.  Si la autoridad sostiene públicamente que no tolera el contrabando, los funcionarios están obligados a hacer efectiva la represión de estas actividades, debe pensar el criticado jefe de aduanas.

Sea como fuere, el equipo de aduaneros dirigido por este funcionario somete a un estricto registro todos y cada uno de los miles de vehículos cargados con mercancías, lo que ocasiona fenomenales retenciones en la frontera. La concentración de automóviles en los carriles de tránsito en el lado marroquí ejerce un efecto dominó que viven en sus carnes los conductores que se aventuran por las nacional 352.

La irritación que esta situación genera entre los policías nacionales y los guardias civiles encargados de la coordinación del tráfico a través de la frontera y la nacional es compartida por sus homólogos marroquíes. Los agentes del país vecino miran con reprobación el comportamiento del jefe de aduanas. El malestar, a veces, no se limita a meras miradas. Hace un par de semanas, policías y aduaneros protagonizaban un incidente en el que no faltaron agarrones y descalificaciones.

El celo demostrado por el funcionario ha dado origen a quejas de las autoridades españolas que, a lo que parece, no han ejercido una gran influencia sobre el implacable aduanero.

Mientras, en Bab Sebta, un funcionario imperturbable se mantiene ajeno a los recelos que despierta al otro lado de la frontera.