Tras un baile de fechas, Delegación de Gobierno ha marcado, de manera definitiva, la apertura del Tarajal II, una instalación en la que muchos tienen puestas sus esperanzas para mejorar el flujo de mercancías en el la frontera de la ciudad con Marruecos. El 27 de febrero el nuevo paso dará la bienvenida a los miles de porteadores que a diario lo cruzarán cargados con unos bultos a los que también se va a intentar poner freno para que cumplan con las medidas y pesos establecidos, algo que hasta la fecha no se ha conseguido. La Delegación del Gobierno y la Ciudad Autónoma han estado trabajando de manera coordinada para ultimar todos los detalles.
El delegado de Gobierno, Nicolás Fernández Cucurull, ha explicado esta mañana que aunque se han intentado prever los flujos y dinámicas del paso, "una vez que se aperture hay que dejar un margen a la incógnita". Se ha mostrado confiado en que funcione "adecuadamente pero ya lo he dicho muchas veces, el Tarajal II no va a ser la panacea y no va a solucionar todos los problemas pero si los mejorará en gran medida".
Fernández Cucurull considera que hay que aprender de la "experiencia y así lo haremos desde el primer día para ir mejorando y afinando esos flujos de mercancías. Esa es la esperanza".
Adiós al peligroso Biutz
El mismo día que se abra el Tarajal II, el Biutz parará sus tornos, un paso diseñado para el paso de 10.000 personas diarias y que a día de hoy absorbe hasta 35.000.
El polígono del Tarajal se construyó entre finales de los 80 y principios de los 90, con la idea de la exportación. Al existir propiedades privadas se fueron construyendo más polígonos que orientaron su actividad hacia Marruecos, concentrándose en la frontera toda la base comercial, desbancando las compras que se hacían por toda la ciudad. El cierre del paso de Benzú en el 2000 concentró más aun la actividad en el Tarajal. El paso del Biutz abrió en 2005 tras llegar a un acuerdo en 2002 con Rabat, para aliviar la presión sobre el Tarajal. En el año 2009 fue es escenario de un suceso trágico: dos porteadoras de 53 y 32 años murieron a causa de una avalancha humana, algo que se veía venir ante las constantes aglomeraciones de personas cargadas con bultos que superan en mucho su peso y tamaño, unido a las prisas por cruzar el mayor número de veces.
