el tarajal ii, en funcionamiento

Faidal Chairi, el primer porteador

La limitación del tamaño de los fardos y la nueva organización de los tránsitos en el nuevo paso del Tarajal II han sido aceptadas por los afectados sin mayores protestas. Sólo un grupo de alborotadores ha intentado amedrentar a los porteadores para que no utilizaran el paso, aunque sin éxito. 

tarajal ii porteadoraUna porteadora responde a los insultos de un grupo de personas; (arriba) Faidal Chairi/ C.A.

Faidal Chairi se encamina diligente con su fardo a cuestas hacia el acceso reservado para los hombres. La apertura del nuevo acceso de El Tarajal II y las implicaciones que comporta para su trabajo cotidiano no parecen importunarle demasiado.  Chairi no para de sonreír mientras los vigilantes de seguridad introducen el bulto en el arco instalado para garantizar que las medidas de los paquetes se adecúan a los nuevos estándares marcados por la Delegación del Gobierno: 60 por 60 por 40.

Esta nueva disposición pretende imponer una limitación al tamaño desmesurado de los fardos que hasta ahora se veían obligados a cargar los porteadores, en su mayoría mujeres.

“Muy bien, está muy bien”. Chairi comparte sus primeras impresiones sobre la reorganización de los accesos con los periodistas que aguardan su paso por el control. A sus 66 años, este vecino de Castillejos acumula una década de experiencia como pasador de mercancías a través de la frontera. “No importa, ¿para qué quieres más?”, interpela a quien le pregunta si no le enfada que con la reducción del tamaño del fardo vea recortada la cuantía de sus ingresos. “¿Por esto? 15 euros”, explica mientras señala el bulto. Un grupo de jóvenes, no sin retranca, aplauden al porteador, tan cómodo con su inesperada fama recién adquirida.

La complacencia de Chairi no es compartida por el grupo de personas que, desde el otro lado del enrejado que les separa de los pasillos peatonales de acceso a la puerta de El Tarajal II, recriminan a quienes han aceptado las nuevas normas. Los concentrados, animados por los “plantos”, individuos que han venido traficando desde siempre con la necesidad de los porteadores, recriminan con graves insultos a una mujer que se dispone a cruzar hacia Marruecos.

La porteadora no se amilana ante la actitud agresiva de los boicoteadores, a quienes responde de manera airada. Finalmente, cansada y amedrentada, toma sus bultos y vuelve sobre sus pasos.

La actitud de los “plantos” es contestada por los responsables policiales. Los agentes de las Unidades de Intervención Policial (UIP) avanzan en paralelo tomando la calle que ocupan los alborotadores. Ante la presencia de los policías, la muchedumbre se dispersa. La porteadora recriminada aprovecha la ocasión y, ahora sí, enfila el pasillo camino de la puerta que da acceso al lado marroquí.

porteadoras policíaPorteadoras se dirigen hacia el nuevo paso peatonal/ C.A.

Dispositivo

Los policías de la UIP prestan apoyo a sus colegas de la Unidad de Intervención Rápida (UIR) de la Policía Local para controlar el trasiego de entrada y salida de los polígonos. En el acceso al polígono La Chimenea, dos vigilantes organizan las colas que, estableciendo una segregación entre hombres y mujeres, conducen a los pasillos de salida.

El dispositivo de seguridad ocupa todos los accesos y principales atalayas en torno a los polígonos. La presencia de la UIP, sin embargo, se relajará en los próximos días conforme la nueva organización de los tránsitos a través del paso se consolide.

El Tarajal II pretende humanizar una actividad que sirve de sustento a centenares de personas y cuyo ejercicio raya, en ocasiones, los límites de la explotación. Unos abusos que recaen con especial saña sobre las mujeres.

El polígono comercial de El Tarajal, construido a finales de los 80 y principios de los 90, ha sido el escenario donde se ha ido gestando lo que las autoridades españolas han venido en bautizar, no sin eufemismos, como “comercio atípico”. El cierre en su día del paso de Benzú aumentó la presión en este lado de la frontera desde el año 2000. Y con ello, se gestó un problema que España intenta afrontar sin demasiado éxito hasta la fecha.