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El protocolo confidencial de la Policía para frenar ataques terroristas

La Policía Nacional utiliza la actualización de un protocolo antiterrorista que da órdenes claras y contundentes de cómo actuar con los terroristas

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photo_camera La Policía Nacional mantiene dos equipos permanentes durante las 24 horas del día en lugares como la estación de Atocha / E.D.

Estrella Digital

No parar a socorrer a las víctimas, si siquiera a las bajas de las propias fuerzas de seguridad del Estado. “Lo prioritario es neutralizar al agresor”. El protocolo confidencial de la Policía Nacional marca claramente cuáles son las prioridades de los agentes que intervienen en un ataque terrorista en el que el agresor se encuentra aún en el lugar de los hechos. Un ataque como el que esta misma semana ha asolado Manchester.

Además, da instrucciones precisas de cómo actuar frente a los terroristas: “disparar a las piernas o cabeza (puede portar un chaleco explosivo que se puede explosionar al dispararle al cuerpo”. A continuación, el protocolo insta a los agentes a registrar bien a los terroristas por si tienen más armas y advierte a los agentes de los posibles riesgos: “Si hay armas sueltas sospechosas u objetos sospechosos. NO tocarlos, pueden ser trampas bomba”, recuerda el protocolo.

Estas instrucciones son las que se aplicarían en una “incidencia roja”, según la clasificación de este protocolo. Este nivel supone que el atacante (o los atacantes) “están matando a personas”. En ese caso, el objetivo de los agentes será localizar al autor o autores y “fijarlo o confinarlo”. En cualquier caso, “prima la neutralización del autor/es (cada segundo cuenta)”, reza la guía de actuación.

También está previsto un “incidente con rehenes”, lo que se considerará una “incidencia naranja”. En ese caso, el protocolo recomienda acordonar la zona exterior y esperar refuerzos. Mientras, el objetivo será recabar información. Finalmente, se considera la opción de que el terrorista esté “neutralizado” y con certeza de que no hay más. Sería una “incidencia verde”, en la que los agentes podrían disponerse a evacuar víctimas a un lugar seguro.

En este caso, se da prioridad a los heridos que puedan andar, si es posible por grupos, para acelerar la evacuación. Se establece también la fórmula para trasladar a los heridos que no puedan caminar por sus propios medios.

Los policías que toman parte en una intervención de estas características se organizan en los llamados Núcleos de Neutralización (NUNE), que están dirigidos por un Jefe del Dispositivo, que no debe implicarse directamente en la intervención. “Si ‘cae’ queda todo sin coordinación”, dice textualmente el protocolo al que ha tenido acceso este diario.

 

Recomendaciones prácticas y tácticas

En el documento, que ya aplican los agentes, se dan otro tipo de instrucciones y recomendaciones, desde algunas de tipo táctico hasta otras de tipo práctico, como qué tipo de arma utilizar en una inspección de un edificio o recordar a los agentes cómo situarse para llevar a cabo una inspección. Este protocolo es una actualización de la llamada “Circular 50”, el “el plan de actuación” policial que se crea en diciembre de 2005, y cuya activación se ha vuelto a conocer en varias ocasiones, como enero de 2015, cuando una alarma de atentado en Atocha puso en marcha el dispositivo. Atocha es un centro neurálgico de la capital de España, por eso siempre hay dos equipos operativos de la Policía Nacional en el área.

Sin embargo, en la actualidad no es necesario que haya una alerta por atentado: las unidades de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional ya aplican muchas de las instrucciones y están alerta de las recomendaciones. La mayor parte de los agentes que patrullan las ciudades han recibido formación específica al respecto.

Esta actualización del protocolo “Circular 50” se centra en los ataques podrían ser llevados a cabo por una o varias personas con el objetivo de causar el mayor número de víctimas posibles en distintos escenarios, entre los que se destacan zonas turísticas españolas. Se trata de un protocolo que no ha trascendido a la luz pública por obvios motivos de seguridad y protección de los propios agentes y de los ciudadanos, y al que Estrella Digital ha tenido acceso.

 

Ataques “amok”

Esta oleada de ataques terroristas, muchos de ellos llevados a cabo por lobos solitarios, han provocado la reacción en las fuerzas policiales, pese a que no se ha incrementado el nivel de alerta antiterrorista, que se mantiene en el nivel 4 desde junio de 2015. Los ataques suicida con explosivos -como el del pasado lunes en Manchester- o la detonación de bombas en lugares clave se ha sumado a las agresiones letales de una persona armada con un cuchillo, un fusil de asalto o un camión o un cocheque arrasa a una multitud, como los casos de Niza, Berlín o Londres.

Dentro de los ámbitos policiales se les denomina ataques “amok”, que en malayo significa “atacar o matar con ira ciega”, y dentro de ellos estarían encuadrados ataques relacionados con la violencia de género y dentro del entorno escolar. Sin embargo, no son esos para los que se preparan los agentes del orden.

Una de las características es que estos terroristas, que los agentes de la Policía Nacional se preparan para neutralizar, “actúan de manera fría y calculada”. Sin embargo, no existe un perfil psicológico específico, según las observaciones de expertos estadounidenses sobre este tipo de incidentes que maneja la policía española para elaborar el mencionado protocolo.

Tampoco hay un lugar predeterminado para llevarlos a cabo, sino que pueden desencadenarse en diferentes escenarios, con el objetivo siempre que haya un potencial alto número de personas que puedan resultar víctimas. Ese es precisamente uno de los problemas que plantea este tipo de ataques, que pueden producirse en cualquier lugar y no suelen durar mucho: las estimaciones con las que cuenta la policía es que no superan los 8 minutos.

Por eso, “cada segundo cuenta” –asegura el protocolo– y eso es fundamental en este manual, que da por hecho que esos ataques no duran el tiempo suficiente para que lleguen las Unidades Especiales. De ahí que, en la actualidad, la gran mayoría de los policías nacionales que patrullan las calles de las principales ciudades españolas tengan formación específica.