A la Constitución le avalan 38 años de historia y un carácter conciliador que se pretende ignorar

Frente a declaraciones grandilocuentes, recordamos al Gobierno de nuestra Ciudad aquellos valores que propugna: los principios de publicidad, igualdad, mérito y capacidad para el Empleo y la Contratación pública así como una Administración Pública que sirva con objetividad los intereses generales y actúe de acuerdo con los principios de eficacia y coordinación, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho.

Celebramos hoy 38 años de Constitución Española desde su aprobación en referéndum. La primera y única vez que un texto constitucional era refrendado y aprobado mediante consulta a la ciudadanía en la historia de España.   

Unas semanas antes -el 31 de octubre- el Congreso votó y aprobó su redacción definitiva por una amplia mayoría de fuerzas de muy distinto signo político: 325 votos favorables, 14 abstenciones  y 6 votos en contra.  Las fuerzas políticas más importantes sacrificaron alguno de sus principios o aspiraciones en pro de un consenso, anteponiendo el interés común. Así, nuestra Constitución obtuvo el respaldo del 87,78 % de votantes en las urnas.

Año tras año celebramos este acuerdo obtenido en unos momentos tremendamente difíciles para nuestro país. Celebramos el resultado de aquel concierto y quienes lo posibilitaron. Con sus imperfecciones, esta Constitución nos ha permitido llegar hasta aquí y ser lo que somos.

Durante muchos años, los primeros de la Democracia, sólo la extrema derecha la rechazó. Los demás, incluido el Partido Comunista, valoraron lo que representaba y lo que había supuesto. Hoy día, los que no valoran lo que ha permitido conseguir, la desprecian y, los que pretenden imponer sus ideas alejados de todo consenso, claman por una nueva. En un país donde las constituciones eran impuestas por el partido en el poder y donde duraban lo que duraba éste, nos encontramos con muchos de nuestros jóvenes que no conocen su historia y a políticos que, no sólo la ignoran, sino que se aprovechan de ello.

Es legítimo pretender mejorarla pero no olvidemos que, más allá de detalles, su declaración de derechos y libertades sigue siendo la más completa y actualizada del constitucionalismo mundial. La Constitución dista mucho de estar agotada.

Finalmente, frente a declaraciones grandilocuentes, recordamos al Gobierno de nuestra Ciudad aquellos valores que propugna: los principios de publicidad, igualdad, mérito y capacidad para el Empleo y la Contratación pública así como una Administración Pública que sirva con objetividad los intereses generales y actúe de acuerdo con los principios de eficacia y coordinación, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho.

La Constitución Española de 1978 es la constitución democrática con un periodo de vigencia más duradero dentro del constitucionalismo español. Por algo será. 

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