2016: POLÍTICA

Un presidente en funciones y algunos barcos rusos

A los azares y lugares comunes de la vida política local, 2016 ha querido sumar una amenaza de convocatoria de elecciones generales el día de Navidad y un amago de incidente internacional a propósito de la llegada a Ceuta de una flotilla de la armada rusa. Los rusos, finalmente, no vinieron. Quien sí nos visitó fue el por entonces presidente en funciones Mariano Rajoy. 

visita Rajoy Ceuta
photo_camera Mariano Rajoy posa con los dirigentes populares de Ceuta ante el Ayuntamiento/ ANTONIO SEMPERE

El año en el que la incertidumbre atenazó a los españoles ante la amenaza de verse obligados a votar el día de Navidad, el candidato Mariano Rajoy estuvo en Ceuta. El por entonces presidente en funciones llegaba a la ciudad el 8 de junio con la compostura y el discurso previsible de quien viene a lucirse en un feudo propio.

Meses más tarde, la conformación de Gobierno hacía respirar a los populares. El trabajo estaba hecho. Desde ese momento en adelante, todo lo que habrían de hacer era aguantar, con la seguridad que concede saber que siempre se podrán convocar nuevas elecciones cuando el momento resulte propicio.

El ritmo de la vida política en la ciudad ha estado marcado, una legislatura más, por el PP de Juan Vivas. Los populares ceutíes planteaban desde el principio del año como un objetivo la reclamación al Gobierno de Madrid de la consolidación de las ayudas a los servicios básicos que, en la actualidad, el Estado presta de forma discrecional. En este afán, se coligaban con sus homólogos melillenses en una cita que el 14 de abril reunía en Málaga a los presidentes Vivas e Imbroda, un encuentro que se ha repetido varias veces a lo largo del año.

El estatus jurídico de la Ciudad, un viejo debate que se arrastra desde la aprobación del Estatuto, volvió a ser un año más asunto de discusión pública. Tras un 2015 en el que los tribunales habían desautorizado los nombramientos de viceconsejeros aprobados por la Ciudad, con lo de reconocimiento de limitación a la autonomía del Gobierno para configurar su estructura ello suponía, el nuevo año daba un respiro a los populares. En julio, el PP celebraba un dictamen del Consejo de Estado sobre el proyecto de Reglamento de Gobierno y de los Servicios de la Administración de Ceuta como una victoria. En una interpretación quizás en exceso sesgada, el PP concluía que el pronunciamiento del Consejo avalaba la tesis que sostiene la competencia de la Ciudad para establecer per se su régimen de organización y funcionamiento.

 

Malos tragos

El Gobierno local ha vivido, sin embargo, algunos malos tragos a lo largo de 2016. En abril, un juez condenaba a la Ciudad a abonar más de 6.000 euros en concepto de indemnización al veterano militante popular Jesús Fortes por su despido de la extinta Fundación Crisol de Culturas. Vivas se encontró con que quien se beneficiara de la creación de una entidad expresamente constituida para proporcionarle un sueldo, mordía la mano que le daba de comer y llevaba a sus protectores ante el juez.

Otra sucesión de pequeños escándalos quebró en algunos momentos del año la tranquilidad en la casa del PP. La anulación por resolución judicial de una medalla al mérito policial concedida al exsuperintendente de la Policía Local, Ángel Gómez, la condena de inhabilitación impuesta al exconsejero Premi Mirchandani y al exviceconsejero Salvador Jaramillo, el conflicto suscitado con el gestor del Centro Hípico, la dimisión forzada de un asesor nombrado por Vivas que acudió a la mesa de licitación de un contrato municipal en representación de una empresa privada o la terraza ilegal abierta en uno de sus negocios de hostelería por el consejero de Turismo, Fernando Ramos, crearon durante algunas semanas ciertas zozobras entre los populares, pronto superadas pese a todo.

Las críticas a la decisión unilateral del PP de cerrar de un plumazo la comisión de investigación abierta con motivo del Caso de Loma Colmenar tampoco acabaron de hacer mella en la imperturbabilidad de las huestes de Vivas.

 

Vida de partido

La vida interna de los partidos ha estado animada por las crisis, renovaciones y enfrentamientos suscitados en algunas formaciones. Una de las más notorias ha sido la escisión abierta en el seno del PSOE ceutí a propósito de la caída del exsecretario general Pedro Sánchez y la de creación de una comisión gestora encargada de dirigir el partido. El máximo responsable de los socialistas ceutíes, Manuel Hernández, mostró sin ambages su absoluto respaldo a Sánchez y participó, en su condición de miembro del Comité Federal, en la recordada reunión que acabó con la renuncia del hasta entonces cabeza visible de la formación.

Las disensiones vienen siendo más discretas en el seno del PP. El futuro de Vivas al frente del partido y del gobierno municipal ha sido puesto en cuestión por primera vez en muchos años. Las facciones toman posiciones de cara al cercano congreso de los populares ceutíes. Vivas, por si acaso, ya ha aclarado a través de sus declaraciones públicas que si alguien quiere removerle de su posición no lo tendrá fácil. El presidente advertía este mismo diciembre de que mantenía “la intención y el deseo” de seguir al frente del PP hasta 2021.

El tercero de los partidos zarandeados por los conflictos ha sido Ciudadanos. La formación naranja abría el año con la asignatura pendiente de cerrar la herida que había dejado la dimisión del antiguo coordinador y candidato al Congreso por el partido en diciembre de 2015, Abdelmalik Mohamed. Las disputas internas se solventaban en septiembre con la elección de una ejecutiva dirigida por Karima Aomar Dadi en la que las voces discordantes quedaban integradas.

 

La conexión rusa

Ceuta también hizo sus pinitos en política internacional en 2016. La armada rusa, cuyas visitas a la ciudad a lo largo de los últimos años había constituido el orgullo de la Autoridad Portuaria, se convirtió en motivo de conflicto. El anuncio de que los barcos rusos se disponían a recalar en Ceuta para surtirse de combustible antes de reiniciar su camino a Siria causó no poco revuelo en las cancillerías de varios países europeos. Finalmente, Rusia renunció al permiso que le había sido concedido después de que el Gobierno español, presionado por la OTAN, reclamara a Moscú detalles sobre el destino y propósito de la flotilla.

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