Su hijo discapacitado recibió un piso en Loma Colmenar

Lola, desahuciada por "okupas"

Esta es la historia de Lola Lara, madre divorciada de 66 años que confiesa: “A pesar de todos los palos que me ha dado la vida, yo esto nunca lo había vivido, era algo nuevo y es indescriptible la sensación de impotencia”.

José Antonio tiene 38 años y se mudará la próxima semana a una vivienda de Loma Colmenar. Es una de las personas que ha obtenido una adjudicación directa porque tiene una minusvalía del 93 por ciento. La mayor parte del tiempo la pasa en silla de ruedas y acompañado, cuando no está en una asociación, por su madre Lola. Él disfruta de la mudanza y de las compras, de ver cómo los muebles se van colocando aquí y allá en una casa que por fin tiene un baño adaptado y un dormitorio para su madre, que lleva durmiendo 5 años en un sofá. José Antonio sabe que hubo un tiempo en el que de pronto dejaron de llevar sus cosas a Loma Colmenar, pero poco sabe del calvario que ha pasado su madre Lola, para conseguir un piso adaptado a sus necesidades. Un piso que, un mal día, fue "okupado". Esta es la historia de Lola Lara, madre divorciada de 66 años que confiesa: “A pesar de todos los palos que me ha dado la vida, yo esto nunca lo había vivido, era algo nuevo y es indescriptible la sensación de impotencia”.

 

Grabé un vídeo del piso para  para que vieran que al fin nos iban bien las cosas

Los palos de Lola no son otros que a los que hoy en día se enfrenta buena parte de la sociedad. Dificultades de una madre soltera para encontrar un trabajo y una vivienda digna, con el añadido de tener a su cargo a un hijo completamente dependiente. Desde que en 2012 hizo las gestiones en Emvicesa para solicitar una vivienda a nombre de su hijo, Lola fue cambiando de un trabajo a otro, pasando por planes de empleo y viviendo el sueño de poder dar a José Antonio una vivienda en la que la silla de ruedas cupiera por las puertas y en la que hubiera un baño completamente adaptado. Mientras, un estudio de alquiler cubría las necesidades de ambos hasta que cuatro años más tarde recibe una llamada para que acuda a Emvicesa.

 

Adjudicatarios en las 317 viviendas de Loma Colmenar

Allí le comunican que su hijo es adjudicatario, en la promoción de Loma Colmenar, de una vivienda de las reservadas para el cupo de discapacidad. “Yo no me lo creía, les pedí varias veces que lo comprobasen”, explica Lola. Todo parecía que iba a ir bien para ellos a partir de ese momento. “Cuando pagamos la fianza y el primer mes de alquiler, nos dieron las llaves el 30 de agosto. José Antonio fue el primero que entró por la puerta y yo grabé un vídeo para mandárselo a nuestra familia en Málaga para que vieran que al fin nos iban bien las cosas”.

 

Ya habíamos encargado los muebles del dormitorio que estaban a punto de llegar, menos mal que no llegaron

A Lola no se le pasaba por la cabeza lo que quedaba por venir. La casa había estado dos años cerrada y tenía muchos desperfectos por lo que Lola hizo las gestiones para que se reparasen, contrató luz, agua y un servicio de limpieza. Compró varios enseres en ikea. “Todo a nuestro ritmo, dadas las necesidades que tiene José Antonio y a que estamos solos, íbamos llevando cosas a la casa. Ya habíamos encargado los muebles del dormitorio que estaban a punto de llegar, menos mal que no llegaron”, comenta Lola suspirando, “se lo hubiesen llevado todo, no han dejado nada y todo está lleno de desperfectos, incluida la ventana que rompieron para entrar y la puerta que rompieron para poder salir”.

 

Calvario tras la "okupación"

El 24 de noviembre Lola recibe la llamada de la entonces gerente de Emvicesa, Kissy Chandiramani: “Lola, ¿sabes que han entrado en tu casa? Me preguntó. Yo creía que el mundo se me venía encima. Kissy me contó que la "okupa" había ido allí a decir que había entrado en la vivienda y que sólo si la daban una se iría. Kissy me dijo que ella no iba a ceder al chantaje”.

Esa misma mañana Lola fue a Comisaría a denunciarlo y la aconsejaron que no intentara abrir la vivienda. Pese a esto, fue hasta allí con su hijo, la cuidadora y una amiga y llamó a la puerta, “nadie nos abrió así que nos fuimos”.

 

¿Qué cosas? Esto estaba completamente vacío, si no te has mudado será porque no te haría tanta falta

A la mañana siguiente Lola volvió. Esta vez sola. Quería comprobar si habían accedido también al trastero que les correspondía.

 

Enfrentamiento con los "okupas"

Cuando subió por las escaleras, se encontró las puertas de su piso abiertas de par en par y viniendo hacia ella a una jóven de unos 34 años –más tarde supo que estaba casada con un hombre de nacionalidad marroquí y que era madre de dos niños-. Mientras la joven se le acercaba pudo volver la vista hacia su piso y vio que estaba amueblado de arriba abajo. “Yo no lo entendía, ¿cómo pudieron llevar todo eso a allí de repente?, vi sus muebles, también vi mi lámpara colgando del techo y la joven me dijo con genio: ya sabes que de aquí no puedes pasar. Yo dentro y tu fuera”.

Lola confiesa que perdió los nervios y le preguntó que si le devolvería sus cosas: “¿Qué cosas? Esto estaba completamente vacío, si no te has mudado será porque no te haría tanta falta”, le contestó la joven.

Un enfrentamiento verbal entre ambas tuvo lugar cuando Lola le contestó que si además de "okupa" era ladrona. “Se puso como una fiera, diciéndome que si la iba a llamar ladrona, que llamaría a la policía. Yo la animaba hasta que vi bajar por la escalera, de casa de algún vecino, a su marido con dos cubos de agua –porque Lola les cortó tanto el suministro de agua como de luz-. El hombre era grande y corpulento. Me amedranté y me fui, vinieron siguiéndome hasta la calle gritando detrás mía”, recuerda Lola con el miedo aún reflejado en el rostro.

 

Paso por los juzgados

El caso de Lola llegó rápidamente a los juzgados. “Lo ha llevado la jueza que ha destapado todo lo de Emvicesa y la verdad que fue rápido y falló todo a mi favor. Me tienen que pagar lo que se han llevado de mi casa y los desperfectos, yo no he visto nada de dinero hasta ahora, no sé si me lo pagarán algún día”.

Yo no he visto nada de dinero hasta ahora, no sé si me lo pagarán algún día

Los "okupas" salieron del piso de Lola antes de la fecha que la jueza puso para el alzamiento, el 25 de enero, día en el que la policía se presentó allí con un cerrajero para proceder a sacar a los "okupas" de casa de Lola. No hizo falta.

Dos meses de calvario que ya han terminado para Lola. “Lo primero que hice fue poner una alarma en el piso”.

La mudanza está ya prácticamente terminada y Lola espera a que de nuevo le den de alta el suministro de agua para mudarse con José Antonio la próxima semana. “Ahora, otra vez, -dice Lola-, parece que nos empiezan a ir bien las cosas”. Lola todavía tiene por delante la batalla de cobrar los desperfectos ocasionados en el piso, pero eso, es ya otra historia.