Opinión

Sobre inseguridad

La inseguridad es, en ocasiones, una percepción subjetiva. Éste es el argumento que suelen emplear los representantes del Gobierno central en Ceuta cuando, de tiempo en tiempo, los medios dan cuenta de una sucesión de altercados y hechos delictivos que los ciudadanos interpretan como una situación inusual. Sea o no cierto que el índice de criminalidad ha crecido en la ciudad, habría de advertirse cómo este tipo de debates nacen preñados de riesgos que deberían considerar previamente quienes se lanzan a ellos con indisimulado entusiasmo.

La inseguridad es, en ocasiones, una percepción subjetiva. Éste es el argumento que suelen emplear los representantes del Gobierno central en Ceuta cuando, de tiempo en tiempo, los medios dan cuenta de una sucesión de altercados y hechos delictivos que los ciudadanos interpretan como una situación inusual. Sea o no cierto que el índice de criminalidad ha crecido en la ciudad, habría de advertirse cómo este tipo de debates nacen preñados de riesgos que deberían considerar previamente quienes se lanzan a ellos con indisimulado entusiasmo.

Las agresiones sufridas por varias adolescentes víctimas de robos han generado una suerte de hipersensibilización del nervio crítico de parte de la ciudadanía. Los mensajes clamando por una intervención inmediata de las autoridades con el fin de poner freno a lo que se percibe como un incremento de la inseguridad en las calles han comenzado a bullir en las redes sociales. Algunos foros han lanzado llamamientos para organizar una manifestación en demanda de mayor protección contra la delincuencia.

No existe nada más proclive a incurrir en demasías que un ciudadano atenazado por el miedo. Si somos víctimas de actos violentos, la demanda inmediata es la de identificar al culpable. Es entonces cuando resulta preciso tomar las mayores precauciones.

Entre los mensajes antes aludidos que probos ciudadanos publican en las redes manifestando su lógica preocupación se filtran otros de carácter insidioso, prejuiciosos o, sencillamente, malintencionados que dan por sentado quiénes son los responsables. Y los culpables, según esta cáfila de opinadores, acaban siendo siempre los mismos.

De ahí a que las hordas salgan en procesión con los hachones encendidos con el propósito de hacer justicia media un paso. Tengamos cuidado.