Opinión

Protocolos

La Ciudad y Defensa han dejado por escrito sus intenciones acerca de los futuros acuerdos que podrán formalizarse para la desafectación de territorios propiedad del Ministerio. Esta voluntad se viene reiterando desde hace no pocos años. Sólo resta conocer cuándo esta cooperación se manifestará en hechos reales.

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photo_camera Acto militar frente a las puertas de la Comandancia General/ C.A.

La Ciudad y Defensa han dejado por escrito sus intenciones acerca de los futuros acuerdos que podrán formalizarse para la desafectación de territorios propiedad del Ministerio. Esta voluntad se viene reiterando desde hace no pocos años. Sólo resta conocer cuándo esta cooperación se manifestará en hechos reales.

La servidumbre que al desarrollo urbanístico impone el vasto número de terrenos propiedad del Ministerio de Defensa ha sido un hándicap que la ciudad siempre ha tenido presente. Las reivindicaciones de la Ciudad, quizás no lo suficientemente reiteradas en los últimos años, no parecen haber cambiado el panorama en lo esencial.

El protocolo que las dos administraciones acaban de suscribir no compromete mucho a Defensa, aunque romper el silencio de vez en cuando sobre aquello que siempre está por venir pueda llegar a considerarse un avance.

Hace una década, el interés del Ministerio, que no ya el de la Ciudad, hizo abrigar esperanzas. Defensa proyectaba la creación de una Base Única que permitiera concentrar en un solo emplazamiento todas sus infraestructuras, lo que liberaría suelo para la ciudad. Pero, años después el plan de concentración de unidades sigue sin ejecutarse.

El secretario de Estado de Defensa, Agustín Conde, ha calificado ahora de “necesidad imperiosa” la construcción de esa Base Única y ha justificado el retraso del proyecto utilizando una excusa que, cuando menos, resulta familiar: la crisis.

El suelo de Defensa continúa en las mismas manos. Si el protocolo suscrito permite cambiar las cosas, en el futuro podremos decir que su firma constituyó un logro encomiable. Así que esperemos a que llegue ese futuro.