Opinión

Un mal año

Hay años en los que no merece la pena levantarse de la cama. Algo así ha debido de pensar el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, tras conocer que uno de sus cargos de confianza, el gerente de la sociedad municipal Amgevicesa, Antonio Díaz, está presuntamente involucrado en un turbio asunto de tráfico de vehículos intervenidos por la Justicia.

VIVAS
photo_camera El presidente Vivas atiende a los periodistas (C.A./ARCHIVO)

Hay años en los que no merece la pena levantarse de la cama. Algo así ha debido de pensar el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, tras conocer que uno de sus cargos de confianza, el gerente de la sociedad municipal Amgevicesa, Antonio Díaz, está presuntamente involucrado en un turbio asunto de tráfico de vehículos intervenidos por la Justicia.

Díaz, como todo hijo de vecino, está amparado por el principio de la presunción de inocencia. Lo cual no debe resultar suficiente para calmar la ansiedad en la que, de seguro, se debate a estas horas la primera autoridad de la Ciudad.

La detención en febrero de otro gerente de otra sociedad municipal y de dos de sus consejeras (recuérdese, aunque resulte ocioso, que hablamos de Antonio López, Susana Román y Rabea Mohamed) auguraba un mal año para el PP. Pero, como la vida no deja de demostrarnos a cada paso, todo es susceptible de empeorar.

En el caso de Díaz se da, además, la circunstancia añadida de que se trata del marido de la consejera de Sanidad y Servicios Sociales, Adela Nieto.

La acumulación de escándalos en torno al Gobierno de la Ciudad merece una reflexión en torno a cuánto celo emplean las autoridades municipales en la irrenunciable tarea de luchar contra la corrupción.  No parece mucho.