Opinión

Grandes avances

Hace creo unos treinta y seis años los paraguayos y los turistas compradores iban sobrados por las calles de Ceuta. La calle Real parecía Torremolinos y en cualquier portón abrían una tienda de indios, frase típica caballa para referirse al gremio del bazar.

Javier Chellaram
photo_camera Javier Chellaram

Hace creo unos treinta y seis años los paraguayos y los turistas compradores iban sobrados por las calles de Ceuta. La calle Real parecía Torremolinos y en cualquier portón abrían una tienda de indios, frase típica caballa para referirse al gremio del bazar.

No sé si en aquellos tiempos ya estaba al mando don Ángel Gómez, en la Policía Municipal. Sucedió que una grúa, haciendo su función, comenzó a retirar un coche mal estacionado. Hasta ahí todo normal.

Yo, que me dirigía con mi carpeta a las clases de mecanografía en la Academia Mercedes, caminaba entre dos familias que me flanqueaban por la acera de Confecciones Vega. Fue entonces cuando escuché la frase: “¡Anda Juan, mira, éstos tienen hasta grúa municipal y todo!

Ya sabemos los que tenemos más de cuarenta años el susto morrocotudo que esperaba a los quintos en Ceuta, alimentado por los tópicos de las plazas de soberanía, la referencia al África de los leones y la selva y la convicción entre los foráneos de que todos íbamos con la cachimba y las babuchas por la calle.

Me dieron ganas de haber tenido unos años más entre pecho y espalda para haber puesto la cara "colorá" al autor de aquella frase.

Han pasado los años y hemos avanzado lo que no está escrito, aunque estos paraguayos y turistas pasaron, junto con los bazares, a mejor (o peor) vida.

Yo soy muy observador, pero para ser asesor y consejero hay que estar en la arena, al pie del cañón, nunca con las camisas de bronce, tomando copas con los poderosos.

Ceuta ha conseguido grandes avances, aunque todavía tenemos esa cola tercermundista hacia la frontera, con dos carriles obsoletos en los que no son infrecuentes los colapsos camino del Hospital Universitario, Loma Colmenar o El Príncipe.

Hemos disfrutado de una Feria alegre, “dulce y marinera” con 78 detenidos, tres apuñalados y 656 kilos de hachís en el camión de un feriante. Otra Feria más y hasta el año que viene.

Vemos la calle Real llena de visitantes, unos de billetes, con la harca de niños y la suegra. Otros con coches flamantes, haciendo las compras y derrochando billetes en El Bingo Arabía de la Feria. Las tómbolas, los turrones, las macetas y el esplendor en sus caras de emoción con la traca final. Pero lo que más me conmueve de la multiculturalidad son esos magrebíes cantando fandangos a las niñas caballas (“soltera te vas a quedar”) que no mejorarían ni con el toque de Paco Cepero.

¿Y qué hay de las grandes rotaciones de las navieras a toda marcha? Sólo hay que ver esa bocana, con los FRS, Baleària y Acciona. Y además, los grandes despliegues en el embolsamiento de vehículos en la explanada de El Chorrillo, sistema ideado para coordinar los atajos fronterizos: coches patera, a la derecha; turismo de la Operación Paso del Estrecho, a la derecha.

Conclusión final: tenemos una ciudad en un punto estratégico entre Occidente y el Magreb y grandes potencialidades para el comercio comerciales, aunque todo esté cerrado cuando arriba a puerto un pedazo de crucero.

Ni tiendas, ni cafeterías, ni bares, ni servicios auxiliares donde aconsejar, orientar, ayudar, ni "puntos turísticos"… ¡Nada! Pero, qué bien se está en el chiringuito con la camisa de bronce tumbado refrescando el gaznate. Que sea el ciudadano el que haga de cicerone con nuestros visitantes.

Con todos los grandes avances e inversiones en esta tierra, sólo somos portada a nivel nacional por los subsaharianos entrando en tropel por la frontera y por los camiones que van de vuelta de la Feria sacando polizones por doquier.