Opinión

¡Bien… por fin el tablero de ajedrez político se ha situado!

Porque… esto es así, al fin las piezas de ajedrez político se han situado en el tablero. Es un juego diferente a cuatro bandas. Por una parte tenemos el partido más votado, el PP, que mantiene las fichas blancas y por otro el segundo partido el PSOE, que mantiene las fichas negras. Pero como digo es un juego diferente, ya que en el mismo tablero se han situado dos tipos de figuras nuevas, las naranjas lideradas por Cs y las moradas por PODEMOS. Hasta aquí la fichas que participan en el tablero. Todas intentando que su color gane la partida. ¡Y en este juego no puede haber tablas! Y voy a explicar mi ¿Por qué?

          Pongamos que actualmente el líder de las fichas blancas se ha enrocado, es decir que ha ralentizado su juego dedicándose a maniobras de defensa sin mover ficha aparentemente y esperando los movimientos de sus contrincantes. Por otra parte su oponente, el líder de las fichas negras se niega a mover ficha ahora, ya que cualquier movimiento en falso seria oportunamente utilizado por sus otros oponentes en su desventaja y también se ha enrocado intentando defender mejor a su líder.

          Pero los otros jugadores, que juego están realizando, mientras ven como los grandes jugadores se enrocan y se mantienen únicamente en actitud defensiva, sin visos de realizar jugadas ofensivas que no tienen seguras. Porque tan como están situadas las fichas el jugador naranja del Cs, ha dominado los cuatro cuadros del centro, posición que en ajedrez siempre da una extraordinaria ventaja al que lo consigue. Y por ello después de afianzar dicha posición se mantiene a la espera de la ayuda necesaria que solo el puede prestar a cualquiera de los lideres de las fichas negras y de las blancas.

          Solo queda entender la situación de las fichas moradas, que son las únicas que tienen la obligación de mover ficha, ya que no les interesa un juego que les mantenga durante cuatro años inactivos y con la siguiente perdida de fuerza en sus jugadas. Y son los únicos que ante dicha posibilidad, encuentran como única forma de alcanzar la victoria, utilizar su posición, que no es tan fuerte en el tablero, siempre tangencial para forzar un nuevo comienzo y reparto de fichas, es decir colocar de nuevo mediante las urnas las fichas en diferentes lugares del tablero.

          Mas esta estrategia de hace el juego imposible, no creo que pueda salirle bien, puesto que los demás oponentes saben con seguridad que si el líder de las fichas negras permite una nueva recolocación de sus fichas es posible que pierda su posición dominante sobre las fichas moradas y por otra parte el líder de las fichas blancas sabe que una nueva restructuración del tablero de juego, le seguirá impidiendo ganar con claridad. Solo el de las fichas naranjas, sabe que siendo necesario para desplazar la posible victoria de cualquiera de las otras dos, se mantiene firmemente inmóvil en su situación de privilegio esperando la alianza con alguna de ellas o… ¿de las dos?

          Y así están las cosas, unas nuevas elecciones solo benefician a las fichas moradas, que por ello lanzan sus ataques verbales tan absurdos y furibundos, los demás jugadores perderían con ello. Son reglas básicas del conflicto revolucionario una rápida victoria o sino el tiempo diluye el ardor guerrero de los revolucionarios y sus expectativas, produciendo un desencanto fatal para el triunfo de la revolución política que pretenden.

          Por otro parte al líder de las fichas naranjas, no seria ningún perdedor en la nueva recolocación del tablero ya que seguiría manteniendo su posición de fuerza dominando los cuatro cuadros del centro o… ¿A lo mejor aumentaría su fuerza con más casillas?

          Por eso creo, que una vez terminado el vergonzante rifirrafe que nos han mostrado estos días, al fin… intervendrán las propias bases y barones de los partidos obligándoles a un acuerdo entre ellos buscando una mayoría simple, en la que las fichas naranjas, se han mostrado como únicas capaces de darles el triunfo y evitar el riesgo de un juego farragoso para las reglas del ajedrez político que las fichas moradas están realizando.