Opinión

¡Jo..., qué tropa!

“¡Jo… qué tropa!” es una expresión que se atribuye a un político español de hace cierto tiempo. Al parecer, a este personaje todos los demás congresistas le animaron para que se presentase a presidir la Cámara. Y fueron tantos y tan convincentes que el pobre hombre, obligado por tanto ofrecimiento, así lo hizo, y cuando se realizó el recuento de votos no le había votado nadie. Por ello, resignado, dijo lo que dijo: “¡Jo… qué tropa!”.

“¡Jo… qué tropa!” es una expresión que se atribuye a un político español de hace cierto tiempo. Al parecer, a este personaje todos los demás congresistas le animaron para que se presentase a presidir la Cámara. Y fueron tantos y tan convincentes que el pobre hombre, obligado por tanto ofrecimiento, así lo hizo, y cuando se realizó el recuento de votos no le había votado nadie. Por ello, resignado, dijo lo que dijo: “¡Jo… qué tropa!”.

Y esto es lo que pienso de nuestros políticos sin casi excepción, ya que el panorama de nuestro país es ciertamente lamentable y veamos por qué.

Pues resulta que en el País Vasco un terrorista reconocido y demostrado, recién salido de la cárcel, es elegido como cabeza de lista de un grupo separatista, pero al ser inhabilitado por la junta electoral debido a una sentencia firme de inhabilitación para el sufragio pasivo, algunos de los partidos deciden que esto es un ataque a la democracia y otros callan poniéndose de perfil. Entonces… ¡para qué sirven la justicia y sus sentencias si luego cuando no interesan políticamente se olvidan de ellas y defienden ese error jurídico que también se intentó utilizar en otros momentos!.

Esa doctrina rechazada que simplemente era que si el pueblo consideraba que no se merecía pena el delito esta debía ser perdonada. Y, así, alguno se permite el lujo de decir que “deben ser los vascos los que decidan, no los jueces”. Absurdo, ya que demuestran un total desconocimiento de Euskalerria, donde la mayoría no lo quiere ni participan de esa idea.

¡Conozco muy bien las Vascongadas y sé de lo que hablo! Pero para ellos tiene su propia lógica. ¡Vamos, que si yo quiero la independencia, sujetarme a las leyes de la nación no deja de ser una incongruencia! Pero también lo es presentarse a las elecciones nacionales y esto también lo hacen. Luego, ¡jo…, qué tropa!

Pero no queda la cosa ahí. El País Catalán sigue en sus trece de separarse del resto del territorio nacional, pensando que eso es la panacea para todos los catalanes. Y así, erre que erre, siguen en su programa de desconexión, que así lo llaman ahora. Por tanto dicen, con toda la razón del mundo, que solo obedecerán las leyes que emanen del parlamento por ellos elegido, es decir, que de los tribunales españoles no quieren saber nada de nada, salvo que les favorezcan sus fallos, porque entonces manifiestan su absoluto respeto a los mismos.

Pero bien, a ellos les va de maravilla con su actitud y la falta de firmeza de un gobierno inexistente. ¡A ver quién los para, porque son los antisistema los que están gobernando dicha situación! Y allí tampoco todos los catalanes están de acuerdo con ello. ¡Jo… qué tropa!

Porque esa es otra. Todavía después de más de nueve meses seguimos sin gobierno estable. Y esto es porque hay rayas rojas insalvables, que tan solo se basan en que o soy yo el que gobierna o aquí no gobierna nadie. Es decir, que solo interesa su poder y posición personal y, mientras, la casa nacional sin barrer.

Y son muchos los problemas que hay que afrontar por el bien de todos: los presupuestos necesarios para el reparto de los dineros que tanto necesitan hasta los independentistas; la fiscalización de las subvenciones, fuente de toda corrupción política, que crea clientelismo político y anula la libertad de expresión; la limitación de los mandatos en el gobierno de los ciudadanos; la banca campando libremente por sus derechos, etc, etc. En fin, que cada vez veo más cerca las nuevas elecciones como regalo de Papá Noel. Y la mayoría de los españoles no lo queremos. ¡Jo… qué tropa!

Podía alargarme mucho más con numerosos ejemplos reales que todos conocemos, pero no merece la pena ya que haría interminable este pequeño artículo, y además son cosas que todos conocemos y si las ignoramos solo basta mirar a nuestro alrededor. Pero bueno, esto es casi histórico en nuestra nación.

Ya solo como colofón decir que actualmente estamos asistiendo a un linchamiento de las personas mayores a quienes muchos de los jóvenes ven como irrelevantes para sus vidas y así escuchamos en los partidos políticos esa brecha que han cavado entre los que ellos consideran viejas glorias ya inútiles para la soberbia de los nuevos jóvenes emergentes. Es decir, que nada de lo que hicieron estos mayores fue bueno para nadie, olvidando que con ellos se consolidó lo que ahora estos nuevos progres disfrutan y destruyen sin futuro. ¡Qué lejos queda aquello de que cada vez que una persona mayor se va, se pierde un libro! Se nota que a determinados jóvenes no les gusta leer. Aprenden más de Pokemon.  ¡Jo… qué tropa!

Así que, mirando mi entorno, solo puedo plagiar a ese pobre congresista y repetir eso de ¡jo… qué tropa!