Los ciudadanos retiraron la confianza mayoritaria al Partido Popular el domingo día 20 de diciembre de 2015. Desde ese mismo instante, los distintos líderes de la izquierda española comenzaron las conversaciones conducentes a alcanzar su único objetivo electoral tangible, expulsar a Mariano Rajoy del Gobierno de España. Atrás quedaron los problemas que preocuparon y ocuparon a los españoles durante meses: desempleo, crisis, reforma constitucional, independentismos, terrorismo, corrupción, sanidad, educación o inmigración.
No ha sido una sorpresa, durante meses he mantenido que el Partido Popular no gobernaría el país si no alcanzaba mayoría absoluta. Hemos tenido múltiples ejemplos tras las últimas elecciones locales y autonómicas celebradas, que arrebataron alcaldías a quienes las habían ganado en las urnas a manos de tripartitos y cuatripartitos de muy variados colores. No olvidemos los ejemplos de capitales tan importantes como Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz o La Coruña.
No obstante, existe una amplia mayoría de españoles que pensamos, que España necesita seguir contando con un Gobierno estable que proporcione estabilidad a los mercados y confianza a los inversores. Un Gobierno que afronte la actual situación con sentido de Estado, generosidad y responsabilidad. Y en ello está el Partido Popular, en disposición de impulsar un gran acuerdo que dé respuesta a la voluntad que los españoles expresaron en las pasadas Elecciones Generales, pues no podemos olvidar que fue la formación más votada.
Sin ninguna duda, lo más razonable y, además, lo que más se ajusta a la voluntad mayoritaria del conjunto de los españoles, es formar un Gobierno de amplio apoyo parlamentario, que sea capaz de gobernar, generar confianza dentro y fuera de España, y proporcionar la estabilidad y certitud necesaria. Hoy nos encontramos ante el reto de seguir impulsando un cambio de modelo, desde el consenso y garantizando el respeto a la unidad de España, la soberanía nacional y la igualdad de todos los españoles.
