Opinión

Occidentalismo

Leyendo el título del presente artículo podría venir a la mente de cualquier lector las consideraciones que la palabra que lo encabeza sugiere en tanto en cuanto la tendencia que defiende los valores, el sistema social, político y económico, el modo de vida, etc., que son propios del conjunto de países occidentales. Sin embargo, si leemos a autores contemporáneos reconocidos como el activista palestino-estadounidense nacido en Jerusalén Edward Said, quizás las connotaciones del término pueden variar, y no solo frente a la propia definición del Diccionario de la Real Academia Española referida supra, sino también en torno a su determinación como algo opuesto o no a lo dispuesto a lo largo de la obra más célebre del citado autor, llamada “Orientalismo”.

Leyendo el título del presente artículo podría venir a la mente de cualquier lector las consideraciones que la palabra que lo encabeza sugiere en tanto en cuanto la tendencia que defiende los valores, el sistema social, político y económico, el modo de vida, etc., que son propios del conjunto de países occidentales. Sin embargo, si leemos a autores contemporáneos reconocidos como el activista palestino-estadounidense nacido en Jerusalén Edward Said, quizás las connotaciones del término pueden variar, y no solo frente a la propia definición del Diccionario de la Real Academia Española referida supra, sino también en torno a su determinación como algo opuesto o no a lo dispuesto a lo largo de la obra más célebre del citado autor, llamada “Orientalismo”.

Bajo el hashtag #SyriaConf2017 (Conferencia sobre Siria de 2017) y el título “Apoyando el futuro de Siria y su zona de influencia”, el Consejo de la Unión Europea lleva celebrando desde hoy en Bruselas, con representantes de diversos países pertenecientes a la Unión Europea como Alemania, otros que no lo son como Noruega, y otros del mundo árabe como Kuwait o Catar, una serie de conferencias que pretenden mostrar los avances (si es que los ha habido) y desafíos que representa la situación geopolítica de Siria en el panorama mundial y las posibles (que no reales) soluciones a un conflicto que ya se extiende por siete años en una de las partes limítrofe de la antigua Mesopotamia, y en la que no parece que termine de concretarse una política que saque a ese asediado país del atolladero en el que se encuentra.

Edward Said consideraba (al más puro estilo de las potencias occidentales que se remontan a la Baja Edad Media (S.XI-XV)) el orientalismo como una noción impregnada en los diferentes gobernantes de occidente desde aquel periodo hasta recientes fechas (el imperialismo no cesó de manera generalizada hasta el estallido de la 1ª Guerra Mundial, pues aún perdura, sobre todo en muchas mentes), que servía para justificar el colonialismo, la toma de tierras y recursos, la esclavitud, así como agresiones a la propia civilización de diferentes partes de ese “exótico” Oriente, el cual, hasta el descubrimiento de América, solo se localizaba en una parte del globo. Entre una de esas tantas consideraciones quedó en mi retina una muy utilizada por los colonos ingleses conocida como “Nature versus Nurture”, el de la contraposición entre la naturaleza en su estado primitivo y el arte o la cultura, perteneciendo la primera supuestamente al Oriente y la segunda al Occidente.

Y digo supuestamente pues parece que el orden de un tiempo para acá se ha alterado de manera tan considerable que uno no sabe dónde localizar cada postura. Cabe decir que la noción referida de orientalismo no solo comprende el actualmente conocido como Oriente Próximo, sino también civilizaciones milenarias del Oriente Medio como la hinduista (la palabra hindú proviene del idioma persa comedores de pan, que era la manera en que los persas pronunciaban el nombre del río Sindhu (en español, el río Indo, que antiguamente era la frontera de Indostán)), o la propia colonización de América, especialmente represiva por parte de los colonos ingleses frente a los indios nativos en lo que actualmente son los EEUU de América.

La realidad es que a pesar que los esfuerzos diplomáticos que se vienen realizando en pro de la paz en Siria llegan tarde, éstos son laudables. Sin embargo, los interrogantes sobre los factores de desestabilización en Oriente Próximo no terminan de rondar en nuestra cabeza desde la invasión de Irak de la cual se cumplió hace escasas fechas (19 de marzo de 2003) su sombrío aniversario. Las elucubraciones desde esa fecha se plantean en torno a la existencia de armas de destrucción masiva, entre las que se encuentran las químicas, de desafortunada actualidad, culpando la comunidad internacional a Bachar al-Asad de utilizarlas contra civiles en fecha de ayer, de la cual nos quedan imágenes desgarradoras que causan impotencia.

Una impotencia que ya se viene prolongando demasiado en el tiempo pues, entre otras incógnitas, uno se plantea quien ha armado a los diferentes grupos que hacían llamarse defensores de las revoluciones ciudadanas y la paz en los diferentes países que se han visto afectados en Oriente Próximo y parte del norte de África, diluyendo seguramente a los que sí que merecen un futuro digno (relegados a un segundo plano), y que han vivido y siguen padeciendo en sus propias carnes la barbarie y la sinrazón, así como otras consideraciones en torno a los gobernantes “de quita y pon” que tanto se han caracterizado en los banquillos “presidenciales” de los mencionados países, entre los cuales se plantea el dilema entre cuales han hecho el bien o el mal, entrando de nuevo en esa dicotomía con carácter de acertijo, la cual, sin embargo, presenta multitud de apariencias con la propia “oposición binaria” entre Oriente y Occidente.