Opinión

Hay que asumir responsabilidades

Mucho revuelo se ha formado tras la improvisada remodelación del gobierno local, se ha especulado mucho acerca del motivo de estos cambios, pero lo que nadie con alguna responsabilidad o representatividad política se ha molestado en solicitar es la pertinente auditoría de la gestión realizada por los políticos salientes de cada una de las consejerías modificadas.

Juan Redondo

Mucho revuelo se ha formado tras la improvisada remodelación del gobierno local, se ha especulado mucho acerca del motivo de estos cambios, pero lo que nadie con alguna responsabilidad o representatividad política se ha molestado en solicitar es la pertinente auditoría de la gestión realizada por los políticos salientes de cada una de las consejerías modificadas. Posiblemente algunos de los consejeros salientes hasta saldrían bien parados en caso de hacerse tal actuación, pero el hecho de que nadie se moleste en hacer público el balance de resultados de esta gestión, pone en entredicho no ya sólo la labor del consejero, sino también la de todo el Gobierno en pleno.

Es evidente que tanto uno como otros muestran un manifiesto interés en pasar de puntillas por este asunto y mirar para otro lado ante los verdaderos problemas que subyacen en estos cambios y que hacen que muchas de estas consejerías se hayan convertido en un verdadero caos.

De hecho si nos paramos para analizar la situación en alguna de ellas, los hechos cantan por sí solos, siendo uno de los casos más flagrantes el que aqueja a un área de suma importancia para la ciudad, caso de la de Urbanismo, resultando incomprensible que a causa de una continuada falta de personal, queden sin ejecutar las innumerables órdenes de derribo de la infinidad de obras ilegales que se esparcen por la ciudad, situación está derivada no ya sólo por la falta de arquitectos, aparejadores o técnicos en general, sino también de los equipos jurídicos que agilicen los trámites legales asociados a todos estos expedientes.

Toda esta cuestión no resulta para nada baladí, pues se da el caso que el potencial infractor va por lo general muy por delante de la administración y aun estando todo documentado, estos muy bien asesorados, se dedican a recurrir una y otra vez al objeto de paralizar "sine die" los previstos procesos de demolición. En este sentido hay casos que ya claman al cielo, como por ejemplo edificaciones declaradas en ruinas hace más de diez años y que todavía siguen en pie o edificios de cinco plantas construido en terrenos públicos, de los que ni siquiera se conoce la identidad de sus promotores.

Como se puede apreciar los cambios no sólo se deben hacer de cara a la galería, sino que estos también deben de ir en profundidad, pues queda claro que el responsable máximo de toda esta gestión, viene dando tumbos desde hace ya mucho tiempo, siendo la prueba más evidente, el que a la fecha sigamos sin aprobar el nuevo PGOU, cosa que va todavía para largo, ante la incapacidad manifiesta de los políticos encargados de poner los medios y remedios para que este salga adelante y ponga fin de una vez a todas estas ilegalidades que proliferan impunemente desde el Príncipe, Arcos quebrados, Poblado de sanidad, Recinto sur o Sarchal.

Es evidente que cuando existen unos desajustes tan importantes en la actuación de estas Consejerías, es normal que se proceda al relevo inmediato de su responsable, con lo que el cambios realizado en medio ambiente puede ser hasta entendible, pues aún siendo está Consejería una de los mejor dotadas presupuestariamente, se veía a leguas que en absoluto funcionaba, sobre todo si tenemos en cuenta que bajo su responsabilidad se gestionaban asuntos especialmente importantes para el ciudadano, como lo es el agua, la recogida de residuos, la planta de tratamiento o la limpieza urbana entre otras,

Y bueno de la Consejería de Turismo, poco que decir, menos peso y contenido imposible, un verdadero fiasco, con unas funciones que se reducen a dar un poco el pego cuando llega Fitur y al despliegue de carteles cada cierto tiempo, todo ello muy prestante sí, pero que poco o nada soluciona a un sector que sigue sin despegar y que está carente de ideas, a pesar del enorme potencial que en este sentido posee una ciudad con las características de Ceuta.

Pero lo peor de todo es la sensación que se está dando de barco a la deriva, algo muy evidente a pesar de los esfuerzos que el ejecutivo hace por aparentar lo contrario. Desde luego que ya no lo consiguen y que su rumbo amenaza con el naufragio, cosa que suele pasar cuando por lo general se anteponen los intereses particulares y partidistas a los de la ciudadanía en general.