Opinión

Y se dieron el trumpazo

Vivimos en un mundo convulso, hasta el momento dominado por un orden político que ya está dando muestras de agotamiento y de incapacidad para resolver los innumerables retos que hoy día enfrenta la humanidad, movimientos migratorios en masa, estancamiento económico, crisis políticas, guerras y sociedades desvalorizadas, serían algunos de esos retos a los que la clase política dominante y los sistemas diseñados por ella desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cada día tienen menos posibilidades de dar respuesta.

Algunos países y muy especialmente las sociedades que lo forman, buscan un cambio real y profundo de la situación y es quizá en ese deseo que podemos encuadrar fenómenos como el que hace escasamente una semana se ha producido en Estados Unidos con la elección, contra pronóstico, de Donald Trump como presidente de la nación más poderosa del mundo, hecho excepcional por inesperado, al que también podríamos añadir el sorpresivo resultado del referéndum inglés que ha llevado a la salida del Reino Unido de la Unión Europea o la firme oposición del pueblo colombiano al injusto enjuague que se pretendía con los terroristas de las FARC.

Queda claro que los procesos políticos ideológicos mundiales están cambiando, superando con creces la tradicional dicotomía política de izquierdas y derechas, para plantear una nueva dimensión basada en la pugna por el poder entre los defensores del actual modelo globalizador y aquellos que defienden el derecho de las naciones a ser soberanas y a decidir libremente su destino, al margen de lo dispuesto por unas élites políticas y financieras internacionales, totalmente ajenas y desconectadas de los verdaderos problemas de los ciudadanos.

Sin entrar a valorar si Trump sí o si Trump no, la realidad es que la gran mayoría de los estadounidenses han visto en lo que representa el ahora ya electo presidente norteamericano, la respuesta a su velado deseo de decir basta, de poner fin a las imposiciones de todo tipo, ideológicas, culturales, económicas o sociales sin ni siquiera tener en cuenta los deseos de quienes las tienen que padecer, de querer desnaturalizar a las sociedades privándole de sus valores, cultura, identidad o tradiciones para convertirlos en meros consumidores o simples números estadísticos en los cálculos realizados por esas mismas élites.

El pueblo norteamericano ha escogido su camino y este discurre por senderos muy distintos a los trazados por esos grupos políticos y financieros aludidos que han venido dominando el panorama y que aun tratándose de poderes fácticos acostumbrados a moverse entre bambalinas, la irrupción de un fenómeno político como el representado por Trump, que amenaza desde el epicentro lo por ellos diseñado, les ha hecho quizá involuntariamente, tener que dar la cara y mostrarse con nombres y apellidos. Indudablemente y por si alguien albergaba todavía alguna duda, lo que pase en Estados Unidos tendrá una importantísima repercusión en Europa y por su puesto en el resto del mundo.

Mientras tanto en España como diría un castizo "a verlas venir", el convencimiento de una segura victoria de la candidata demócrata y la apuesta de todos los sectores políticos y económicos del país por la señora Clinton, nos deja una vez más en nuestra historia en fuera de juego y con cara de bobos, con un gobierno que ahora mismo no sabe cómo decir aquello de  "donde dije digo ahora digo Diego" máxime si se trata de un país que como España está totalmente mediatizado por los Estados Unidos de Norteamérica. Habrá que esperar acontecimientos, aunque se puede intuir que la nueva administración Trump no tenga especial afinidad con un país que, como el nuestro, había asumido todos y cada uno de los postulados políticos e ideológicos representados por la administración Obama-Clinton.

Ahora bien y si nos centramos un poco en lo que nos toca más cercano, vemos cómo aquí seguimos paso a paso lo que nos dictan desde otros sitios, para quienes la máxima a seguir es dar la imagen de que algo cambia para que todo siga siendo lo mismo. Nuestra ciudad es un firme exponente de lo que pasa en el resto de nuestro país, aquí esos poderes fácticos siguen haciendo de las suyas y poniendo y quitando a su antojo, con el beneplácito de algunos políticos poco acostumbrados a cuestionar tales imposiciones y que en Ceuta, por ejemplo, dan como resultado nombramientos para dirigir asuntos de especial relevancia, caso el de Acemsa, de personas que ni estaban ni además se les esperaba, apariciones curiosas estas que nos dan una idea de como siguen funcionando esos poderes fácticos por el momento.

Para muestra un botón, aquí seguimos anclados en las mismas formas políticas, en las que unos mandan y maquillan y otros simplemente callan y otorgan. Pero la realidad es que el mundo está cambiando y de una forma u otra, para bien o para mal, también nos afectará de lleno, incluso a pesar de que aquí algunos se piensen que con ellos no va la película.