Feria de Ceuta

El último amanecer en la Feria

“Esto es lo peor de la Feria”, dice uno de los voluntarios de Los Varales. Hace apenas media hora que ha cerrado la última caseta. El recinto ferial parece el escenario de un desastre, tal vez un huracán. Pero no está desierto. La actividad bulle, aunque nadie baila, ya no suena la música y si se bebe algo es agua o café. Ha llegado el final de las fiestas patronales, pero todavía no es momento de acostarse. Queda lo peor. Recoger. Desmontar, desmantelar, barrer, fregar, limpiar, embalar, cargar. “Y pasar tres controles, eso sí que es lo peor”, suspira un feriante.

Por vez primera, además, el recinto ferial no es esta vez un ir y venir de inmigrantes y policías a la carrera, en la estremecedora caza al hombre en la que se convertía la Operación Fin de Feria y que parece haber pasado a la historia con la exigencia de visado en la frontera del Tarajal. “Esta vez no hay ninguno”, dice una de las cocineras de la hamburguesería Inma. “Están en el puerto, que los he visto yo cuando he ido a por el camión”, apunta su compañero.

Algunos se apuran para ser los primeros en pasar el dispositivo de control de la Operación Fin de Feria, otros se lo toman con calma, conscientes de que no saldrán con suerte hasta la noche. Y sentados en un banco, ajenos a todo charla tranquilamente un grupo de chicas y chicas jóvenes. Son los últimos de la feria 2022. Y, aunque son ya cerca de las nueve de la mañana y seguramente hayan encadenado varios días seguidos de juerga, lucen sonrientes y aparentemente despejados. Bendita juventud.