ENTREVISTA

Milans del Bosch: "Ceuta es un lugar donde me he sentido querido y respetado"

El teniente coronel Joaquín Milans del Bosch pasa a la reserva tras más de una década como jefe de información de la Comandancia General de Ceuta. 

El teniente coronel Milans del Bosch. A la derecha, el militar en una misión internacional (CEDIDAS)
photo_camera El teniente coronel Milans del Bosch. A la derecha, el militar en una misión internacional (CEDIDAS)

El “Viernes Regular”, programado para el próximo día 15, será el escenario de la despedida del teniente coronel de Caballería José Joaquín Milans del Bosch Jordán de Urries, quien pasa a la reserva este año tras cumplir la edad reglamentaria. Milans del Bosch ha desempeñado durante más de una década las labores de jefe de información de la Comandancia General de Ceuta.

 

La suya es una familia de profundo arraigo y tradición militares. Imagino que era obligado para un niño adoptar la carrera castrense.

Desde muy niño, me fui alimentando anímicamente de historias y sucesos memorables de militares de la familia que me contaban en casa y de la vocación de servicio a España que de ellas se desprendía. Yo quería ser como ellos.

El mero hecho de ver llegar todos los días a mi padre de uniforme a casa y las historias que me contaba sobre su trabajo, sus maniobras, sus soldados… eran suficiente para ir acrecentando y definiendo mi única idea y vocación: la de ser militar. La tradición militar de mi familia, que se remonta a cinco generaciones, supuso un aliciente, pero también una responsabilidad para abrazar la carrera militar.

 

¿Ha sentido alguna vez que ha gozado de algún tipo de ventaja gracias a su apellido?

Yo no he sentido tal cosa. Llevo el apellido paterno que, con mucho orgullo, me ha tocado llevar. No me he sentido beneficiario de ventajas ni en la Academia militar ni en mi vida profesional activa. Mis compañeros, superiores y subordinados siempre han respetado ese apellido y mis amigos militares han sido amigos de mi persona, no de mi apellido.

Para mí ha sido una responsabilidad extra apellidarme así porque en la milicia se espera que un Milans del Bosch no sea un profesional mediocre sino que demuestre en su trabajo diario, en su acción de mando y en sus relaciones personales las virtudes que deben vestir a un buen militar.

 

Imagino que en una trayectoria tan larga habrá recorrido un buen número de destinos.

Fundamentalmente, y en orden cronológico, he estado destinado en Valladolid (Regimiento de Caballería acorazado “Farnesio-12”), en Fuerteventura (Grupo Ligero de Caballería del 3er Tercio de la Legión), en Valencia (Regimiento Ligero Acorazado de Caballería “Lusitania-8” y en el Cuartel General de la OTAN de Despliegue Rápido) y, finalmente, en Ceuta (Cuartel General de la Comandancia).

Desde luego Ceuta ha sido el lugar donde me he sentido, por el mero hecho de ser militar, querido y respetado, donde he paseado con orgullo el uniforme por sus calles sin sentirme un “bicho raro”, donde he percibido la españolidad de este rincón de España y donde, en fin, he sentido que mi labor frente a la oficina de comunicación, durante estos once años, ha sido útil por difundir información transparente a la sociedad, a la que servimos y de la que somos parte intrínseca.

 

¿Qué actos son los que recuerda con más afecto?

Todos los actos importantes militares en las calles o acuartelamientos me han gustado (patronas, aniversarios de creación de unidades, sábados legionarios, viernes regulares, arriados públicos, actividades por día de las Fuerzas Armadas, etc.) pero sobre todo aquéllos en los que ha habido un apoyo e interacción del público ceutí. Han sido, para mí, importantes y emotivos. Si tuviera que quedarme con algunos de ellos sería con los actos de despedida de los contingentes que participaron en Líbano (2012) y Mali (2016), especialmente la emoción y alegría que sentían sus familias a su vuelta una vez finalizada la misión.

 

Por desgracia habrá tenido también momentos amargos.

No puedo olvidar el acto militar de honras fúnebres, en el acuartelamiento del Regimiento “Montesa-3”, al capitán de caballería Sergio Barreda, fallecido en acto de servicio durante la “prueba de unidad” (2016), cuya emoción contenida en todos los presentes en el acto permanece en mi memoria.

 

Ha estado usted en varias misiones internacionales...

Sí, y me congratulo por haber participado en el comienzo de varias de ellas, es decir, lo que yo llamo “misión cero”. Estuve en Bosnia en plena guerra de los Balcanes (1993), Kosovo (dos ocasiones, 1999 y 2001), Irak, también en plena guerra (2003), Bosnia (de nuevo en 2006) y Líbano (2013). Además he tenido la inmensa fortuna de haber sido destinado o comisionado a cuarteles generales multinacionales fuera de España: en el cuartel general de Eurofor en Florencia, Italia de 2005 a 2008 y el cuartel general de la OTAN en Bucarest en 2018.

 

¿Cómo se ve a los militares españoles en el exterior?

Para los ciudadanos de un país al que llega una misión española ser español significa simpatía, humanidad y nobleza y para los militares de ejércitos extranjeros, profesionalidad a un máximo nivel. España se debe sentir muy orgullosa del papel que desempeña nuestras Fuerzas Armadas, nuestros soldados, en las misiones en el exterior.

 

Se queda con el sabor amargo de no haber podido estar para el Centenario de La Legión…

Sí, es verdad. Es como una espina clavada. No podré informar, cooperar y difundir las actividades del centenario de creación de la Legión en la ciudad que fue su cuna, Ceuta, y más cuando durante tres años de mi vida militar, de joven teniente, vestí el honroso uniforme verde de la Legión. Seguramente, quien me releve en el puesto lo hará mejor.

 

Por otro lado, sin embargo, ahora dispondrá de más tiempo para disfrutar de sus aficiones. Nos consta que es usted un apasionado de la fotografía.

Después de 44 años de servicio a España con uniforme, quiero, a partir de ahora, iniciar una nueva vida, la artística, la que llevo dentro y que no he podido desarrollar completamente. Esta vida artística tiene que ver con la pintura, la fotografía y la escritura, tres opciones que me permiten difundir emociones en lugar de informaciones, pero también llegar a un determinado público y poder expresar mis sentimientos.