Reuniones ilegales en pandemia

Reservar una habitación de hotel en clave formal y ocuparla el grupo de amigos: el botellón a cubierto

Seguro que son más de los que se pueden pensar los encuentros clandestinos entre amigos cuando ha sonado el toque de queda de las diez de la noche. 

CUADRADA
photo_camera Gran Vía de Ceuta antes del toque de queda (C.A.)

Podría tratarse de la nueva moda de esa otra juventud que no respeta las restricciones en pandemia. La alternativa al botellón en la calle: un botellón a cubierto. 

Uno o dos amigos reservan una habitación en un alojamiento de la ciudad o en una casa y, al final, esa noche terminan por reunirse en grupo, a resguardo de las sanciones por incumplir las medidas sanitarias y el toque de queda. 

En otros casos la picaresca pasa por el alquiler de una vivienda durante unos meses que pagan entre unos pocos con la finalidad de montarse la cena y la fiesta. Es la otra alternativa a quedar y divertirse en casa de uno de los amigos, el que está dispuesto a jugársela.  

A fin de cuentas, se ha pasado de un medio control en las calles a un descontrol a cubierto en lugares donde no acceden con facilidad los agentes y menos si aparentemente no está ocurriendo nada. 

Las concentraciones para celebrar un botellón que antes se producían en un lugar determinado de la ciudad, ahora son de manera dispersa y bajo techo. La fiesta es en lugares insospechados. También en montes, pistas o en el boquete más recóndito del barrio. El control se hace complicado. 

La pregunta es: ¿acaso el comité de expertos ha consultado este tipo de situaciones que parecen estar de moda con los distintos cuerpos de seguridad?