300 personas sin recursos se han visto perjudicadas por la suspensión del sorteo forzada por la crisis de salud pública

Cruz Roja presta ayuda social a los vendedores de cupones desde el "minuto cero" de confinamiento

Para el vendedor de cupones el confinamiento es un duro revés en su vida y ha afectado de forma despiadada a su delicada economía
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photo_camera Cupón clásico del sorteo de Cruz Roja (REDACCIÓN)

Las epidemias no entienden de situaciones o necesidades. Su propia existencia es dañina, pero como en cualquier orden de la vida, no afecta por igual a todas las personas.  

Ser vulnerable añade un punto de dramatismo a un fatídico avatar y esto le ocurre a un colectivo frágil, sacrificado y dependiente de las ayudas sociales de Cruz Roja. El de vendedores de cupones de la popular rifa, unas 300 familias que se ganan la vida, en su mayoría, con unos pocos de cientos de euros, con mucho esfuerzo y soportando las impertinencias del tiempo. 

La rifa nace de una dispensa que concedió la Reina Victoria Eugenia de Battemberg, bisabuela de Felipe VI, para que algunas familias pudieran beneficiarse de una prestación. Posiblemente fue durante la visita que realizó a Ceuta en 1927, acompañando al monarca Alfonso XIII. El sorteo nunca se había interrumpido como ahora.

 

Venta de cupones

El departamento de rifa de Cruz Roja atiende a unas 300 familias sin recursos. Está permitido que puedan vender cupones uno o más miembros de la unidad familiar.  

Ante una solicitud para beneficiarse de las prestaciones, la persona es evaluada por una trabajadora social. Un requisito obligatorio es no tener ingresos por otra actividad. Si el departamento dispone de paquetes de cupones en ese momento, el solicitante que accede a la base de datos de usuarios de Cruz Roja, ya puede vender lotería.

Como vendedor, tras comprar el papel y despacharlo ganará por paquete 20 euros al día. Seis días a la semana, de lunes a sábado; un beneficio máximo que ronda los 500 euros mensuales.

 

Coronavirus

El último sorteo fue el 14 de marzo. Desde entonces, la rifa está suspendida por el decreto de estado de alarma como el resto de juegos y sorteos. Los cupones vendidos aquel día para el siguiente lunes aún tienen validez para un sorteo único extraordinario a celebrar cuando cesen las restricciones impuestas por el Gobierno. Los usuarios volverán a las calles a realizar su labor. Pero… ¿y mientras?

 

Ayudas sociales

Sin sorteo, los vendedores de cupones no tienen ingresos, pero Cruz Roja, como usuarios que son, los abastece y les hace un seguimiento para ver cuáles son sus necesidades más básicas.  

Los ingresos que ha ido obteniendo Cruz Roja Ceuta por el sorteo se han invertido en proyectos sociales, de los que también se benefician los vendedores de lotería.  

Tras la paralización del sorteo, estas familias han recibido de Cruz Roja 300 tarjetas por valor de 50 euros para compras en supermercados. En los próximos días se les entregará otro vale por importe de 100 euros. La entidad humanitaria ha repartido 200 barras de pan y pañales, toallitas de bebé y leche infantil para familias con niños pequeños

Las trabajadoras sociales de Cruz Roja se encargan de llamar a sus domicilios para saber en qué situación se encuentran y si tienen alguna necesidad.  

La responsable de Comunicación de Cruz Roja explica que “muchos de los usuarios de la rifa perciben prestaciones de la entidad a lo largo del año como son ayudas a los alquileres, pagos de luz y de agua, alimentos básicos y en Navidad y Reyes aguinaldo y juguetes”.

La ONG no permitirá que los loteros queden desabastecidos mientras no se restablezca el sorteo: “Desde el minuto cero en el que había que quedarse confinados, ellos están abastecidos por nuestra parte”, asegura Isabel Brasero. 

Puede haber situaciones en que algunas de estas familias perciban atención de Cruz Roja por varias vías de ayuda y otros servicios que viene prestando la entidad.

Gracias a que los vendedores de la rifa están reconocidos como prestatarios de ayudas por Cruz Roja, no han quedado desprovistos; aunque esperan retornar pronto a la que era su vida social y cotidiana.