Sin diálogo no habrá un plan eficaz para salir de la crisis

Reunión entre representantes de las organizaciones empresariales y el Gobierno de la Ciudad, en marzo de este año (C.A./ARCHIVO)
photo_camera Reunión entre representantes de las organizaciones empresariales y el Gobierno de la Ciudad, en marzo de este año (C.A./ARCHIVO)

Las organizaciones empresariales se han quejado de la insensibilidad del Gobierno municipal hacia los comerciantes y restauradores ceutíes. La Cámara de Comercio y la Confederación de Empresarios de Ceuta (CECE) han criticado que la Consejería de Sanidad no haya dado audiencia a sus representantes antes de aprobar el decreto de medidas contra el coronavirus que publicó en el Boletín Oficial del Estado el pasado lunes.

Los empresarios consideran que el documento señala sus negocios como foco de potenciales contagios y protestan porque no se les haya dado tiempo para reorganizar sus sistema de trabajo y plantillas, condicionados ahora por las limitaciones impuestas a aforos y horarios.

Los reproches al Gobierno de los agentes sociales por su reticencia a considerar sus aportaciones no son nuevos. Los sindicatos ya han censurado repetidamente su exclusión de las reuniones en las que se han cocinado las distintas medidas que, desde el estallido de la crisis sanitaria en marzo, ha habilitado la Ciudad para sostener el tejido productivo y contener la brecha social abierta a consecuencia de la pandemia.

Esta falta de disposición al diálogo no parece ser la mejor actitud posible para afrontar el periodo más crítico que la ciudad ha vivido a lo largo de su reciente historia, un tiempo en el que no sería exagerado asegurar que la supervivencia económica y la paz social están en juego en Ceuta.

A lo largo de los últimos años, no han sido pocos los foros, mesas y comisiones creadas para propiciar un diálogo encaminado a dotar la política económica y social de una brújula capaz de determinar cuál había de ser el camino a seguir. Sistemáticamente, todos estos foros, mesas y comisiones han acabado diluyéndose en la melancolía: algunos acordaban planes de actuación que jamás se ejecutaron; otros, sencillamente, desaparecían al poco de ser constituidos sin mayores explicaciones. Si de aquellos empeños hubiese surgido, al menos una sola vez, la determinación de cumplir lo acordado, de poner fin al compromiso asumido, quizás Ceuta dispondría ahora, y desde mucho tiempo atrás, de un plan estratégico que seguir para salir del marasmo. Pero eso no ocurrió. Y si no hay voluntad de diálogo ni, lo que viene a ser lo mismo, de cumplir con los acuerdos alcanzados cuando ese diálogo existe, nunca encontraremos la salida.