Martínez, Simón, Guerrero, Abdeselam y Rodríguez confrontan sus programas ante las cámaras de la televisión pública RTVCE

Los candidatos al Congreso se enredan en un debate desordenado

La televisión pública ha sido hoy, víspera de la jornada de reflexión, escenario del debate mantenido por los candidatos al Congreso en las elecciones del próximo domingo. 

Atildados y sonrientes ante sus atriles, los cinco candidatos que optan a representar a Ceuta en el Congreso esperaban disciplinados el inicio del debate. En el plató, entretenían el tiempo obedientemente confinados en el metro cuadrado que les fue asignado, manoseando sus papeles perfectamente ordenados, los cabellos peinados con pericia de agrimensor, alineadas sus estaturas desde la atalaya de los casi dos metros del socialista José Simón hasta la más modesta presencia de la joven Sarah Abdeselam… Todo se antojaba pulcro, impecable, organizado por una mente cartesiana irreprochable, ideado por un dios fetichista del orden, y la cosa continuó siendo así hasta el mismo momento en el que el primero de los invitados abrió la boca. Y entonces sobrevino el caos.

Martínez, Simón, Guerrero, Abdeselam y Rodríguez se enfrentaban en la víspera de la jornada de reflexión al reto de confrontar sus propuestas electorales con sus adversarios. La experiencia devino pronto, sin embargo, en un guirigay trufado de lugares comunes, exposiciones inconclusas y réplicas y contrarréplicas que no alentaban un debate comprensible.

debate rtvceAbdeselam, Martínez, Guerrero, Rodríguez y Simón posan antes del comienzo del debate (C.A.)

La venganza del afrentado

Los rifirrafes entre los candidatos, breves y atropellados, quedaron inaugurados por el candidato socialista, quien abrió una brecha, luego aprovechada por el resto de contertulios, en la línea de flotación del aspirante de Vox, Rafael Rodríguez, a quien reprochó su intempestiva dimisión como presidente de la Autoridad Portuaria cuando ni siquiera había transcurrido un año desde su nombramiento: “Esta candidatura es su herramienta de venganza personal contra Juan Vivas”.

 

Martínez, lección de esgrima

Simón desplegó en todas sus intervenciones una energía desatada, fuera de control en ocasiones, que también tuvo como destinatario al popular Guillermo Martínez, al que censuró sus propuestas económicas y la pretensión que atribuyó a los conservadores de convertir Ceuta en un “paraíso fiscal” basado en las exenciones de impuestos y orientado al fomento de las empresas de juego online.

Martínez, más académico y contenido, recibió con una finta la crítica del socialista. “Me cuesta creer que esté usted en contra del régimen económico y fiscal especial de Ceuta”, se confesó sorprendido. Touché.

 

Ese país infiel

El popular también se enzarzó con Rodríguez a propósito de la propuesta más estrambótica de la campaña electoral: la construcción de un muro en la frontera de Ceuta. Ante las recriminaciones del candidato del PP, el representante de Vox se empeñó en la defensa del proyecto, que volvió a justificar en la necesidad de garantizar una frontera infranqueable y en sus dudas sobre la voluntad de colaboración del Gobierno marroquí. “Es un gobierno que nos es infiel”, sentenció crípticamente.

 

Saltos sin muro

Tamara Guerrero, la candidata por Ciudadanos, también puso en dificultades a Rodríguez cuando le preguntó por el número de migrantes que han cruzado la valla este año, un dato que el representante de Vox confesó no manejar.

Fue, precisamente, Guerrero la contertulia que se mostró más activa, con interpelaciones directas a todos los candidatos, excepción hecha de la representante de Unidas Podemos, Sarah Abdesalam. La candidata de Ciudadanos no dudó en atacar tanto a PP como a PSOE en un empeño por ofrecer un perfil de representante de “un partido nuevo”, según la terminología acuñada por los propios dirigentes de la formación naranja.

Más comedida, aunque también más sistemática en sus exposiciones, Abdesalam apoyó todos sus argumentos en apelaciones a la Constitución Española tanto para defender la efectiva aplicación de los derechos a la vivienda y al trabajo como para reivindicar la preservación de las libertades individuales y alertar del avance de la extrema derecha.

 

La victoria del orden sobre el caos

Instituido en anteriores debates, el ya celebérrimo “minuto de oro”, tiempo de hallazgos felices y deslices catastróficos, no resultó particularmente lucido. Cada candidato tiró de su arsenal disponible (Ciudadanos como “partido sin mochilas”; PP, la rebaja del IRPF y el incremento de la bonificación del transporte; la “sensibilidad y buena gestión” que el PSOE atribuyó a los diez meses de gobierno de Pedro Sánchez; la esperanza de lo que podrá ser Ceuta si se aplican las políticas propuestas por Unidas Podemos y, finalmente, las exhortaciones de Vox a reforzar la seguridad ciudadana, promover el empleo y liberar suelo para la iniciativa privada).

La victoria final del orden sobre el caos sobrevino casi al final del debate de una manera inesperada y gracias a la capacidad de reacción de José Simón, quien, en su último alegato, sentenció con tono firme, y ante una audiencia lo suficientemente desconcertada, que sus propuestas eran “palabras, no hechos”. Y fue entonces cuando, urgido por la necesidad y la consciencia de que a esas alturas el universo ya no toleraba más desorden, corrigió oportunamente: “no, al revés, hechos, no palabras”.