“¿Quién queremos que dirija la ciudad: un payaso, un vocero, un salvapatrias, un imputado?”
El candidato de Ciudadanos a la Presidencia de la Ciudad describe la oferta electoral de su partido como “la garantía contra extremismos, populismos y gentes sin sentido común”.
En un discurso inmisericorde con sus adversarios políticos, Varga ha presentado la oferta electoral de Ciudadanos como “la garantía contra extremismos, populismos y gentes sin sentido común”. A estas alturas - tras convenir la concurrencia que “el salvapatrias” y “el imputado” habían sido ya plenamente identificados- los asistentes continuaban haciendo cábalas sobre quiénes serían aquéllos a los que el orador acababa de referirse como “el payaso” y “la marioneta”.
El candidato no ha moderado el tono de su intervención a la hora de referirse a los dirigentes del PP –“en lugar de dedicarse a la política pongan una tienda de patatas”- y a los de la extrema derecha de Vox, a quienes ha invitado a viajar Burgos a defender la españolidad de Ceuta “ya que parecen dudar de ella”. Y Varga debe de saber de lo que habla, ya que él mismo nació en la provincia castellano-leonesa, cuna del Cid.
El aspirante a ocupar la Presidencia de la Ciudad ha repartido a diestro y siniestro, descalificando tanto la gestión de gobierno del popular Juan Vivas, como desautorizando a los partidos de la oposición, a los que ha acusado de “ineficacia” y de “mercadear con las necesidades de los ceutíes”.
“No hay ni uno solo de los otros candidatos que tenga la experiencia de gestor público que yo tengo: bueno, sólo hay uno, pero a ése es al que queremos jubilar; se lo ha ganado”, se ha jactado Varga, a modo de homenaje a Vivas.
La número 2 de la candidatura de Ciudadanos, Tamara Guerrero, ha cerrado el acto con una intervención escasamente consoladora para los dirigentes políticos vapuleados apenas unos minutos antes por el cabeza de lista. Cualquiera de ellos que confiara en unas palabras que le ayudaran a aliviar su desazón quedó pronto desilusionado. “Les han engañado”, ha advertido Guerrero al electorado, apuntillando cualquier atisbo de esperanza que pudieran albergar sus adversarios.