Ceuta-Marruecos: unas relaciones rotas

La crisis comercial y las consecuencias de la pandemia de coronavirus han situado las relaciones entre ambos lados de la frontera en un momento crítico.

paso benzú marruecos
photo_camera Paso fronterizo de Benzú (C.A./ARCHIVO)

Hacía muchos años que las relaciones entre Ceuta y Marruecos no habían experimentado un momento tan crítico. Las referencias del Gobierno municipal al país vecino solían estar presididas por una distante cordialidad. Desde hace unos meses, cualquier declaración pública del presidente de la Ciudad, Juan Vivas, incluye una alusión inequívoca a la “hostilidad” que, a juicio de las autoridades locales, caracteriza el comportamiento de los marroquíes hacia los ceutíes.

La crisis sanitaria ha venido a agravar las tensiones que ya desató la decisión adoptada por Marruecos el pasado año de cerrar la frontera al paso de mercancías procedentes de Ceuta.

Más allá de las percepciones subjetivas, lo cierto es que las autoridades marroquíes han resuelto dar la espalda a Ceuta. En respuesta, los gestores municipales no dejan de insistir en la necesidad de impulsar un nuevo modelo económico que no mantenga ninguna dependencia del país vecino.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí? La decisión de Marruecos de emancipar la economía de los territorios colindantes con la ciudad española de los flujos comerciales establecidos a través de la frontera quedó encarnada en la creación de una zona franca. El proyecto ponía fin al boyante negocio del comercio ilegal de mercancías transfronterizo y despertaba de la modorra a las autoridades ceutíes: lo que todos sabían que un día u otro tenía que ocurrir había finalmente ocurrido.

 Esta cuestión de fondo ha sido adornada, en mucha ocasiones de una manera irresponsable, por conductas públicas que no han hecho sino dinamitar los pocos puentes que la crisis había dejado indemnes tras de sí.

Irritante ha resultado para los españoles la reticencia que Rabat ha mostrado a la hora de repatriar a sus nacionales atrapados en Ceuta tras el cierre de la frontera obligado por la crisis del coronavirus. Marruecos ha mantenido una actitud desafiante y burlona en las negociaciones abiertas para el retorno de sus ciudadanos, retando a la Delegación de Gobierno con retractaciones sobre lo acordado.

Del otro lado, la deriva que desde las últimas elecciones municipales ha ido tomando la controversia política local ha causado un profundo enfado en las autoridades marroquíes.

El discurso incendiario de la extrema derecha local, marcadamente antimarroquí, no ha ayudado a relajar tensiones. La sintonía que el Gobierno popular de Juan Vivas parece venir manteniendo con Vox no resulta del agrado de Rabat, quien mantiene el resquemor hacia una formación que no solo ha demostrado una indisimulada aversión hacia Marruecos sino que, más allá, ha protagonizado episodios de los que no resulta difícil concluir su vocación islamófoba. Mientras la extrema derecha tenga algún ascendiente sobre las decisiones que se tomen en Ceuta, Marruecos difícilmente se avendrá a flexibilizar sus opiniones.

La excepcionalidad de la situación ha convertido en habitual algo que, hasta hace unos meses, resultaba estrafalario: decenas de marroquíes han intentado, y muchos de ellos conseguidos, eludir los controles fronterizos para, esta vez, entrar clandestinamente en su propio país.

Pero todavía las cosas pueden empeorar. Según algunas fuentes, que no han sido confirmadas por autoridad oficial alguna, Marruecos prepara un nuevo estatus para sus pasos fronterizas con Ceuta y Melilla con limitaciones para el tránsito peatonal.