Los transfronterizos alertan: “Necesitamos ayuda psicológica, ojalá no suceda una tragedia que lamentar”

Después de casi dos años “atrapados” y cinco meses de protestas observan con resignación cómo las pocas opciones a las que aspiraban se desvanecen

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photo_camera El colectivo de transfronterizos este lunes en su regreso a la plaza de los Reyes. (C.A)

En marzo llevarán casi dos años sin poder salir de Ceuta. “Atrapados”, como ellos dicen, sin poder ver a sus familias. Casi cinco meses ha hecho este inicio de año desde que arrancaron sus protestas. Pero el colectivo de transfronterizos está “agotado”. Repiten, constantemente, que necesitan ayuda psicológica y advierten que ello pueda derivar en una tragedia sin vuelta atrás. “Ojalá encuentren una solución antes de que suceda un drama y se tenga que lamentar”.

En su semanal concentración y su regreso a la plaza de los Reyes como epicentro de la misma, han lamentado que todas las opciones que barajaban, que eran más bien pocas, se desvanecen con el tiempo. La posibilidad de hallar en el SEPE una posible solución se disipó en el encuentro que mantuvieron. “Nos remiten a Extranjería, alegan que no es competencia de ellos”. Ahora fían a la recién aprobada reforma laboral la última posibilidad de encontrar un resquicio legal que les ampare en sus pretensiones de continuar trabajando en Ceuta, “porque amamos esta ciudad y queremos seguir trabajando aquí”, y poder reencontrarse con sus familias en un plazo no muy dilatado.

Alegan “pedir lo básico”: “libertad de movimientos”. Lo simple que, a su entender, goza cualquier ciudadano con esa catalogación en derechos. Pero lo suyo queda retenido en el limbo de la legalidad. “Existimos para unas cosas y para otras no. Para pagar impuestos y la Seguridad Social sí, pero para movernos está claro que no”, se quejan.

De la misma forma que dicen no entender que a otros colectivos se les haya dado salida a sus problemas. “Las temporeras de la fresa, los MENA, los peticionarios de asilo…. Y ¿nosotros? ¿Acaso somos criminales?”. Deploran que todas las administraciones les “den la espalda”, cuando argumentan que su sueño no es “europeo”, tan solo el de continuar con sus trabajos en Ceuta con unos derechos mínimos.

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