presión migratoria

Clientes del Lidl denuncian el acoso que padecen a la salida del supermercado

Los jóvenes se colocan a las puertas del Lidl a esperar que el cliente salga para pedirles comida, si reciben una negativa por respuesta se enfadan y algunas veces lanzan insultos y amenazas. “A mí me han llegado a meter las manos dentro del carro para ver si podían coger algo”.

Lidl
photo_camera Puertas del supermercado Lidl en Avenida Cañonero Dato (C.A.)

2015042214303851000Que no se hable o que no aparezca en los medios de comunicación no significa que la presión migratoria haya desaparecido de la zona del puerto. Es cierto que desde el desgraciado incidente en el que un camionero atropelló mortalmente a un migrante las fuerzas y cuerpos de seguridad dispersan a los menores que a diario vemos en las escolleras o encaramados en las vallas del recinto portuario. Sin embargo, estos jóvenes siguen campando a sus anchas sin que se ponga sobre la mesa una solución eficaz al problema.

En esta ocasión las quejas proceden de los clientes del Lidl. Son muchas las voces que se han dirigido a este medio digital para denunciar el acoso que padecen a la salida del supermercado por parte de menores migrantes.

Tal y como relatan los afectados, los jóvenes se colocan a las puertas del Ldl a esperar que el cliente salga para pedirles comida, si reciben una negativa por respuesta se enfadan y algunas veces lanzan insultos y amenazas. “A mí me han llegado a meter las manos dentro del carro para ver si podían coger algo”.

El último incidente se produjo hace un par de días cuando el acoso fue tal que el vigilante de seguridad tuvo que intervenir para frenar la situación.

Los afectados aseguran que no terminan por denunciar la situación porque saben que no va a servir para nada. “Cuando la policía llega los niños ya se han marchado y a ver cómo los identificamos, es una batalla perdida”, lamenta una de las mujeres que asegura haber sufrido el acoso que denuncian.

No es la primera vez que los comercios de Avenida Cañonero Dato se quejan de la presencia de estos menores por los alrededores de las tiendas, incluso llegan a acceder al interior de los establecimientos. “Tenemos que andar con mil ojos”, dice el empleado de una de las tiendas.

Una alternativa a la calle

Y mientras todo esto sucede, la Ciudad ha presentado, junto a la Universidad de Málaga, un proyecto con el que prevenir la delincuencia juvenil e infantil. Un programa para trabajar con los menores migrantes que se encuentran en la calle y no quieren recibir los servicios de los centros de menores.

Con esta iniciativa, pretenden buscar una solución social y no desde el punto de vista policial. El objetivo es motivar a estos jóvenes para que tengan una alternativa a la calle.

Personas expertas en la materia son las que se van a encargar de dar forma a este proyecto del que habrá que esperar resultados.

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