La entrada de marroquíes ha continuado durante toda la noche y hasta primeras horas de la mañana

El Ejército se despliega en la playa de El Tarajal, donde la Guardia Civil es apedreada desde el otro lado de la frontera

A primera hora de la mañana, los militares comenzaban a desplegarse en la playa para contener al mando de sus tanquetas a los centenares de marroquíes que todavía estaban intentando entrar en la ciudad.

La mañana junto a la frontera de El Tarajal ha sido cualquier cosa menos pacífica. Una imagen absolutamente inusual mostraba a centenares de personas que concentradas en el lado marroquí gritaban y lanzaban imprecaciones contra los guardias civiles y policías que custodiaban la frontera española. Junto a ellos, un despliegue de militares que formaban una barrera paralela a la valla del espigón con sus tanquetas.

Los guardias civiles han sido víctimas de una lluvia de pedradas que han resistido con la ayuda de sus protecciones. Los impactos restellaban contra los escudos.

En torno a las diez de la mañana, el flujo de personas hacia Ceuta se interrumpía. Para entonces, la situación parecía menos descontrolada de lo que había sido minutos antes. A primera hora, los militares comenzaban a desplegarse en la playa para contener al mando de sus tanquetas a los centenares de marroquíes que todavía estaban intentando entrar en la ciudad.

La situación en el tramo fronterizo de Benzú era, a comienzos del día, de total normalidad, garantizada por los militares y las fuerzas de seguridad.

El Gobierno central ha ordenado un despliegue sin precedentes junto a la frontera para evitar la entrada de más migrantes marroquíes. Las autoridades ofrecían a última hora de la noche la cifra de 5.000 recién llegados, una estimación que seguramente se habrá quedado pequeña si se considera que el movimiento de personas a través de la frontera ha continuado a lo largo de toda la noche.

 Mientras estas escenas se sucedían en El Tarajal, las calles del centro de la ciudad amanecían con la imagen de decenas de jóvenes marroquíes deambulando sin destino aparente. Los recién llagados parecían sorprendidos y hasta halagados por la atención que habían despertado entre los transeúntes. Al tiempo, los ceutíes no ocultaban su estupefacción por la presencia de los muchachos.