PERCEPCIóN DEL FENóMENO MIGRATORIO

Lo que va del 11-O al 6-F

Medio centenar de jóvenes extranjeros han conseguido entrar irregularmente en la ciudad durante la última semana. La estadística refleja un fenómeno que el tejido social ceutí ha acogido como parte de su cotidianeidad. Ceuta es punto de paso de movimientos migratorios y las noticias que dan cuenta de la llegada de una patera a sus costas o de un salto de la valla fronteriza son percibidas por la población con una cierta distancia. ¿Están los ceutíes perdiendo sensibilidad hacia el fenómeno de la migración?

inmigrantes San Amaro desembarco 20 personas
photo_camera Un grupo de jóvenes subsaharianos son custodiados por la Guardia Civil tras desembarcar en San Amaro/ A.S.

La rutina es fundamentalmente siempre idéntica. Parten en una frágil embarcación desde la costa marroquí y aparecen, como por ensalmo, en algún punto de Ceuta. Desembarcan ante la mirada de quienes acaban de abandonar la consulta del médico en el centro de salud del Recinto, entre los corredores aficionados que llevan su esfuerzo hasta Santa Catalina, bajo la mirada de la guarnición militar del castillo de El Desnarigado.

Hace años que Ceuta convive con estos visitantes recién llegados de la miseria. La distancia física entre los ceutíes y los migrantes es corta, pues se les sabe ahí; los lugares en los que desembarcan, y de los que da cuenta la prensa del pueblo, resultan familiares; deambulan todos los días por las calles entre los autóctonos esperando a que cambie su suerte. Pero, ¿la distancia física es proporcional a la distancia moral?

“No hay personas insensibles, a todo el mundo le impacta el fenómeno –considera Germinal Castillo, responsable de Comunicación de Cruz Roja- Lo que ocurre es que en esta ciudad estamos tan acostumbrados a leer, oír y ver que estas personas han entrado, que están aquí, que ya ni nos inmutamos”. Castillo pertenece a ese reducido grupo de ceutíes que ha convertido en cotidianeidad el trato con los migrantes. Junto al personal sanitario y los voluntarios del Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE), atiende casi diariamente a las personas que alcanzan las costas de la ciudad en patera  o logran franquear la valla fronteriza.

El poder narcótico de lo ya visto parece anestesiar la conciencia ante lo que, desde cualquier punto de vista, es un terrible drama humano.

“Si los medios de comunicación publicasen este tipo de noticias una vez al mes, la reacción de las personas sería diferente. Desgraciadamente, vivimos en esta sociedad de la información en la que es tal el bombardeo de noticias que lo que hoy nos conmueve mañana se nos ha olvidado. Pero yo creo que el ser humano es solidario de nacimiento y puedo decir que los ceutíes son gente muy sensible al fenómeno migratorio. Y esto te lo dice quien vive este drama a diario”, concluye Castillo.

 

La distancia a la valla

Miguel Ángel Mendoza es jefe de informativos de Radio Ceuta y testigo desde hace años de las relaciones que la población de Ceuta establece con los extranjeros que huyen de la miseria, la guerra y la persecución que les amenaza en sus países de origen. El veterano periodista considera que todo se reduce a una cuestión de cercanía.

“La valla queda bastante lejos de donde se desarrolla habitualmente la convivencia en la ciudad. Hasta que no los vemos, no nos damos cuenta de que están ahí, que tienen inquietudes y, sobre todo, una historia detrás”, sostiene Mendoza, quien estima que, a la postre, todo es una cuestión de empatía. “Ahora, con la llegada de los refugiados sirios a Europa, parece que las conciencias están siendo alcanzadas y la gente se empieza a dar cuenta del drama que se esconde detrás de todo esto", comenta con esperanza el periodista.

El trato dispensado a la información sobre migración por los medios locales resulta esencial para no deshumanizar la tragedia, juzga Mendoza. “Esto no va de datos y números, no podemos convertirnos en meros transmisores de números: dotar de sensibilidad esas informaciones corre por cuenta del periodista”, advierte.

 

“La ciudad más solidaria”

“Somos la ciudad más solidaria de España, de Europa y del mundo mundial”. La frase se debe a la consejera del Gobierno ceutí Susana Román, quien respondía de este modo a las críticas lanzadas desde las oenegés y las formaciones políticas de izquierda por la decisión de la Ciudad de no sumarse a la denominada “red de ciudades refugio” creada para dar acogida a los refugiados sirios.

A juicio del doctor en Ciencias Políticas y Sociología Carlos Rontomé, este tipo de manifestaciones resultan reveladoras de la percepción que mantienen los ceutíes sobre el fenómeno migratorio.

“Pensamos: ‘Somos los que soportamos la inmigración directamente, somos uno de los puntos de paso más frecuentados y, encima, nos critican’. Esa sensación es la que tiene una parte muy importante de la población”, mantiene el profesor Rontomé.

El sociólogo defiende que, en atención a la información que aportan las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), los españoles afrontan el fenómeno de las migraciones con una actitud menos abierta de la que reflejan los mensajes que difunden los medios de comunicación o las oenegés. “Si miramos las encuestas del CIS sobre percepción de la inmigración, nos damos cuenta de que los españoles quieren una inmigración regulada, que los extranjeros lleguen aquí con trabajo… La distancia entre esto y lo que parece que quiere la mayoría de la población del país es grande”, desvela.

Para ilustrar este argumento, Rontomé esgrime su convicción de que un suceso como el de la muerte de 15 jóvenes en la playa de El Tarajal en febrero de 2014 se ha vivido entre el común de la gente con menos implicación emocional de la que hayan podido expresar los activistas de las organizaciones humanitarias o la prensa.

El 11 de octubre de 1995 es otro día negro en la historia de las migraciones en Ceuta. Aquella jornada, centenares de jóvenes subsaharianos protagonizaron una violenta revuelta que llegó a enfrentar a los migrantes con ciudadanos de a pie. Para Rontomé, aquel día de hace 20 años fue el momento fundacional de una nueva actitud de los ceutíes frente a la migración. “Es a partir de ese momento cuando la población de Ceuta comienza a elaborar un discurso bastante duro con respecto a la inmigración, empezando por los propios dirigentes políticos que, por cierto, en aquella época eran socialistas –argumenta- Eso está ahí, en el imaginario colectivo. Por eso, cuando se produce algún tipo de suceso relacionado con la inmigración la gente lo observa con cierta distancia pues piensan que, de nuevo, alguien va a volver a tratar de dar esa imagen de una Ceuta en la que no se respetan los derechos humanos, en la que se es poco caritativo, poco altruista”.

 

La percepción de los jóvenes

Rontomé subraya como significativos los resultados obtenidos por las pocas encuestas que se han elaborado sobre la percepción que los jóvenes ceutíes albergan del fenómeno migratorio. Según el sociólogo, estos estudios revelan un rechazo a la llegada de extranjeros como una amenaza que, de alguna manera, les restará oportunidades en el mercado laboral. “En este caso, los encuestados se referían a inmigrantes marroquíes, pues ellos eran conscientes de que la intención de los subsaharianos es la de permanecer el menor tiempo posible en la ciudad. Lo curioso es que cuando, en lugar de proponer preguntas de cuestionario, planteábamos una entrevista abierta, cuando los jóvenes parecían sentirse más liberados para expresarse, era cuando manifestaban más claramente ese rechazo”, detalla el sociólogo.