un programa televisivo REABRE EL DEBATE sobre las relaciones entre comunidades

Agravios reales y supuestos en torno a la convivencia

La hipersensibilidad con la que se recibe cualquier reflexión en torno a la convivencia entre comunidades ofrece un amplísimo historial de agravios reales y supuestos en la historia reciente de la ciudad.

Manifestantes en una concentración contra el terrorismo (C.A./ARCHIVO)
photo_camera Manifestantes en una concentración contra el terrorismo (C.A./ARCHIVO)

A modo de “déjà-vu”, las consecuencias de la emisión del reportaje de Telecinco “España mira a La Meca” recuerdan a la polvareda levantada en ocasiones anteriores por el contenido de otros programas televisivos que han sido interpretados por un amplio número de ceutíes como una ofensa. Algo similar sucedió en 2015 con el tratamiento que Antena 3, en un capítulo de su serie de reportajes “En tierra hostil”, dedicó a las vinculaciones de las redes terroristas con Ceuta.

“España mira a La Meca” abordaba una cuestión terriblemente sensible para los ceutíes: la de la convivencia entre comunidades religiosas y culturales, fundamentalmente entre las de tradiciones musulmana y cristiana. Y el escándalo no tardó en estallar, animado, por si fuera poco, por la polémica suscitada a raíz de las declaraciones de la vicepresidenta segunda de la Asamblea, la socialista Mayda Daoud, al programa. Daoud sentenció: “Ceuta es de por sí racista”.

 

Historial de agravios

La hipersensibilidad con la que se recibe cualquier reflexión en torno a la convivencia entre comunidades ofrece un amplísimo historial de agravios reales y supuestos en la historia reciente de la ciudad. Uno de los episodios más notorios de este memorial de afrentas se registró en 2011 en un escenario de enjundia: la Cámara Alta. La por entonces diputada al Congreso por Ceuta, la popular Carolina Pérez, no tuvo más ocurrencia que defender ante los senadores la idea de que los musulmanes ceutíes, pese a permanecer registrados en las listas del desempleo, “no se levantan todos los días y buscan trabajo”.

El revuelo generado por estas manifestaciones concluyó con la dimisión forzada de Pérez y la reprobación de todos los partidos de la oposición. Siete años después de este incidente, Carolina Pérez permanece íntimamente vinculada al Gobierno de la Ciudad. A día de hoy, ocupa la jefatura de gabinete del presidente Juan Vivas.

Los populares siempre han reprochado a partidos con una presencia mayoritaria de musulmanes en sus órganos de dirección –Caballas y MDyC fundamentalmente- el uso de la “baza” del racismo con intereses sectarios. El reproche, tal y como ha sucedido en estos días con las declaraciones de Daoud a Telecinco, también suele hacerse extensivo al PSOE.

El coordinador de Caballas, Mohamed Alí, se ha mostrado siempre muy activo en sus denuncias sobre aquellos casos que, a su juicio, revelan conductas racistas. Alí reveló en diciembre de 2016 los insultos y amenazas que recibió a través de las redes sociales por su rechazo a una manifestación contra la inseguridad ciudadana que, a su entender, alentaba, precisamente, sentimientos islamófobos.

También fue Alí quien arremetió contra Joaquín Aranda, autor de un informe encargado por la Ciudad para evaluar el estado del mercado de trabajo en Ceuta, por unas palabras, presuntamente pronunciadas por el catedrático, con las que vendría a asegurar que la mujer musulmana no se incorporaba al mundo laboral a causa de su cultura. “Es prejuicioso e islamófobo”, llegó a censurar.

Algunas otras figuras públicas de confesión musulmana han sugerido también la existencia en la ciudad de una corriente de comportamientos racistas. Tal fue el caso del excoordinador de Ciudadanos en Ceuta, Abdelmalik Mohamed, quien en febrero de 2016 desveló, en una entrevista a Ceuta Actualidad, que el “rechazo al diferente” podría estar detrás de su decisión de desligarse del partido.  

“No es cuestión de razas, pero en esta ciudad sí que hay grupos sociales que aplican cierto retraimiento a ser diferente”, apostillaba prudentemente Mohamed.

 

Ejemplo de convivencia

Con todo, el tópico del “crisol de culturas” continúa vivo en el imaginario de muchos ceutíes. La incuestionable paz social exterior que se mantiene en la ciudad desde hace décadas sirve a buena parte de la población para avalar el argumento de que Ceuta es una ciudad ejemplo de convivencia. Ciertamente, no son pocas las manifestaciones en las que los ceutíes de tradición musulmana y sus paisanos de origen no musulmán comparten espacio público, una política que las autoridades municipales cultivan con esmero. Ejemplos como la concentración de repudio a los atentados perpetrados en Cataluña en agosto de 2017 constituye un ejemplo de esta vocación por la convivencia. Un buen número de asociaciones musulmanas se sumaron a la convocatoria. Sólo el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Ceuta (Ucidce), Laarbi Maateis, desentonó entonces. Pese a expresar su rechazo a todo tipo de violencia, rehusó involucrar a su entidad en la concentración convocada en la Plaza de los Reyes.

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