“Si estuviera afectado por alguna decisión de un nombramiento no electo ejercería acciones legales”

Fernández: “Las Cortes nos dejaron un Estatuto Frankenstein, lleno de parches y tornillos”

Fernández fue el presidente de la Ciudad tras las primeras elecciones autonómicas del 28 de mayo de 1995 hasta su dimisión en julio de 1996. No aceptó "ni una sola transferencia autonómica".
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photo_camera Basilio Fernández fue presidente de la Ciudad Autónoma en 1995 y 1996 (C.A.)

Basilio Fernández López es abogado. Fue alcalde-presidente de Ceuta y presidente del Consejo Económico y Social. Conoce bien la Ley Orgánica 1/1995, de 13 de marzo, de Estatuto de Autonomía de Ceuta.  

PREGUNTA. ¿Defina el Estatuto de Autonomía de Ceuta?

RESPUESTA. Las Cortes Generales nos dejaron un ente raro, un Frankenstein. Tenemos una organización administrativa que está llena de parches y tornillos. La han ido construyendo desde un precepto verdadero (como dicen los dos votos particulares de la sentencia del TS); que había un respaldo en la Disposición Transitoria Quinta de la C.E., pero en la constitución de una Comunidad Autónoma y no de una Ciudad Autónoma. Esa fue la primera trampa, el primer tornillo que le pusieron al Frankenstein institucional que tenemos ahora.  

P. Esta sentencia no es una novedad.

R. Hay varias sentencias del Constitucional, del Supremo, de tribunales superiores de Justicia que concluyen que Ceuta es fundamentalmente un municipio con peculiaridades. La Disposición Transitoria Quinta dice que <<Las ciudades de Ceuta y Melilla se constituirán en Comunidad Autónoma si así lo deciden por mayoría sus ayuntamientos>> y luego venía la trampa <<y lo aprueban las Cortes Generales>> Es decir, yo le digo a usted que le voy a hacer director de un gran medio de comunicación <<si usted quiere>> y a continuación añado <<y si lo aprueba el Consejo de Administración>> Pues entonces, ya me dirá.

P. ¿Por qué ese Estatuto?

R. No lo digo yo. Me dijeron los negociadores del PP y PSOE que había que cerrar el mapa autonómico como fuese, con calzador si hubiese sido necesario. Y así lo hicieron y nos dieron ese híbrido. Por tanto, la Constitución puede servir para lo uno y lo otro. Tanto para dar la razón a los magistrados discrepantes como al resto del Tribunal.

P. ¿A dónde nos lleva ahora el Tribunal Supremo?

R. Estamos en un lío institucional. También porque los gobiernos de Ceuta no han hecho mucho por salir de él, principalmente el PP que es el que más años lleva gobernando la ciudad. Podían haberse conseguido más avances autonómicos mediante la iniciativa legislativa que hubieran acabado en ley y, por lo tanto, podría haber ido configurándose una situación mucho más semejante a la de una Comunidad Autónoma. Y no tendríamos hoy estos problemas.

P. Hablemos de responsabilidades.

R. Hay un principio de conservación de los actos de la Administración. Cuando un tribunal declara que una persona (que ha dictado un acto creando o quitando derechos) no había sido nombrada legítimamente, los actos que haya firmado, reconocido o denegado son nulos de pleno derecho. Los afectados por decisiones tomadas por viceconsejeros no electos se encuentran ante una situación jurídica y de responsabilidad que va más allá de quedarse en la mera anécdota de la destitución. Si yo fuese un ciudadano que estuviese afectado por alguna decisión de estas personas, ejercería las acciones judiciales necesarias para revocar esas resoluciones de personas manifiestamente incompetentes para adoptarlas.

P. Por tanto, decisiones nulas. ¿Y las retribuciones?

R. Entiendo que sí. Si un hijo vive con su padre que cobra la pensión de jubilación y oculta que su padre ha fallecido y sigue cobrando, cuando se descubre el fraude tiene que devolver lo percibido. Más o menos aquí habría que hacer la misma aplicación. ¿Qué pasaría? Que luego ellos responsabilizarían a la Ciudad Autónoma, al Consejo de Gobierno o al presidente. Y este último tendría que responder por la culpa in eligendo, la de elegir a una persona que no es idónea para el cargo. Al final los ciudadanos pagaríamos las veleidades de nuestros gobernantes.

P. ¿Con una resolución en contra del TSJA y pendiente del TS a qué atribuye que el presidente nombre a siete viceconsejeros al inicio de esta legislatura?

R. Es un acto de prepotencia. Después de 18 años gobernando uno llega a pensar que esto es suyo, que esto es un cortijo suyo y que aquí puede hacer lo que quiera. Tiene alrededor el suficiente personal para darle el dictamen que encaje con la idea que él tiene, a lo mejor equivocada pero la tiene. La quiere imponer y la impone. El Sr. Vivas no es tonto. Es muy inteligente y se conoce todos los trucos.

P. ¿Qué le parece que se planteen recurrir?

R. Las resoluciones del TS son inmediatamente ejecutivas. ¿Qué es lo que pasa? Que cabe la posibilidad de, por seguir mareando la perdiz, presentar un recurso. La jurisdicción del TC tiene sus limitaciones y no todas las cuestiones pueden llegar al Constitucional. Lo que intentarán es tapar la brecha que ha dejado el fallo. Dos votos disidentes no cambian la sentencia. Y luego hay que ver qué color tienen. Desgraciadamente en los tribunales suelen haber colores: azules, rojos y ya mismo los habrá verdes (dice entre risas) al ritmo que llevamos. Los dos votos sirven al Gobierno para que la herida sangre menos.  

P. Usted fue el primer presidente de la Ciudad con el Estatuto de Autonomía de 1995. ¿No ha pensado nunca que fue un timo?

R. Desde el primer momento. El año y medio que estuve como presidente de la Ciudad no acepté ni una sola transferencia porque eso sí que era el timo de la estampita. No servían para nada o para muy poco. Las sucesivas transferencias sólo han engordado la nómina de la Ciudad Autónoma que ya no sabemos por dónde va a explotar. Ceuta no ha progresado creando industrias ni focos económicos que generen empleo. Yo no lo veo. Fíjese en el número de parados. ¿Han servido las transferencias para el turismo? ¿Para qué vale poner tantas flores por toda la ciudad y tener las calles muy bonitas?, aunque algo resbaladizas. ¿Para qué?: ¿Para qué hacer la Gran Vía que parece una avenida del Imperio Romano? ¿Tenemos una frontera con una aduana en condiciones? ¿En qué nos ha favorecido que pomposamente tengamos una autonomía con un presidente y un Consejo de Gobierno?

P. Ya son 24 años con el mismo Estatuto.

R. Sí y la responsabilidad es de los que gobernaron aquí, no sólo los de arriba. Se conformaban con ir a Madrid y con un dinerito para nuestra pobre economía. Recuerdo como el Consejo Económico y Social ya anunció la caída del IPSI: ¡Ojo con Marruecos, ojo con el comercio atípico!, les dijimos. Avisamos que había que cambiar la estructura de negocio de Ceuta. Nada.

P. ¿Es tarde para ser Comunidad Autónoma?

R. El cambio tiene que estar en Ceuta. Cuando cambie el Gobierno en nuestra ciudad a lo mejor se podrán hacer otras cosas. Las demás comunidades presionan al Gobierno de España, incluso las autonomías del mismo color. Si hay que poner en un brete al Gobierno de España, se le pone. De hecho, eso pasa en otros sitios. Aquí esa defensa no se ha hecho frente al Gobierno de turno.

P. Después de lo que hemos hablado, no parece que tenga un significado especial para usted haber sido el primer presidente autonómico de la Ciudad.

R. Pero es que además le voy a contar una anécdota: cuando se celebraron las primeras elecciones autonómicas se decía alcalde-presidente, pero Jesús Fortes, el jefe de la oposición y su partido (PP) me seguían llamando alcalde. Claro, hasta que entraron ellos (dice entre risas). Cuando dimití ya me llamó presidente. El también amigo Fortes me había ascendido.