El comercio "apura" para no tocar el termostato: "Somos siempre los mismos paganinis"

‘In extemis’ va a aterrizar el Plan de ahorro energético entre los comerciantes ceutíes. Se quejan de las pérdidas arrastradas en los últimos años y que no pueden afrontar la nueva legislación.

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Son las 10.00 horas de una jornada laboral de final de agosto en Ceuta. Los transeúntes se incrementan en las principales calles del corazón de la ciudad mientras la mayoría de los establecimientos comienzan a subir la persiana y abren las puertas sin un retorno, en la mayoría de los casos, de momento. Las tiendas y restaurantes con climatización tendrán que mantener sus puertas cerradas cuando no las utilicen, es una de las medidas que establece el Plan de ahorro energético- basado en la recomendación impulsada por Bruselas-, que cumple dos semanas desde su entrada progresiva en vigor y que ha establecido el 1 de octubre como fecha obligatoria para su aplicación.

Un horizonte, el de octubre, al que el comercio de la ciudad, en general, está “apurando” porque “hace mucho calor, es insoportable y si no tuviese el aire no entraría nadie a la tienda”, argumenta Enrique Serrano, en cuyo establecimiento dedicado al textil se agradece escaparse del levante bochornoso del exterior. “La clientela tiene que estar contenta y ponerlo a 27 grados es como no poner nada”, se queja. Cerrar las puertas- que en su caso sí están mecanizadas-, tampoco es viable para el comerciante “porque ahuyenta”,  y reconoce que esperará hasta el último momento para acogerse al plan del Gobierno, que dice no entender.

En un mes, como muy tarde, Enrique le dará al botón de apagado a su aire acondicionado, y el invierno se avista menos conflictivo que la próxima temporada estival, “en la que habrá que buscar alguna solución alternativa”. Misma opinión que desprende la propietaria de una tienda dedicada a los productos de bebé. De momento, se acogen al periodo de aplicación establecido para incurrir en una práctica que estará multada y que ha supuesto el punto de mayor indignación entre todos los consultados por este medio. “El comercio, y sobre todo los pequeños, somos siempre los mismos paganinis”, se queja la propietaria. “¿Por qué no lo establecen para las viviendas?, donde sí se va a poder tener la temperatura a los grados que a cada uno desee”. Se lamenta que siempre se legisle “en contra del pequeño empresario” que, en su opinión, “es siempre el afectado”. Señala que la norma es una carga más a las pérdidas que afrontran en los últimos dos años. “Cierre de la frontera (no recuperado aún), pandemia, alquiler, luz por las nubes, incremento del precio de los proveedores por los contenedores chinos, de costes por la guerra…”. Para esta empresaria el problema “no es tener la puerta cerrada, sino el calor”, y afirma que evita poner el aire, o bajarlo de la temperatura ahora establecida, si no es estrictamente necesario, “porque a mi también me supone un coste tener la máquina encendida”.

Puerta abierta en ‘La Campana’, “pero porque los clientes no la cierran”, refunfuña Teresa, que despacha a una clienta que accede ya con el establecimiento hermético. “Ver la puerta cerrada no me impide alejarme, las luces están encendidas y la persiana arriba”, dice Mari Carmen, que agradece el incremento en la temperatura de los aires acondicionados, “porque hay locales en los que hace mucho frio”. No es el caso de la panadería, aunque es otro de los que aguarda hasta el último minuto. “Está a 24 grados, aquí tenemos el horno que desprende calor, hay chocolate que se derretiría, pero cuando no quede otra, habrá que subirlo”, dice la empleada.

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La cara más extrema de esta gravosa moneda la protagoniza el encargado de una óptica que pide expresamente que no aparezca su nombre y que zanja rápidamente el asunto con un “yo no voy a acatarlo”. “¿Cómo se está aquí? ¿A que se están bien? El aire está a 18 grados, más elevado es imposible”. En su opinión, las sanciones anunciadas presentan un cariz de simple amenaza, “como las de la pandemia que luego quedaron en nada”.

Pero también hay de los que ya se han subido al carro y cumplen a rajatabla. ‘La Despensa de Marta’ no deja escapar ni un kilovatio. Con la suerte de tener un local nuevo y adaptado, con cierre automático en la puerta y un sistema de refrigeración exterior, Lola González explica que no ha habido que hacer muchos cambios. “Tenemos solo un aire puesto y a la temperatura marcada por el plan, pero como puedes comprobar no hace calor”. Lo verifican dos clientes que se sumergen en el interior del comercio y agradecen al acceder huir del caluroso ambiente que rezuma la calle.

Tampoco contemplan cambios en infraestructuras ni pérdidas en un estanco que se sitúa a pocos metros, y donde también hay que empujar la puerta para acceder. “Tan solo hay que acostumbrar al cliente, que se asoman para preguntar si estamos abiertos pese a tener el cartel puesto y las luces encendidas”.

Comercios de Ceuta Plan de ahorro energético

En otra liga juega la hostelería que, en general, reconoce salir airosa de la implementación de medidas al estar salvados por las terrazas. “En verano todo el mundo quiere estar fuera, y cuando llega el invierno no ponemos la calefacción”, explica el encargado de una céntrica cafetería. “A primera hora encendemos el aire y cerramos las puertas, pero a medida que avanza la mañana se quita”, dice señalando las rendijas situadas en el techo. Es una estampa que se reproduce en gran parte de los establecimientos del sector que tienen en el ‘terraceo’ su gancho de atracción para la clientela. Sin embargo, los que sí optan por ofrecer refrigeración en su interior no claudican ante las nuevas medidas “porque no entraría nadie”.

Las medidas de ahorro energético, una a una

El Plan de choque elaborado por el Gobierno no ha entrado en vigor de golpe. Lo hace de forma escalonada con el objetivo de cumplir con las exigencias marcadas por la Comisión Europea que ha instado a España a reducir el consumo de gas en un 7% -en otros países de la Unión es del 15%-, como escudo para hacer frente a un posible corte de gas ruso. 

En ese paquete, que se completará en septiembre con otro que incluirá más mecanismos de contingencia y para el que se han pedido propuestas a las comunidades autónomas, estas son las medidas aprobadas:

- Cambios en el termostato: Es una de las medidas estrella. El real decreto limita el aire acondicionado a 27 grados en verano, y la calefacción a 19 en invierno. Será de obligado cumplimiento en edificios y locales con un uso administrativo -oficinas, vestíbulos o zonas de uso público-, comercial -tiendas, supermercados, centros comerciales- y de concurrencia pública -estaciones de tren, aeropuertos, locales recreativos o de espectáculos, salas de exposiciones, cines, teatros, auditorios...

Esta obligación no se aplicará en hospitales, centros de salud, guarderías, colegios, institutos, universidades, gimnasios, peluquerías y lavanderías. Tampoco dentro de los medios de transporte en sí, como los trenes, aviones o barcos.

En cuanto a los hoteles, hay una diferenciación importante. Las habitaciones están exentas de la aplicación porque se entiende que son espacios de regulación privada, pero las limitaciones operan en los espacios comunes, como puede ser la recepción, pasillos o salas.

Por otra parte, el real decreto flexibiliza la aplicación de la temperatura en función de las condiciones laborales y las especificidades de los sectores. Es lo que permite a bares, cafeterías y restaurantes poner el aire acondicionado a 25 grados por entenderse que allí cocineros y camareros realizan lo que se denomina legalmente un “trabajo ligero”, que significa que requiere desplazamientos continuos

- Cerrado de puertas: Este primer paquete de medidas contiene algunas otras que no son exigibles necesariamente ahora, pero que comenzarán a verse día a día a lo largo de los próximos 30 días. Pues será de obligado cumplimiento a partir del 30 de septiembre. Es el cerrado de puertas para evitar un uso desmesurado del aire acondicionado o de la calefacción porque se escapa por la entrada.

Los edificios y locales deberán contar con un sistema de cierre de puertas adecuado en los accesos a la calle cuando dispongan de sistemas de climatización en marcha. Esta medida ya estaba vigente desde 2009 en los casos en los que no se utilizara energía renovable para enfriar o calentar el establecimiento.

- Cartelería y pantallas: A partir del 2 de septiembre, los edificios con limitación de temperatura deberán informar mediante carteles informativos o pantallas de la aplicación de las medidas de ahorro y disponer de termómetros visibles con los grados y la humedad.

- Apagado de escaparates: tendrán que estar apagado desde las 22.00 horas. Esta disposición también se aplicará a los edificios públicos que estén desocupados en ese momento. Lo tendrán que hacer hasta el 1 de octubre de 2023, aunque en la ciudad ya se aplica desde hace dos semanas.

- Respecto a “calderas e instalaciones térmicas”, aquellos inmuebles que hayan pasado la inspección de eficiencia energética antes del 1 de enero de 2021 deberán someterse a una revisión extraordinaria antes del 31 de diciembre de 2022, “de modo que todos los edificios con un consumo de climatización relevante hayan superado una inspección en los últimos dos años”, indicaron desde el Ministerio de Transición Ecológica.