conocemos las historias de varias familias ocupas

"No podía quedarme quieta mientras entraban en la casa por la que he dado todos mis ahorros"

El miedo es el denominador común de las familias que desde el lunes ocupan las viviendas de Huerta Téllez. Miedo a que les desalojen y a que "otros nos echen a la fuerza para luego hacer negocio de las casas". Hay familias que están ocupando las casas por las que entregaron dinero y que están dispuestas a seguir pagando mientras tengan un techo para sus hijos.

HUERTA TÉLLEZ
photo_camera Una mujer muestra los pagos efectuados desde 2008 por una vivienda (C.A.)

Desde el pasado fin de semana las 206 viviendas de Huerta Téllez son un hervidero. A través de las redes sociales se estaba organizando una ocupación masiva de estas casas que se materializó el lunes. Como siempre ocurre hay oportunistas que aprovechan las necesidades ajenas para hacer negocio y en este caso revendieron las casas al mejor postor pero hay muchas otras familias que lo han hecho por necesidad. “No vemos bien quien ha ocupado una casa para hacer negocio. En cambio sí vemos bien que se ha metido porque no tiene un techo para sus hijos”, comentan dos mujeres.

La necesidad ha hecho que estas dos mujeres sean vecinas. Una de ellas es víctima de violencia de género y es del grupo de quienes no han pagado por una casa. Tiene cinco hijos a su cargo, uno de ellos discapacitado y con 150 euros al mes no ha tenido “más remedio” que ocupar una de estas casas. Sin luz, ni agua malvive junto a tres de sus hijos pero “por lo menos tenemos un techo”. Esa misma razón la esgrime su vecina, una joven casada con dos hijos que en 2008 invirtió todos sus ahorros en una casa y que nos enseña todos los documentos que así lo acreditan. “Hicimos planes según la fecha de entrega de la casa en 2010. Pagábamos religiosamente la letra de 500 euros al mes. Nos casamos y cuando nos tenían que entregar la casa comenzaron a llegar las malas noticias”, comenta mientras su hijo de dos años corretea por el rellano. Esta familia ha perdido 18.000 euros y muchos sueños. Durante estos 11 años han subsistido como podían e incluso tuvieron que irse a vivir a Castillejos porque no podían pagar un alquiler en Ceuta. Ellos viven en la casa por la que pagaron. “Mi madre vive muy cerca y cuando vi la cantidad de gente que bajaba a las casas, me cargué a mi hijo a la espalda y vine corriendo directa a mi casa”. Esta madre es consciente de que tras entrar en su casa, se pone al mismo nivel del resto de los ocupas pero “yo no podía ver cómo otras personas entraban en la casa por la que yo he entregado todos mis ahorros. No estamos robando ninguna vivienda y estoy dispuesta a seguir pagando”.

casa okupaPor las escaleras de esta promoción de viviendas el ir y venir de garrafas de agua es constante y ya comienzan a verse los primeros enganches. Los vecinos se saludan y ayudan. “Somos como una gran familia”, comentan y no es para menos, porque todos comparten un sentimiento común: el miedo. No solo a que les echen sino a que venga “mala gente y nos saque de las casas, como ya ha ocurrido”. Para evitarlo hacen guardia porque “la policía ni está, ni se le espera”. Nunca dejan las casas solas. En eso encontramos a un padre de familia que tiene a dos de sus hijas ocupando sendas viviendas. Ninguna de ellas ha pagado pero “ya no podíamos seguir viviendo tres familias en casa”. Entramos en la casa de la más joven de sus hijas. 21 años y enferma de cáncer. Solo tiene una habitación habilitada para “vivir”: una alfombra, una mesa plegable y un sofá que hace las veces de cama son todos los muebles con los que cuenta.

En un bajo hablamos con otra mujer, madre de tres hijas que hasta el lunes vivía con su madre. “Intenté meterme en la casa por la que había entregado 12.000 euros pero ya estaba ocupada, así me metí en la primera que encontré vacía”. Ella trabaja así que su hermano es quien le echa una mano y se queda vigilando la casa. Confiesa que es difícil explicarles a sus hijas por qué se han metido de esta forma en una casa pero “he hecho esto mirando por ellas”.

Todas las personas con las que hemos hablado no han querido dar sus nombres, ni salir en las fotos. Han accedido a hablar con Ceuta Actualidad gracias al secretario general del PDSC, Tarek Mizzian, que por otro lado lleva años siendo la voz de estos ciudadanos. Los ocupas no están orgullosos de lo que han hecho pero todos coinciden en que no les quedaba más remedio. Saben que no es la mejor forma de vivir pero mientras tanto colchones tirados en el suelo, sillas de playa, garrafas de agua en los baños y mesas plegables hacen las veces de hogar para las 206 familias ocupas de Huerta Téllez. Unas viviendas que estaban terminadas y preparadas para recibir a sus inquilinos pero no de esta forma.

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