PRIMER ACTO DEL CARNAVAL

El prodigio del mejillón escurrido

Centenares de personas se han dado cita este domingo en la Plaza Nelson Mandela para participar de la tradicional Mejilloná, acto que sirve de prólogo a las fiestas de Carnaval. 

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photo_camera Imagen de la Plaza Nelson Mandela antes del comienzo de la actuación de las agrupaciones/ C. MARFIL

La ciencia médica ya conocía de los beneficios aparejados al consumo de moluscos bivalvos, tan apreciados en el combate de las anemias, gracias a su rico contenido en hierro y vitamina B12, y en la defensa del sistema inmunológico, custodiado por las aportaciones de vitamina C que regalan con prodigalidad estas modestas criaturas de Dios. Lo que permanecía oculto al acervo científico era una curiosa propiedad que, hasta el mismo día de hoy, no se había revelado ni a la perspicaz observación de los biólogos marinos ni a las reumáticas mariscadoras de la Ría de Arosa. Es lo que en los corrillos de iniciados ha dado en llamarse el prodigio del mejillón escurrido.

Pues es la cosa que una cantidad indecente de estos bichos gelatinosos sometidos a la amputación de una de sus valvas y desprovistos de toda humedad atraen sobre sí la atención de una masa de seres humanos que, excitados por el olor del inocente molusco, se organizan disciplinadamente en largas y frecuentadas filas con el único propósito de deglutir sus menudos cuerpecitos anaranjados. Tal ha sucedido esta tarde en la Plaza Nelson Mandela con motivo de la celebración de la Mejilloná del Carnaval. Un mísero mejillón manipulando la voluntad de centenares de seres pertenecientes a una especie supuestamente superior en la escala evolutiva.

1Quien atribuya a este fenómeno una naturaleza mirífica habrá de ser reconvenido por su heterodoxia científica y advertido de que el secreto de este prodigio se resume en una sola palabra: escurrido. Pues los mejillones que la Consejería de Fiestas ha repartido entre los asistentes al acto celebrado hoy jueves en la Nelson Mandela habían sido convenientemente desposeídos de los líquidos que le adjudicaban un peso que no les era propio. 265 kilos sin engañosos añadidos, 265 a repartir entre un público inquieto que, desconocedor de la aplicación del procedimiento escurridor, llegó a pensar que la cantidad resultaría manifiestamente insuficiente, de tal modo que, previendo la cortedad de la oferta, acudió presuroso a constituir las filas a las que más arriba se ha aludido. En años anteriores, la autoridad municipal anunció la distribución de un millar de kilos del apetecido bicho, lo que al común del pueblo le pareció satisfactorio en la ignorancia de que tal peso no advertía de la indolencia del proveedor, a quien no pareció necesario someter la mercancía al escurrimiento que tantos beneficios allega a cualquier sociedad que se tenga por civilizada.

Más allá de todo ello, esta tarde se han congregado centenares de personas en la Plaza Nelson Mandela para comer mejillones y asistir a las actuaciones de agrupaciones de Carnaval procedentes de Ceuta y el Campo de Gibraltar. El consejero de Fiestas también ha estado allí.