El sueño imposible de la estatua que acumulaba polvo en un almacén

El cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica ha sido siempre un asunto problemático. El incalificable episodio protagonizado por el Gobierno local a propósito de una estatua de Millán Astray así lo evidencia.

La estatua de Millán Astray retirada de las calles de La Coruña
photo_camera La estatua de Millán Astray retirada de las calles de La Coruña

La noticia de que el Gobierno popular de la Ciudad de Ceuta había decidido solicitar la cesión de una estatua del general Millán Astray debió de causar no poco desconcierto en el Ayuntamiento de La Coruña. La efigie había sido retirada de la vía pública una década atrás en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. La sola idea de que los responsables públicos de una ciudad española albergaran la pretensión de recolocar en sus calles la imagen del general golpista que acumulaba polvo desde hacía años en los almacenes del Ayuntamiento coruñés se antojaba estrafalaria.

La negativa de la alcaldesa, Inés Rey, fue rotunda: “No estoy para chorradas”. La melancolía en la que el rechazo a la petición sumió a los responsables del Gobierno ceutí parece haberles arrebatado la energía necesaria para perseverar en el empeño: los populares no buscarán más estatuas de Millán Astray para cubrir el hueco dejado por la que, según sus planes, debió de haber llegado desde Galicia. “No, no me consta ahora que se vaya a hacer ninguna otra gestión”, reconocía este viernes el portavoz del Gobierno municipal, Alberto Gaitán.

 

Un asunto problemático

El cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica ha sido siempre un asunto problemático en Ceuta desde su aprobación en 2007. La de Millán Astray es, precisamente, una de las figuras que más controversia genera. El Gobierno local pretendía utilizar la estatua solicitada a La Coruña como referencia de los actos de celebración del centenario de La Legión, de la que el militar golpista fue fundador.

El amigo del dictador Francisco Franco se beneficia en Ceuta de la defensa numantina de su figura que, con el beneplácito tácito de las autoridades municipales, impulsa la sociedad ceutí más conservadora. Son aquellos que, al apelar a la relación de los legionarios con la ciudad, apenas hacen distinciones entre la La Legión como la moderna unidad militar que es hoy y la fuerza de intervención colonial que se sumó al levantamiento militar contra el Gobierno legítimo de la República.

 

El 5 de septiembre

Los debates sobre la aplicación de la Ley de Memoria Histórica en Ceuta remiten inmediatamente a la figura del alcalde Antonio López Sánchez-Prado. Desde hace algunos años, el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, promueve cada 5 de septiembre un acto en memoria del médico y alcalde republicano. Una mirada foránea no ocultaría su sorpresa al comprobar cómo quienes honran la figura de un defensor de la democracia asesinado por quienes atentaron contra ella recibe un trato no muy distinto del que se dispensa a quien se mostró como decidido simpatizante de los rebeldes.

Sánchez Prado es para muchísimos ceutíes una suerte de santo civil, un personaje cuyo prestigio como adalid de los más necesitados ha pasado de generación en generación en la ciudad. Ello no obsta para que los diputados de la extrema derecha encarnada por Vox se hayan negado a participar en los actos de homenaje al alcalde: su partido sostiene que la Ley de Memoria Histórica es un “atentado contra la libertad de opinión”. Y eso que, desde hace años, las alusiones a las circunstancias en la que Sánchez Prado perdió la vida no abundan durante la ceremonia de homenaje. El alcalde murió fusilado en la playa de El Tarajal el 5 de septiembre de 1936.

La aplicación de la Ley de Memoria Histórica no reduce todas sus controversias a las figuras del fundador de La Legión y del alcalde republicano. Ya en 2016, el por entonces diputado a la Asamblea por Ciudadanos, Javier Varga, detallaba en un informe una relación de 45 calles cuyas denominaciones incumplían las estipulaciones de la ley, entre las que citaba las dedicadas a María Salud Tejero, falangista y locutora de radio, Queipo de Llano o el propio Millán Astray.

Vestigios del franquismo pueden rastrearse todavía en la lápida en memoria de los Caídos en la plaza de San Daniel o en la placa conmemorativa de la inauguración de la mezquita Muley el Mehdi.

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