“Era un compromiso pendiente con Ceuta”. Los asistentes a la recepción que el 5 de noviembre de hace ahora ocho años la Ciudad brindó a los reyes de España en el Salón del Trono del Ayuntamiento pudieron escuchar esta declaración por boca de Juan Carlos de Borbón. La visita, convertida en cuestión de estado y con evidentes repercusiones en las relaciones bilaterales con Marruecos, fue celebrada por las autoridades locales y una buena parte de la ciudadanía como una extraordinaria noticia.
Las apenas cinco horas que duró la visita resultaron, sin embargo, densas en significados. El primero de ellos, la llegada de un jefe de estado a la ciudad después de casi 75 años de espera. El último, el presidente dela II República, Niceto Alcalá Zamora.
El entusiasmo generado entre la población ceutí, fundado en un reconocimiento de su españolidad que llevaban años esperando de las altas instituciones del Estado, contrastaba con la irritación que la visita generó en Rabat. El gobierno marroquí, nada más conocer las intenciones de la Casa Real española, llamó a consultas a su embajador, Omar Azziman, e hizo pública una nota en la que calificaba de “lamentable” la visita. La excitación de los marroquíes llevó incluso al primer ministro del país vecino, Abbas el Fassi, a establecer una desquiciada comparación entre la situación de Ceuta y Melilla y la de los territorios palestinos ocupados.
Ocho años después los ceutíes todavía se preguntan cuánto tardará otro rey de España en visitar la ciudad.
El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, quien ya recibió a Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia hace ocho años, se muestra convencido de que un rey español volverá a Ceuta. Vivas confía en que Felipe VI y su esposa Letizia Ortiz imitarán a los anteriores reyes.
