¿Y si Vox siempre le ha susurrado al oído a Vivas? Pérez sigue cobrando casi 5.000€ como su jefa de gabinete

Hasta el fracaso y el abandono escolar, lo vinculó Pérez ese día con un problema cultural: “Los niños abandonan porque en sus casas hablan el dariya, no dominan el idioma”.

La legislatura ya ha atravesado su ecuador y eso significa que en los cuarteles generales de los partidos políticos el mapa de ruta del motor se empieza a poner en modo elecciones.

Se vuelve a votar en mayo de 2023, suena lejos, pero no tanto como parece. Y si algo ha quedado claro de lo que va de legislatura es que para siempre la contienda se va a jugar en un escenario en el que VOX ya ha conseguido un importante triunfo: asentar su discurso abiertamente recriminatorio con los musulmanes (si no todos, casi todos sospechosos de ser promarroquíes) y ponerlo en el centro del tablero político.

El partido en el Gobierno, el PP, tras un año pactando con los de Redondo decidió romper la baraja, volver a buscar el apoyo del PSOE y poner fin a unas políticas que buscaban desterrar “todo lo que huela a moro y feminista” de las cuentas públicas.

Al propio Vivas se le ha podido ver encendido defendiendo la multiculturalidad de la ciudad y repudiando discursos sino racistas sí muy agresivos poniendo en la diana casi siempre a los musulmanes, pero sus palabras tienen agujeros en sus actos.

Los Presupuestos Generales de la Ciudad para 2022 seguirán premiando (hasta que Vivas quiera) con casi 5.000 euros mensuales más 2 pagas extras (4.887,51 euros brutos) a sus directores generales y al Jefe de Gabinete de la Presidencia, en este caso, jefa, Carolina Pérez. Pérez es su jefa de gabinete, su más estrecha colaboradora, quién lleva más años formando parte del Gobierno junto con el propio Vivas.

Sus carreras políticas son paralelas, salvo por un escaso periodo de 4 meses en los que Pérez abandonó su cargo, tuvo que dimitir como consejera de Asuntos Sociales en febrero de 2011 por sus declaraciones en el Senado. Lo que dijo en la Cámara Alta hace ya casi 11 años, más de una década, probablemente llega incluso más lejos de lo que hoy en día se atreve a decir VOX.

Conviene recordarlo dado que ella, Pérez, sigue siendo hoy una aliada imprescindible de Vivas, que sólo prescindió de ella durante 4 meses, los que fueron desde febrero de 2011, cuando dimitió tras el escándalo a junio de ese mismo año, cuando la nombró subdirectora general de Medio Ambiente. Hasta que ya en marzo de 2017, Pérez ascendió a jefa de Gabinete de Vivas, dónde sigue desempeñándose asumiendo funciones en la sombra del máximo dirigente de la Ciudad y no sabemos si susurrándole al oído al presidente las mismas ideas que ya expresó en el Senado hace una década.

En una larga intervención de casi una hora en la 'Comisión de estudio sobre las nuevas formas de exclusión social como consecuencia del fuerte incremento del desempleo', Pérez repasó primero los datos de desempleo, población, desigualdad, y prestaciones sociales que asolaban Ceuta entonces como hoy, pero de manera constante fue introduciendo un matiz, señalando a la inmigración no como un colectivo al que atender para evitar problemas, sino como la causa del problema. Así, ya en su respuesta a las preguntas que le realizaron la senadora socialista, María Isabel Flores Fernández, y el popular, Nicolás Fernández Cucurull, Pérez se desató para vincular de forma tácita, directa y clarísima a los musulmanes ceutíes con el problema del paro, la desigualdad, la exclusión social y el fracaso escolar.

Lo de Pérez no fue un error de generalización, como ella misma se atribuyó al dimitir pidiendo perdón sólo unos días después, Pérez -lo pueden comprobar en las actas del Senado o incluso ver su intervención íntegra en este enlace- no señaló a los musulmanes como el problema, señaló a su cultura y hasta a su idioma como el obstáculo contra el que “luchar”. “Aquí es un trabajo el que tenemos por delante duro y muy difícil porque estamos luchando con una cultura, donde ellos se mantienen en su sitio, en el de su cultura, y no están por la integración”, dijo Pérez ese día de los musulmanes locales señalándoles como causantes de las altas tasa de paro y desigualdad de la ciudad.

Unas cifras que aportó entonces y que ella misma calificó como “demoledoras” y que su trabajo y el del resto del Gobierno local no ha logrado paliar en una década, al contrario hoy hay más desigualdad y más desempleo que entonces.

Quizás porque parece difícil atinar con las medidas a poner en marcha si el problema es la cultura de una parte de la población, dado que, en palabras de Pérez, esas cifras demoledoras “la mayor parte vienen provocadas por esa cultura mayoritariamente en la ciudad de origen musulmán, porque anteponen su cultura y, en otras palabras, no están por la integración total.

Las mujeres la mayoría de ellas siguen la tradición de su cultura que es estar en casa cuidando de sus hijos y las personas mayores y poco más hacen”. En la frase además hay un desprecio velado a la labor de las amas de casa y de ese motor económico que suponen y que en los últimos años empieza a reivindicarse como imprescindible, con iniciativas políticas que buscan precisamente reconocer y valorar ese trabajo no pagado. Habló Pérez entonces del recién creado Ingreso Mínimo de Inserción Social (IMIS). Si no funcionaba como se esperaba no era porque el reglamento fuera un obstáculo para lograr acceder al a ayuda como ha venido reivindicado la oposición al PP en la Asamblea desde entonces.

Si no funcionaba era de nuevo por la cultura musulmana que inducía a los posibles beneficiarios a “preferir renunciar a esa prestación económica para no tener que hacer 6 meses de contraprestación”. La realidad la desnudó el Ingreso Mínimo Vital (IMV) del Gobierno de Sánchez hace escasos meses.

En sólo unos meses funcionando multiplicó por 12 el número de ayudas concedidas en comparación con las escasas 84 familias que se beneficiaban en 2020 del IMIS del Gobierno de la Ciudad. Y eso que se han rechazado multitud de peticiones. Un IMV que además ofrecía mucho más que una limosna a sus solicitantes (39 euros por persona en el caso del IMIS) por los 400 euros mensuales para una persona que viva sola y que se incrementaba en 139 euros por cada miembro familiar a su cargo. Quizá 39 euros mensuales le puedan parecer al Gobierno suficientes para vivir, aunque si se tienen en cuenta los casi 5.000 mensuales que cobra la jefa de gabinete queda claro que no.

Aún así, Pérez expresó en su día que en su visión esos 39 euros por persona deberían ser suficientes para asumir los requisitos que su consejería, entonces lo era, pusiera por delante para poder cobrar esa ayuda. Renunciaban tal y como explicó con tal de no hacer esa contraprestación, no es que fuera poco dinero, que hipotecara la posibilidad durante 6 meses de hacer otras chapuzas más rentables, es que es su cultura: “Están acostumbrados a vivir, en algunos casos, o una gran mayoría, de las prestaciones sociales, pero no buscan un empleo, no quieren formarse”, dijo Pérez.

Hasta el fracaso y el abandono escolar, lo vinculó Pérez ese día con un problema cultural: “Los niños abandonan porque en sus casas hablan el dariya, no dominan el idioma”. Estas ideas son las que han llevado a Pérez, sin trampa ni cartón, a ser jefa de gabinete de Vivas, a susurrarle al oído al presidente.

Y ese cargo es el que el PP, va a tener que defender en la próxima campaña electoral cuando VOX vuelva a tensar los discursos con ideas similares a las que Pérez expresó ya en 2011 y el PP quiera seguir presentándose como la garantía de la convivencia y la multiculturalidad ¿Será creíble cuando tienes una jefa de gabinete así?