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15 de junio de 1977: Elecciones que eran esperanza

Hace 40 años, el 15 de junio de 1977, se celebraron las primeras elecciones democráticas. Alegría, desconcierto, miedo, esperanza, las sensaciones de un pueblo joven que votaba tras 41 años. 

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photo_camera Adolfo Suarez votando/ Estrella Digital

Estrella Digital/ Juan B. Berga

Siete de la mañana, cuatro jóvenes – 21 años, la edad en la que se votaba hace cuarenta años- , estudiantes de economía, se encontraban en El Avenida, Paseo de la Independencia, centro de Zaragoza.

Cotejan algunas notas, casi en silencio, con la atmósfera clandestina que muchas noches les acogiera en el mismo bar. Siete de la mañana, café con leche, unos churros. Militan en el Frente Democrático de Izquierda, Partido Socialista de Aragón, Movimiento Comunista, Partido Comunista de España.  Sin embargo, ni parecían de formaciones distintas ni la conspiración parecía muy enervante: la muchachada se reía.

Se preparaban para una acción decisiva para que nadie les había preparado: la jornada de un interventor electoral. Quedaron en verse a la madrugada, tras entregar las actas, bajo el reloj de la Diputación. Llegó la noche, volvieron a verse y se inundaron de risas y cervezas. Los resultados no importarían hasta el día siguiente…cuarenta años después, algún vocero diría que le habían blanqueado las elecciones a las élites.

Allá películas, estos jóvenes habían votado una cámara constituyente.

Las primeras elecciones democráticas en 41 años

Era miércoles, era 15 de Junio, era hace cuarenta años. El 79% de la ciudadanía inscrita participó en aquellas elecciones, las primeras que se celebraban en libertad, desde 1936. Con los partidos recién legalizados, algunos concurrieron en coaliciones para esconder su ilegalidad.

Las elecciones perseguían configurar unas Cortes Constituyentes que afrontaran la reforma definitiva del régimen franquista, que había anegado las instituciones desde 1939, dando inicio a un terrible periodo de oscuridad que encadenó una larga época de represión, ajusticiamientos, juicios sumarios, exilio económico y político, ausencia de libertades políticas y personales.

El diseño del sistema electoral fue una de las claves del éxito de participación, tras cuarenta y un años sin votar. Descartado el escrutinio mayoritario puro, al estilo inglés, aunque desnaturalizando el sistema proporcional, con la regla D´hondt, permite que casi todas las fuerzas políticas con peso social alcancen escaños en el Congreso. Igualmente, se corrigió el sistema territorial electoral, para que las fuerzas de obediencia nacionalista pudieran encontrar encaje en la política nacional. 

Los resultados de las elecciones marcaron una tendencia de signo moderado, ya que los votantes apostaron mayoritaria y claramente por partidos de centroderecha y centroizquierda. El presidente del gobierno, Adolfo Suarez, organizó una plataforma de «centro democrático» que resultó la ganadora de las elecciones y se quedó a unos escaños de la mayoría absoluta.

Más alegría que conocimiento

Al igual que los jóvenes que iniciaban la crónica, el desconocimiento sobre lo que eran unas elecciones era casi absoluto –en los periódicos se explicaba cómo había que depositar el voto, por qué los Reyes no votaban o qué era el método D’Hont– e iba acompañado con bastante ingenuidad.

Pero lo que dominaba era la alegría y la esperanza. Pocas elecciones tan divertidas como aquellas, recuerdan los que entonces eran jóvenes estudiantes.

Pero no todo era ilusión democrática. El miedo y la desconfianza acompañó la jornada. Los interventores de la izquierda se sentaban junto a quienes habrían deseado que no hubiera elecciones. No; las elecciones de Junio de 1977 no pertenecen a las élites, como cuentan los nuevos relatos sino a quienes , en todo el campo político, fueron capaces de superar el franquismo latente en la sociedad española.

El franquismo estaba aún muy presente. Fraga se había quitado la chaqueta para expulsar de sus mítines a los alborotadores y había dicho aquello de «somos limpios como palomas y astutos como serpientes», mientras aseguraba que «el centrismo es compañero de viaje de la hoz y el martillo».

Pero Fraga cometió un error. No era un país para viejos, ni pensaba en el pasado: el 70% de la población tenía menos de 40 años. Esa gente joven, siempre hay jóvenes en las sociedades democráticas, incluso antes de que llegaran los hipsters y los millennials, fue capaz de formalizar un encuentro con gente que había aceptado o participado con la dictadura.

Aquellos cuatro chavales que desayunaron en el Avenida zaragozano el 15 de Junio de 1977, han seguido, por lo que sabe, una vida razonable, con altos y bajos como todo su pueblo. Pero ninguna derrota colectiva ha sido tan importante como la que ellos cancelaron en su jornada como interventores electorales: la ausencia de libertades.