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Así participa España en la guerra de Siria

Son 149 militares y una batería de misiles Patriot. Su misión: defender la ciudad turca de Adana de posibles ataques terroristas lanzados desde Siria.

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photo_camera España tiene desplegada una batería antiaérea Patriot para proteger a la ciudad de Adana/ Estrella Digital

Estrella Digital

La tensión en Siria se mantiene tras casi seis años de guerra y la intervención de otros países en el conflicto, que trasciende al enfrentamiento entre las facciones y contra el Daesh. Toda la zona se encuentra en alerta ante la posibilidad de que los ataques traspasen las fronteras, más aún con la intervención directa de países cercanos, como Turquía, que apoya a las tropas rebeldes.

Uno de esos puntos calientes fuera de la frontera siria es la base de Incirlik, un recinto militar estadounidense situado en la localidad turca de Adana, a apenas 100 kilómetros de la frontera con Siria y unos 180 de Alepo -el lugar en la que se ha librado una de las batallas más duras de la guerra.

Las operaciones que se llevan a cabo desde Incirlik son delicadas y cruciales estratégicamente: es la base desde la que Estados Unidos y otros países realizan los ataques aéreos contra el Estado Islámico en Irak y Siria pero también el lugar desde el que la OTAN protege poblaciones turcas de posibles ataques terroristas desde Siria. Y ahí los militares y las defensas antiaéreas españoles tienen un papel central desde que hace dos años se desplegara una batería de misiles Patriot.

“Cuando empezó la crisis en Siria, Turquía pidió apoyo aéreo para defender esta zona de posibles ataques. OTAN preguntó a sus socios quién estaría en condiciones de participar y España ofreció su batería Patriot” para participar en la Operación Apoyo a Turquía (Active Fence de la OTAN), explica el jefe del contingente, el coronel Luis Pardo Moreno mientras muestra a Estrella Digitaluno de los cargadores de misiles que España trasladó hasta allí en enero de 2015. 

Es un lugar delicado y no es fácil acceder. Los funcionarios turcos revisan con lupa los pasaportes y los visados hasta que permiten la entrada en la zona militar de esta importante base estadounidense en Turquía, donde además hay militares de otros países de la OTAN, como España o Reino Unido. Tampoco es fácil transitar dentro del recinto militar. Todos los movimientos son vigilados y no se puede salir de la ruta establecida. No se pueden hacer paradas, ni fotos durante el trayecto -menos aún de la pista de despegue. "Hay partes, igual que informaciones, que son NATO Confidencial", explican los oficiales españoles.

Tampoco los militares españoles tienen mucha movilidad fuera de la base. “Solo pueden salir las personas encargadas de temas logísticos y de suministros. Aquí tenemos de todo, pero estamos en una jaula de oro”, explican los oficiales desplegados en la base. Hasta el momento, han pasado 753 españoles. Los 149 que se encuentran actualmente en Turquía, casi todos del Regimiento de Artillería Antiaérea (RAAA) nº 81, vivieron la parálisis de la base después del golpe de estado en Turquía el pasado 15 de julio. Durante cuatro días, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan cerró los accesos a la base y se cortó la luz. Desde entonces, todo ha vuelto más o menos a la normalidad, cuentan, aunque reconocen que no pueden moverse por la zona.

 

“Listos para hacer fuego en 10 segundos”

En una amplia zona de la base, a unos cinco minutos en autobús desde la terminal de vuelos, España tiene desplegados tres cargadores de misiles. “Tenemos tres en funcionamiento y uno en revisión. Cada uno de ellos cuenta con cuatro misiles preparados para lanzarse”, explica el capitán Javier Aláez, al mando de la batería.

En dos pequeños habitáculos, los militares controlan todas “las trazas”, movimientos aéreos gracias a sus radares y a otros sistemas integrados del NATO Integrated Air and Missiles Defence System, del que forman parte. Cuentan con“sistemas de alerta temprana de los misiles en vuelo” que se lanza en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo, según cuenta el capitán Aláez en las del ICC (Information & Coordination Center), uno de esos apretados contenedores llenos de monitores.

"En el momento en el que recibimos la alarma de que viene un misil para acá, activamos el radar y si se dirige a la zona de Adana, la zona que nosotros protegemos, lanzamos un misil”, relata el oficial del Ejército de Tierra. Se trata deun proceso muy rápido. “Desde que tenemos información de que se ha lanzado un misil, contamos con un minuto y medio para activar todo nuestro sistema. En apenas, cuatro o cinco segundos está listo para hacer fuego –aunque prevemos 10 segundos para estar seguros”, explica. En cualquier caso, el sistema lanza dos misiles, con los que existiría una probabilidad del 99% de batir un posible ataque.

El misil que se lanza también envía información al radar que le va indicando hacia dónde dirigirse. “A medida que va avanzando nuestro misil la precisión es mucho mayor, hasta convertirse en casi milimétrica. Eso es lo que permite que un misil alcance a otro misil”, explica el oficial del RAAA nº81 mientras bromea con la posibilidad de que haya una alerta en ese momento. Sería la primera en aproximadamente un año. “Hasta ahora hemos estado a punto de abrir fuego contra algún misil, pero la zona de caída no entraba dentro de nuestro radio”, que incluye la ciudad de Adana y “25 kilómetros a vanguardia”, cuenta el capitán mientras señala uno de los radares.

Pese a que en los últimos meses no han tenido que activar los sistemas, la misión continuará y España mantendrá sus baterías Patriot hasta, al menos, la primera mitad de 2017, según confirmó la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, el pasado día 20 de diciembre. Un apoyo que no sobra a Turquía, más aún después de los últimos acontecimientos. La victoria en Alepo de las fuerzas del presidente sirio Bashar Al Asad -apoyadas por Rusia y e Irán- sobre los rebeldes -apoyados por Turquía- ha vuelto a subir la crispación en la zona. Incluso, en propio territorio turco, donde un policía acabó con la vida del embajador ruso ante Ankara.