Pero ¿quiénes son las trabajadoras que se dejan la vida en la frontera y cuál es su labor? Las porteadoras, que es como se llama a estas mujeres, se dedican a lo que cínicamente se llama "comercio atípico" en la frontera entre Melilla y Ceuta y Marruecos, el contrabando, que se ha convertido en el primer motor económico de la zona tras el hachís. Habitan en la zona de Tetuán o Nador y tienen entre 35 y 60 años de media, en su mayoría madres cargadas de hijos a los que sacan adelante tras haber sido abandonadas, tras divorciarse de maltratadores o quedar viudas.
Durante horas, se concentran en los pasos fronterizos a la espera de su apertura y tratan de hacer luego el máximo de viajes entre un lado y el otro; de ello depende sus sustento. Por toda la jornada laboral cobran de cinco a diez euros. Eso, si el agotamiento y las avalanchas les permiten terminar el día. Es, en la práctica, una moderna forma de esclavitud que se lleva desarrollando en estos dos puntos de nuestro país desde hace casi 50 años.