El problema de las pensiones es tan sencillo que hasta lo entendemos los de letras. Lo explicó el presidente del Gobierno la semana pasada: “desde 2007 el gasto en pensiones ha subido en 54.000 millones y los ingresos cero”.
Es la brecha abierta entre los gastos crecientes, que aumentan porque cada mes ingresan en el club nuevos pensionistas y con más esperanza de vida –cobran más tiempo–, y los ingresos menguantes porque, aunque los cotizantes son más por la creación de empleo, aportan menos al sistema debido a la precariedad y a los bajos salarios. Eso explica que los ahorros de la hucha estén casi agotados y que el Gobierno tenga que emitir deuda para cubrir el déficit de la Seguridad Social.
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