Los contendientes en la guerra de Siria no respetan ya objetivos prohibidos como los centros sanitarios. El estupor ha vuelto a irrumpir en el irracional conflicto que padece el país árabe desde hace más de cinco años tras los ataques aéreos lanzados el pasado sábado contra un hospital apoyado por Médicos Sin Fronteras (MSF) en la ciudad de Millis, en la provincia septentrional de Idlib, que han causado la muerte de al menos 13 personas, entre ellas cinco niños.
La ONG ha revelado este lunes que los bombardeos se produjeron el pasado sábado contra el hospital de Millis y en los alrededores de las instalaciones, y dejó cuatro miembros del personal del hospital muertos y otras nueve víctimas mortales, incluidos cinco niños y dos mujeres, según MSF.
"Los bombardeos han destruido la mayoría del edificio del hospital, lo que incluye el quirófano, la unidad de cuidados intensivos, el departamento de pediatría y el 80% de los aparatos médicos», señala la organización humanitaria.
El hospital estaba especializado en medicina infantil y daba asistencia sanitaria a los 70.000 habitantes de Millis y sus alrededores y estaba apoyado por MSF, que atendía diariamente a unas 250 personas.
"El bombardeo directo de otro hospital en Siria es atroz", afirma la doctora, Silvia Dallatomasina, encargada de las operaciones de MSF en el noroeste de Siria. «Cada vez que se ataca un hospital (...) se priva a los sirios de cuidados» esenciales, subraya.
La ONU denunció hace unos días que solamente en julio fueron atacados en Siria 44 hospitales, clínicas y otras instalaciones médicas, en medio del agravamiento del conflicto y de la situación humanitaria en el país.
