FIN DE LA NEUTRALIDAD EN USA

Trump trata de convertirnos en mercancía de internet

Una ley que data de la presidencia de Obama obligó a los proveedores de servicios de Internet a tratar todos los servicios de la misma manera, asegurando así la "neutralidad de la red". La administración Trump acaba de abandonar este principio.

Trump
photo_camera El presidente de EEUU, Donald Trump (E.D.)

Estrella Digital/Miguel de la Balsa

La autoridad reguladora de las telecomunicaciones de Estados Unidos ha renunciado a defender la neutralidad de la red. Ajit Pai, jefe de esta autoridad, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), fue elegido por la administración Trump precisamente con esta misión.

Tras muchas intentonas durante muchos años, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC por sus siglas en inglés) está mas cerca de nunca de conceder a las compañías de telecomunicaciones el poder de segmentar y priorizar contenido.

 

De que trata la neutralidad

Si sale adelante la nueva legislación, muchos temen que las operadoras cobren extras por los servicios que más ancho de banda consumen, los mercados de como el streaming de vídeo o música, lo que a la larga puede generar una situación que dañe la competencia.

En los Estados Unidos, la "neutralidad de la red" puede desaparecer. El principio, a menudo, se presenta de una manera bastante compleja, cuando no incomprensible, mientras que en realidad es relativamente simple. Es el suscriptor el que pide, por ejemplo, un video, no Youtube quien lo envía.

El principio de neutralidad consiste en transportar estos datos sin discriminación. Sin favorecer a quien tiene un acuerdo con el operador, accionista o acuerdo comercial.

Los grandes beneficiados de esta reforma, sin embargo, serían las tres grandes telecos de EEUU, AT&T, Verizon y Comcast, que conseguirían más poder no sólo sobre lo que pagan los usuarios, sino también sobre lo que ven.Si Facebook entrara dentro de los 'planes de servicios' básicos, pero hubiera que pagar extra para entrar en una alternativa, esto dañaría a la alternativa.

Si esto se lleva a medios de comunicación o servicios de streaming de vídeo o música, con los cuales a menudo compiten estas grandes empresas, el peligro se hace evidente. Este es el gran temor de los usuarios: que Internet se compartimente para que las teleoperadoras obtengann mayores beneficios.

 

Neutralizar cualquier disidencia

Filosóficamente, el operador debe estar al servicio de su suscriptor. Si un emisor puede llegar a un acuerdo con el operador para promocionar su plataforma, ¿cuál es el propósito de este acuerdo? Simplemente, el suscriptor, el sujeto, se convierte en una mercancía que el operador vende a la plataforma. De hecho, las empresas no se están vendiendo por sus rendimientos, sino por la calidad de sus suscriptores.

Económicamente, la consecuencia es que una plataforma en una posición de fortaleza podrá pagar una tarifa que un nuevo actor económico no puede pagar. El efecto económico es evitar nuevos participantes y garantizar la durabilidad de las fortalezas adquiridas, matando la innovación y la competencia. El efecto político es crear una influencia que los estados pueden usar para esterilizar cualquier disidencia.

¿Cuál será el efecto en los Estados Unidos del fin de la neutralidad de la red? Eso dará fuerza a los grandes operadores, ya en una situación de monopolio. Estos grandes operadores, tecnológicamente muy rezagados, esperan un excedente de ingresos sin tener que invertir, tomando una parte de los ingresos de gigantes como Google, Facebook o Netflix. El segundo efecto será fortalecer la posición dominante de estos gigantes: siendo los únicos en pagar el alquiler solicitado por los operadores, estarán protegidos.

 

La situación Europea

En Europa, hay bases legales más sólidas para proteger la neutralidad de la red. Un reglamento europeo, una ley directamente aplicable en toda la Unión sin esperar una lenta transposición por parte de los parlamentos nacionales. Es mucho más fuerte que una regla establecida por una autoridad administrativa.

Por supuesto, los principales operadores pretenden vulnerar, y a veces lo consiguen, este reglamento mediante acciones de grupo de presión, tanto política como técnica.

Hay dos posibles reacciones de Europa. La primera es ceder lentamente a las sirenas de los operadores, renunciar lentamente a la neutralidad, eliminando una extremo en nombre de la seguridad, otro en nombre del mercado estadounidense, impidiendo nuevos modelos de mercado, aceptando que los únicos gigantes son los gigantes estadounidenses actuales.

En resumen, la primera solución es rendirse. Renunciar a la protección de los datos personales, abandonar el concepto de que la red es el producto y pasar a que el producto sea el usuario, que se vende a las plataformas.

La alternativa, la segunda posibilidad, es que Europa confíe en sus valores y en las reglas que ha establecido (neutralidad de la red, regulación europea de datos personales ...). Al defender estos supuestos, tenemos una oportunidad: los recién llegados estadounidenses tendrán una desventaja, una red no neutral. Las empresas innovadoras europeas, por otro lado, tendrán fácil acceso a un gran mercado, una Europa de 500 millones de ciudadanos con derechos. Y una Europa fuerte, capaz de imponer sus reglas a los grandes grupos estadounidenses.

En resumen, Trump da una oportunidad interesante a Europa para convertirse en un territorio de cultivo para la innovación