La crisis de los whatsapps islamófobos

Un asunto singularmente humano

La crisis desatada por la divulgación de los whatsapps de contenido racista atribuidos a dirigentes de Vox anima una reflexión sobre la naturaleza de la conducta de sus protagonistas. 

Instantánea del pleno de la Asamblea celebrado el pasado jueves (C.A.)
photo_camera Instantánea del pleno de la Asamblea celebrado el pasado jueves (C.A.)

Los seres humanos son criaturas inclinadas a justificar permanentemente sus propios actos e idiosincrasia. No resulta raro. Es la mejor estrategia para arrostrar sin dolor la certeza de que uno es un adefesio, un criminal o un imbécil. Solo los individuos atormentados por una naturaleza patológica son capaces de transitar por la existencia con la conciencia de que son unos cretinos.

La crisis social abierta por la difusión de unos mensajes de Whatsapp de marcado carácter racista e islamófobo atribuidos a dirigentes de Vox en Ceuta ha puesto de manifiesto esta particularidad de la condición humana.

Tras la publicación en los medios de comunicación de los mensajes que, supuestamente, se habrían intercambiado dirigentes ceutíes de Vox (“que haya españoles que digan que tenemos que tragar moros por cojones”, “no resultará extraño que al final haya que combatir militarmente”, “éste es el tipo de pensamiento cuyo único responsable ha sido Juan Vivas y su mierda de la Ceuta de las cuatro culturas”), el presidente de la gestora del partido, Sergio Redondo, recurría al socorrido expediente de la conspiración para explicar la situación a la que él mismo y su partido se habían visto abocados. “Ceuta está viviendo un ataque perfectamente orquestado y organizado desde sectores políticos, económicos y mediáticos locales y extranjeros que buscan desestabilizar Ceuta: los diputados transfugados (sic), sin duda, están al servicio de toda esta conspiración”, escribía Redondo en Twitter.

El líder de Vox no precisaba el alcance de la mencionada conspiración ni la identidad de sus promotores. Una pulsión genuinamente humana que se manifiesta desde la más tierna edad ante la catástrofe del escaparate carísimo hecho añicos por el impacto no premeditado contra el cristal del balón recibido como regalo el día de tu octavo cumpleaños: “Yo no he sido”.

Una reacción igualmente humana nos ofrece el comportamiento de los dirigentes del PP, acuciados por la necesidad de sostener un Gobierno en minoría. Mientras todos los grupos políticos reconvenían a Vox por los mensajes privados que ahora investiga la Fiscalía y por los públicos que el partido sostiene sin rubor desde su fundación, los populares han mantenido un calculado silencio.

El portavoz del Gobierno popular, Alberto Gaitán, huía este viernes ante los periodistas de plantear crítica alguna a los dirigentes de Vox bajo el argumento de que también podría resultar que los mensajes hubieran sido urdidos por alguien empeñado en “perturbar la tranquilidad de la ciudad”. Gaitán, que no descartaba así la teoría conspirativa defendida por la formación de Redondo, velaba por la integridad del acuerdo que los populares mantienen con Vox para sostener una mayoría absoluta que gana votaciones en la Asamblea.  Quizás no deban hacerse reproches a esta actitud. Resistirse a dar un paso que podría comprometer los intereses propios también resulta tremendamente humano. Ningún congénere de especie está dispuesto a disciplinarse las gónadas con unas tenazas si sabe que no obtendrá beneficio de ello.

También la ira, la destemplanza y la incontinencia son atributos humanos. El portavoz de Caballas en la Asamblea, Mohamed Alí, resultó arrebatado por estas bajas pasiones cuando en la sesión plenaria del pasado miércoles arremetió voz en grito y ensartando una imprecación tras otra contra los diputados de Vox. La lectura de los mensajes islamófobos publicados por la prensa avivó en Alí un sentimiento de afrenta, también fundamentalmente humano, que se tradujo en un comportamiento impropio de un representante público.

Todo este catálogo de debilidades propia de la especie animal considerada superior (en ocasiones con no poca arrogancia) se resume en el principio de la selección natural predicado por Darwin. El más apto sobrevive. Por eso, en plena crisis social suscitada por los tristemente célebres whatsapps, hay quien ha desempolvado sus conocimientos de aritmética para recalcular las combinaciones que reportan la mayoría absoluta en el pleno de la Asamblea de Ceuta. La irrupción en escena de los dos diputados “huidos” de las filas de Vox –los ahora no adscritos José María Rodríguez y María del Carmen Vázquez- abre la puerta a la ensoñación de nuevas mayorías.  Aunque quizás todo quede en eso: en una mera ilusión.