Historia de un pacto

La estrategia del bichón maltés

Tras el fracaso de su pacto con el PSOE, el PP se ha visto abocado a entenderse con la ultraderecha local. Pese a las evidencias, los populares niegan con firmeza que exista pacto alguno con Vox. 

vivas redondo lópez
photo_camera Vivas, a la izquierda, junto al presidente local de Vox, Sergio Redondo, y la diputada al Congreso, Teresa López (C.A./ARCHIVO)

Si no fuera pertinente para ilustrar el presente caso, la peripecia vital de Giorgos Papatoulos, ciudadano egregio y abnegado amante del mundo animal, no encontraría cabida en este texto. Pero lo es.

Alcanzada la edad adulta, Papatoulos se sintió urgido a buscar compañía. La desafección que profesaba hacia sus congéneres de especie, sumada a su pasión por las criaturas irracionales con las que Dios Nuestro Señor pobló la Tierra, facilitó la elección. Sin duda, lo que necesitaba era una mascota, una animalito cariñoso que ahuyentara su melancolía y preñara sus tardes tristes con ese amor desinteresado que tan solo las bestias son capaces de ofrecer.

Arsenio, que tal fue el nombre que impuso a su nuevo amigo, era una criatura tierna y obediente que, aunque incapaz de levantarse sobre sus patas traseras -una habilidad que Papatoulos había celebrado en otros animales de compañía-, no tardaría en ganarse el corazón de su nuevo amo. El primer día de la que sería una larga y enriquecedora vida en común, el orgulloso propietario ciñó un collar color fucsia al cuello de su mascota, metió en el bolsillo de su sobretodo un puñado de bolsas para excrementos y una botellita de agua con Mistol, guardó el hueso favorito de Arsenio, le colocó un gracioso moñito verde sobre la cabeza y salió a la calle. Él, un hombre solitario necesitado de afecto y cuidados. El animal, un cocodrilo adulto de seis metros de largo y 1.500 kilos de peso.

No era Papatoulos, sin embargo, un hombre moralmente impecable. Su afecto por los seres inferiores de la Creación más arriba mencionado se veía enturbiado por una malsana inclinación a la impostura y el engaño. Y fue esta tara de su carácter la que le movió a mantener durante años que Arsenio era, en realidad, un bichón maltés.

La del reptil y su amo se convirtió en una presencia familiar para los residentes del barrio. El saurio aprendió pronto a levantar la pata trasera izquierda cuando Papatoulos lo acercaba al alcorque de un árbol, a olisquear las micciones de los perros que le habían antecedido en el paseo, a hacer fiestas a los niños del vecindario. “Le gustan mucho los niños”, confiaba Papatoulos a los propietarios de las demás mascotas. Y no mentía: para entonces ya se había comido a tres o cuatro.

Habrá quien dude de la veracidad del relato precedente e, incluso, de la existencia misma del propio Papatoulos. La objeción no resulta relevante. Lo importante es que la anécdota del estrafalario propietario de Arsenio viene que ni pintiparada para el propósito que aquí se persigue. Véase.

 

El pacto no es un pacto

vivas redondo hernándezDel mismo modo que Papatoulos negaba que el cocodrilo que sacaba a pasear con un moñito en la cabeza fuera un cocodrilo, el presidente de la Ciudad y del Partido Popular, Juan Vivas, ha negado siempre con firmeza que los pactos que ha suscrito desde el inicio de la presente legislatura fueran realmente pactos.

La estrategia del bichón maltés quedó inaugurada con el acuerdo de gobernabilidad que populares y socialistas alcanzaron el pasado verano para sustentar el Gobierno en minoría de los primeros. El PSOE se convirtió en la muleta de Vivas que, a cambio, se avino a algunas concesiones: cinco socialistas ocuparon puestos de asesor municipal hasta entonces reservados a afines al PP; los populares auparon a la diputada del PSOE Cristina Pérez a la Vicepresidencia 1ª de la Mesa de la Asamblea; el Gobierno nombró a un director general propuesto desde la sede de Daoiz; el jefe de las campañas electorales socialistas se convirtió en gerente de la televisión pública RTVCE… Cuando a finales de año la ruptura entre los fugaces socios se hizo evidente, todo comenzó a desmoronarse. Socialistas y populares habían negado activamente que existiera pacto alguno, pero lo cierto es que cuando meses después la cohabitación resultó insoportable, asesorías, dirección general, gerencia y el resto de las concesiones arrancadas a Vivas decayeron. El último vestigio de aquellos tiempos de concilios se perdía el jueves pasado: el PP que convirtió a la socialista Pérez en vicepresidenta 1ª de la Asamblea prestaba sus votos al diputado de Vox Francisco José Ruiz para promocionarlo a ese mismo puesto.

La fracasada experiencia protagonizada por PP y PSOE volvería a reeditarse con cambio de partenaire. Vivas, que advirtió con firmeza durante la campaña electoral de las municipales que no pactaría jamás con los de Abascal, a cuyo partido consideró una amenaza para la convivencia en la ciudad, cerraba un acuerdo de gobernabilidad con Vox. El pacto, por supuesto, no era un pacto.

La añagaza del reptil que fingía ser un bichón maltés presentaba un flanco débil, pese a todo: un cocodrilo tiene siempre aspecto de cocodrilo por mucho que su propietario recurra a los servicios de un peluquero canino para dejarle un coqueto flequillo sobre los ojos. Algo parecido ocurre con los pactos entre partidos políticos. Negar lo que resulta evidente conduce a la melancolía.

 

El idilio PP-Vox

VOX PP VIVAS REDONDOEl PP arrancó de Vox su apoyo a los Presupuesto Generales de la Ciudad y a todas aquellas propuestas que los populares consideraban esenciales para la supervivencia de su Gobierno en minoría. A cambio, Vox comenzó a colarse en los cargos institucionales y a obtener la sanción del pleno a algunas de sus propuestas ideológicas más controvertidas. Así, por ejemplo, el PP resolvió apoyar la implantación del veto en las escuelas que representa el denominado pin parental defendido por los de Abascal. Coló el concepto de violencia intrafamiliar como ariete contra el reconocimiento legal de la violencia de género, negada sistemáticamente por la ultraderecha. Aceptó la exclusión de asociaciones como Enfermos sin Fronteras, Mujeres Progresistas o Cardijn, dedicada a la atención a migrantes y menores, de la lista de entidades beneficiadas con subvenciones públicas.

Al igual que sucedió meses atrás con el PSOE, Vox obtuvo sus compensaciones: la gerencia de la televisión pública RTVCE fue a manos de un afín al partido de extrema derecha, la formación entró en el consejo de administración de la Autoridad Portuaria y, más recientemente, el diputado Ruiz desplazaba a la socialista Pérez de la Vicepresidencia 1ª de la Asamblea.

Incluso en los momentos difíciles, el PP se puso del lado de Vox por acción u omisión. La atribución a la dirección local del partido de Abascal de unos mensajes de Whatsapp de contenido racista e islamófobo levantaron una ola de indignación en la comunidad musulmana a la que el PP respondió con el silencio. Los populares también se han guardado de hacer sangre con la manifestación que el 28 de febrero reunía a más de 6.000 personas en las calles de Ceuta contra el racismo y por la convivencia. La organización señalaba a Vox como responsable de la quiebra de la paz social entre comunidades. “Efectivamente, hubo mucha gente” y “la manifestación tenía un origen político” han sido las valoraciones más relevantes que el Gobierno de PP ha ofrecido sobre la mayor movilización ciudadana registrada en Ceuta este siglo.

“No hay ningún acuerdo”, insistía ayer mismo en nombre del Gobierno su vicepresidente 2º, Carlos Rontomé, quien no tiene por qué saber que Arsenio, harto de los desaboridos platos de Dog Chow y Pedigree Pal, resolvió que la mejor manera de iniciar una dieta equilibrada era comerse al bueno de Papatoulos.

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