"La parálisis laríngea afecta a 1 de cada 15 personas, con prevalencia en las mujeres"

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La disfagia consiste en la dificultad para tragar (deglutir) alimentos tanto líquidos como sólidos, incluso la saliva. Si bien se relaciona con el envejecimiento, suele además estar asociada a enfermedades neurológicas como: ictus, el Parkinson o la demencia. Aparece en infecciones de la vía aero-digestiva alta o en tumores de esa región. Finalmente, hay que destacar como causa más frecuente el daño en los nervios y músculos que intervienen en alguna de las fases de la deglución y que dan lugar a las parálisis de las cuerdas vocales. En este caso el origen suele deberse a cirugías previas, al uso incorrecto de la voz o por causa infecciosa. 

La disfagia se manifiesta con síntomas tales como tos, dolor, opresión en el pecho, vómitos o la pérdida de peso a consecuencia de la dificultad apareciendo incluso temor a la hora de ingerir alimentos. Esta dificultad con frecuencia irá acompañada de problemas en la voz y en la respiración, ya que participan casi de las mismas estructuras anatómicas. Cabe destacar la tos como síntoma reflejo por la entrada de cualquier sustancia en la vía aérea, dando lugar a lo que se conoce como aspiración y que puede dar lugar a numerosas neumonías. Dicho trastorno incide en la calidad de vida de las personas que lo sufren e incluso es una causa de mortalidad importante.

Gran parte de la repercusión social de este problema radica en el desconocimiento y el infradiagnóstico lo que conlleva un retraso en el tratamiento y en la rehabilitación. Tanto es así, que en torno al 90% de pacientes con disfagia no está diagnosticado ni bien tratado. Será necesaria una completa exploración visual externa, así como la realización de una videoendoscopia completando el estudio si fuese preciso con pruebas de imagen como el tránsito baritado o la videofluoroscopia. Esto permitirá conocer la causa de la disfagia, si la parálisis de cuerdas vocales es unilateral o bilateral, y en qué posición se han paralizado, lo cual dará lugar a síntomas característicos.

Para llevar a cabo el manejo del paciente con disfagia es necesario la intervención de un equipo multidisciplinar que conste del especialista en Otorrinolaringología, del Logopeda, y en ocasiones de un Fisioterapeuta o incluso un Nutricionista.  En primer lugar, se deberá decidir si es segura la alimentación oral, además de cómo actuar sobre los factores ambientales modificando las características de la alimentación, recomendar determinadas posturas con las que facilitar la deglución, así como el aprendizaje y desarrollo de técnicas que mejoran la deglución.

El logopeda, realizará una evaluación exhaustiva de la deglución para posteriormente iniciar la rehabilitación directa e indirecta de la misma. 

La rehabilitación indirecta se realiza sin alimentos y consiste en ejercicios destinados a fortalecer los órganos que intervienen en la deglución, favorecer el reflejo deglutorio y mejorar el cierre glótico, mientras que la rehabilitación directa se realiza con alimentos en cantidades pequeñas y consiste en la aplicación de técnicas posturales y maniobras compensatorias para favorecer la deglución y conseguir que se segura y eficaz.

Es recomendable un tratamiento logopédico individualizado, teniendo en cuenta que variará en gran medida de un tipo de parálisis a otra. Su frecuencia y duración dependerán del tipo y gravedad de la alteración, de las necesidades del paciente y del tiempo que tenga disponible.

Lograr un buen resultado en el tratamiento rehabilitador dependerá de un correcto diagnóstico del otorrino, de los conocimientos del terapeuta para abordar el trastorno y aportar a los pacientes los recursos adecuados y de la motivación y colaboración del paciente. El trabajo en equipo entre otorrinos y logopedas es necesario y muy importante. 

En el caso de la cirugía, como métodos correctores pueden realizarse: el relleno de la cuerda vocal con biomateriales, la aproximación de la cuerda vocal para disminuir el defecto y la reparación del nervio dañado con otro nervio sano. Recomendando al paciente la rehabilitación logopédica postcirugía.

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