No podemos perder un minuto

No olvidamos que el cuidado del medio ambiente es, ante todo, un compromiso y una responsabilidad individual. Una responsabilidad de la que debemos hacer conscientes a todos.

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photo_camera Alfonso Conejo (C.A.)

La semana que comienza es trascendental para la defensa del Medio ambiente. Seha convocado para el lunes 23 en Naciones Unidas la cumbre sobre el clima con el objetivo de implementar el acuerdo de París, enmarcada en movimientos ciudadanos que exigen compromisos y decisiones en esta materia.

Según los datos del Eurobarómetro, el 97% de los españoles considera prioritaria la protección del medio ambiente, por encima de la media europea (94%). Estamos plenamente comprometidos, en primer lugar, porque es un mandato constitucional; el artículo 45 establece que todos los españoles tienen derecho a un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, y el deber de conservarlo. En segundo lugar, porque es una gran responsabilidad; España es el país con mayor biodiversidad de toda la Unión Europea y cerca del 20% de la superficie de las reservas de la Red Europea Natura 2000 se encuentra en nuestro país. En tercer lugar, por compromiso con el futuro; cuidar el medio ambiente es mejorar el presente y ampliar el horizonte de posibilidades para nosotros, para los jóvenes, para nuestra ciudad y para el planeta; En cuarto lugar, como miembros de la Unión Europea, lideramos a nivel mundial los acuerdos internacionales de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de Naciones Unidas.

La defensa del medio ambiente no se limita a una lista de prohibiciones y restricciones impuestas desde arriba. Debe tener en cuenta, necesariamente, la vertiente medioambiental, pero también la económica y la social. Sin uno de los lados del triángulo, la sostenibilidad eficaz y duradera se viene abajo. Hablar de desarrollo sostenible es hablar de la persona, de salud, de calidad de vida, de desarrollo socioeconómico, de respeto, de generosidad, de conciencia, de educación, de participación, de solidaridad. De lo nuestro y lo de todos. De preservar lo mejor que tenemos. Las generaciones futuras no nos perdonarían un legado peor que el que hemos recibido, un aire más limpio, una naturaleza protegida.

Teniendo en cuenta las posibilidades que ofrece hoy la ciencia y la tecnología, es una evidencia que el desarrollo económico y la defensa del medio ambiente son perfectamente compatibles. Desde los años 90, las economías europeas han logrado aumentar su PIB al tiempo que reducían sus emisiones de gases de efecto invernadero, consolidando el desacoplamiento de la economía y la contaminación ambiental. Hoy día se concibe como una oportunidad de crecimiento e innovación. La lógica schumpeteriana está generando nuevos sectores de economía verde, desde las energías renovables a la economía circular, que dan empleo y fomentan una innovación que nos permite avanzar en las cadenas de valor globales.

Al tiempo que muchos de los recursos naturales que consumimos resultan cada vez más escasos, la población global va a experimentar un crecimiento inusitado en las próximas décadas. El efecto combinado de ambos fenómenos hace que nuestro sistema productivo de extraer-producir-consumir-tirar no pueda seguir siendo sostenible. Por ello estamos viviendo una transición hacia un modelo de producción y consumo diferente: el de la economía circular. Su objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, reduciéndose al mínimo la generación de residuos. Este modelo innovador tiene el potencial de resolver los grandes retos medioambientales a través del empleo de nuevas tecnologías, que abran nuevas oportunidades de negocio, y por tanto la creación de nuevos puestos de trabajo, fomentando un crecimiento económico duradero. Esto es particularmente beneficioso para un país como España y en especial para nuestra ciudad, cuya riqueza no depende de la extracción de sus propios recursos naturales. La creación de una nueva industria de economía circular puede reducir nuestra dependencia de algunos recursos naturales del exterior, al tiempo que genera nuevos empleos basados en la innovación, y de mayor valor añadido.

El mercado laboral será uno de los principales beneficiarios, pues mientras países dependientes del carbón sufrirán pérdidas de miles de trabajos, España es el segundo país de la UE en el que más aumentaría el empleo a raíz del cumplimiento del acuerdo de París. La expansión de la fotovoltaica y su impacto en la construcción y en la reducción del precio de la energía dinamizará la creación de empleo. En concreto un 0,9% adicional, cuatro puntos por encima de la media de la UE, lo que supondrá más de 200.000 empleos. e tiene que alcanzar de forma ordenada, valorando todos los costes y beneficios. La meta final está clara, la decisión está en el cómo.

No podemos perder un minuto. Hechos en lugar de palabras. Las razones exclusivamente ideológicas y políticas, o planteamientos frentistas que busquen atacar mas el modelo de desarrollo económico y social, incapacita las decisiones políticas para alcanzar un pacto social en esta materia. Dicho de otra manera, remar en la misma dirección, bajo una planificación rigurosa, a través de un diálogo constante, junto a atención a las demandas que posibiliten el bienestar de la población, su desarrollo económico, y la preservación del medio ambiente

No olvidamos que el cuidado del medio ambiente es, ante todo, un compromiso y una responsabilidad individual. Una responsabilidad de la que debemos hacer conscientes a todos. En palabras de Joaquín Araujo: “No esperar a nadie a la hora de hacer mucho mejor las cosas se convierte en la mejor noticia. Individual y colectivamente. Pocas iniciativas básicas necesitamos tanto como el convencimiento de que se puede y debe vivir con respeto hacia lo que hace posible la vida y no menos hacia el resto de lo viviente. Parapetarse en la excusa de que los gestos individuales carecen de valor no solo es falso, sino lo más peligroso para la convivencia. En este sentido hay que situar un buen número de formas de consumir, vivir, desplazarse, comer, que se saldan con impactos muy leves e, incluso, con aportaciones muy constructivas para nuestra salud y la de todos los demás.”

La defensa del medio ambiente, en definitiva, se asemeja a la democracia. Un solo voto puede parecer que no transforma nada, pero sumado a otros generan mayorías, impulsan leyes y cambian gobiernos. Igualmente, un solo gesto en favor del medio ambiente parece una gota en el agua, pero millones de ellos cambian nuestra forma de consumir, reducen la contaminación y protegen nuestro planeta. Todo comienza con un pequeño gesto.

 

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