Pero la pregunta que debe hacerse la ciudadanía de Ceuta, atónita ante unos hechos de semejante naturaleza, es si el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte tiene algún protocolo de actuación en caso de abuso sexual para centros educativos y, si lo tiene, en qué momento lo ha puesto en práctica y de qué forma lo implementaría si aún no lo ha hecho. Su sigilosa estrategia del avestruz y su incapacidad para que la alarma y el desconsuelo generados pasen pronto, de forma que todo vuelva a la calma sin que les salpique, deja mucho que desear y resulta, cuando menos, decepcionante e impropio de representantes del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en esta ciudad.
La necesidad, por parte de la Administración, de una actuación rápida, efectiva y coordinada es fundamental para evitar todos los errores y omisiones que se están produciendo, como por ejemplo:
· La constante peregrinación de familias a diferentes instancias de la ciudad afectadas por la falta de asesoramiento.
· La ausencia de apoyo especializado para familias que no saben si sus hijas han sido víctimas o no de agresión sexual.
· No establecer pautas debidamente consensuadas, organizadas y adecuadas para afrontar el malestar y sensación de desamparo de todas las familias del centro por parte de su equipo directivo.
· Y, finalmente, no debemos olvidar lo más importante: las verdaderas víctimas, nuestras menores, directa o indirectamente afectadas, ¿cómo van afrontar sus miedos, sus pesadillas, sus problemas para dormir, su sentimiento de culpa, su vergüenza, su falta de seguridad, o el hecho de que puedan interpretar como un juego o un acto que puedan normalizar en su vida cotidiana, desde la ingenuidad e inexperiencia propias de estas edades, algo tan grave? ¿Cómo van a afrontarlo?
Es en momentos como estos cuando nos damos cuenta de las grandes carencias que existen en nuestra ciudad y cómo nos han acostumbrado a consolarnos poniendo parches anestésicos a los problemas, sin afrontarlos con decisión y valentía para que quienes deben velar por todos y todas y estar a nuestro servicio no se vean señalados y señaladas, actuando precipitadamente y sin hacer demasiado ruido.
Ha llegado el momento de decir “¡basta ya!”. Necesitamos y exigimos un protocolo de actuación para los centros educativos que puedan verse afectados por hechos tan graves como el de una agresión sexual y, por supuesto, a profesionales cualificados.