Quo vadis, Praeses?

Los archivos vaticanos son reconocidos como una de las mayores fuentes de conocimiento y documentación histórica de todo el mundo. Siglos y siglos de información sobre la historia de la humanidad recogida, documentada y custodiada por la Iglesia. Parte de esos archivos es accesible previa acreditación y visto bueno del Vaticano, e incluso podemos consultar algunos de ellos a través de Internet, lo que sin duda da un aura de trasparencia y buena voluntad. Pero la realidad también es que una enorme parte de esos archivos históricos es de acceso restringido bajo el catálogo de “secreto” por la Santa Sede, y sólo unos pocos son los privilegiados para consultar su contenido y, en ocasiones, sólo el Papa.

Los archivos vaticanos son reconocidos como una de las mayores fuentes de conocimiento y documentación histórica de todo el mundo. Siglos y siglos de información sobre la historia de la humanidad recogida, documentada y custodiada por la Iglesia. Parte de esos archivos es accesible previa acreditación y visto bueno del Vaticano, e incluso podemos consultar algunos de ellos a través de Internet, lo que sin duda da un aura de trasparencia y buena voluntad. Pero la realidad también es que una enorme parte de esos archivos históricos es de acceso restringido bajo el catálogo de “secreto” por la Santa Sede, y sólo unos pocos son los privilegiados para consultar su contenido y, en ocasiones, sólo el Papa.

La Ciudad Autónoma de Ceuta tiene vocación vaticana en sus archivos. Salvando las distancias y el hecho de que la historia de la humanidad a buen seguro que no oculta sus misterios en los archivos custodiados por nuestro Gobierno, sus similitudes en cuanto a accesibilidad son asombrosas. Tanto el aura de trasparencia que se pretende dar mediante la información incompleta que es accesible para el público por Internet, como el acceso restringido a unos pocos de la información verdaderamente comprometedora e incómoda que podría poner en aprietos la gestión y la capacidad del Gobierno, son elementos comunes a ambos archivos. Y es que, por mucha transparencia que promulgue por sus  incondicionales y bien pagados medios nunca nos dará la información que la situación reclama.

La situación económica de Ceuta es muy precaria. Esta afirmación es de sobra conocida, pero dado que no tenemos acceso a información vital que nos podría sacar de dudas, tenemos muy difícil saber exactamente hasta qué punto. Si quisiéramos realizar una fotografía rigurosa del estado de salud de nuestra economía, careceríamos de esos datos oficiales esenciales y determinantes. Deberíamos, pues, acudir a otras fuentes, a otros indicios, como filtraciones oficiosas de funcionarios, o incluso rumores.

A veces la rumorología en esta ciudad suele ser un baremo bastante útil, a la par que implacable. Y esa rumorología nos indica si existe la sensación de que la embarcación está zozobrando o si nos encontramos en una calma tensa antes de la verdadera tragedia. El primer signo suele ser la huída de los roedores de la embarcación, huída en la que algunos se echan simplemente a nadar para alcanzar la costa, y otros se construyen o compran lujosos inmuebles en la península pensando en salir por piernas en cuanto tengan ocasión, porque al final se irán todos, siempre pasa.  Estos indicios, a falta de información oficial clara y fidedigna, son síntomas preocupantes de que, efectivamente, nos vamos a pique. Pero no nos engañemos, no podemos sacar conclusiones exclusivamente de los rumores. Hay que  hacer uso de lo que hay, de lo que sabemos.

Y lo que sabemos es sabemos es:  Por una parte, que el saldo de la deuda viva con entidades de crédito reconocida oficialmente por la Ciudad es de aproximadamente 200 millones de euros (datos publicados por el portal de la Ciudad a 31 de diciembre de 2014), y que estamos a la cabeza de la lista de ciudades con mayor déficit de España, y en los primerísimos puestos en deuda por habitante.  

También sabemos que la recaudación municipal de nuestra primera fuente de ingresos, el IPSI, ha caído drásticamente, consecuencia del parón de nuestra actividad (y eso que los tipos se incrementaron hace unos años de manera indeleble).

Otra cosa que conocemos es  que en la actualidad la Ciudad no ingresa absolutamente nada en concepto de otros impuestos que antaño eran jugosos y buen signo de la actividad económica en esos momentos, como el impuesto de construcciones, y que desde el último año las licencias de obras están paralizadas (no hay más que consultar la evolución de recaudación por este concepto). Sabemos que el paro, lejos de descender, sigue en límites inasumibles desde hace años.  Que  hay una bolsa indeterminada de otras deudas no bancarias, de deudas a proveedores, que no se refleja ni se publica oficialmente en ningún sitio, pero que supone una sangría constante de pagos y facturas pendientes. Tanto es así, que en la última modificación de crédito, una parte importante de lo aprobado por el pleno se ha destinado a pagos pendientes a proveedores. ¿Cómo es posible que no sepamos  cuánto debemos, a quiénes, y desde/hasta cuándo? ¿Cuánta deuda no se refleja en las cuentas públicas sino que se esconden para no engrosar las estadísticas oficiales? ¿Qué hay escondido en los cajones?  Alto. Con el síndrome de los archivos vaticanos hemos topado.

Somos una ciudad subvencionada. Es una realidad que se reconoce sin rubor desde muchos sectores de la población, pero que desde el Gobierno siempre se ha intentado edulcorar. Sin ir más lejos, desde hace un par de semanas, debido a los nuevos Presupuestos Generales del Estado, se ha insistido en lo afortunados que somos con el tratamiento que se nos concede, que el Estado se ha comprometido con Ceuta dándonos unas migajas más que en años anteriores, minúsculas porciones que, por cierto, ya están comprometidas y que suponen unas infraestructuras muy finalistas y que se irán concretando a lo largo de varios años.  Pero ¿y eso qué nos soluciona? ¿Debemos estar agradecidos por esta situación, porque el Estado simplemente nos esté manteniendo ante la incapacidad del Gobierno local por sacarnos adelante? Esta es una realidad muy triste y difícil de asumir.

Estamos en manos de la nada,  en manos de una suerte inconclusa y que cuando llegue momento se mostrará dura y sin merced, absortos y sin saber que todo está mal, y que está mal desde hace años. No existe actualmente ningún plan viable para nuestra ciudad, absolutamente ninguno. Los presupuestos anuales se han convertido en un ejercicio de malabarismo donde se intenta desesperadamente sacar financiación de donde sea, y ese donde sea se limita a pedir prestado (a los bancos o a los proveedores) o a que Europa y el resto de España se apiade de nosotros. ¿Y para qué se busca esa financiación? Muy sencillo, no sólo para mantener el nivel de servicios que tenemos, no, sino también y sobre todo para mantener una estructura municipal sobredimensionada en todos los ámbitos, para mantener una red clientelar de un porcentaje de la población que vive despreocupada y ajena a la verdadera problemática de Ceuta, mientras que otra mayoría intenta sobrevivir y salir adelante al margen del dinero público, intentando generar actividad económica, productiva y de servicios, es la otra mitad, aquella que lucha por salir adelante, entre aquella otra cuya primera inquietud  del día es si habrá comida para ese día.

Este panorama invita a detenernos un momento y sacar algunas conclusiones finales. Si nuestra deuda es brutal, si nuestros ingresos bajan, si el desempleo es ya endémico y por tanto si la actividad económica no despega ni nos permite obtener fuentes de ingreso constantes y estables, si no existe plan de viabilidad económico ni financiero para nuestra ciudad, el único desenlace posible es la quiebra. Hablando claro, nos quedamos sin dinero. Y vista la situación nadie está dispuesto a hacer nada por reconocerlo ni, por tanto, para evitarlo.

Es poco tranquilizador, sin duda, pero es una consecuencia lógica de este panorama. La pregunta es… ¿para cuándo? ¿Tal vez… el cercano diciembre?

Dónde el rigor moral? Dónde el rigor político?  Y los plenos?  Acaso el disponer de 13 y aplicarlo es signo de justicia y eficaz gestión? Más que una Cámara para debatir los asuntos ciudadanos y buscarle solución, el sitio se ha convertido en una suerte de corte penal, en la que prevalece la voluntad de una mayoría, que sanciona según interese.  La oportunidad para los “otros” no existe, salvo aquello que no es más que nueces sueltas.

Ellos son felices así; nosotros, no.

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